Tras la Cumbre Río+20, culminada el viernes, la solución a la grave crisis ecológica del planeta quedó en el aire y depende de difíciles negociaciones en los próximos tres años y de una voluntad política que los países se muestran reacios a poner sobre la mesa.
“El documento está lleno de acciones que se deben desarrollar” hasta 2015, pero “éstas sólo llevarán a soluciones firmes y efectivas si hay voluntad política de los gobiernos y una presión suficiente de la sociedad”, manifestó a la agencia AFP Martín Khor, director del South Center, un instituto de expertos para países en desarrollo.
La conferencia concluyó con un plan de 53 páginas titulado “El futuro que queremos”, que fue duramente criticado por ecologistas, organizaciones sociales y hasta delegaciones de los gobiernos que lo consideraron poco ambicioso, coincidiendo con un momento de crisis económica que acapara más la atención.
El plan define grandes prioridades del planeta como el combate a la pobreza y el hambre, la protección de los bosques, los océanos y la biodiversidad y la necesidad de alcanzar una agricultura y energía sostenibles.
Y llama a un radical cambio en los patrones de producción y consumo y a la creación de Objetivos del Desarrollo Sostenible que impondrán metas ambientales y sociales a todos los países. Pero todas las acciones para restaurar el planeta amenazado tienen que ser definidas y acordadas por los 191 países en un proceso que debe culminar en 2015 y que es ambiguo.
“Vamos a trabajar, este paquete de decisiones debe ser establecido entre 2014 y 2015, que son los plazos que hemos puesto aquí”, manifestó la ministra de Medio Ambiente brasileña, Izabella Teixeira.
Asad Rehman, jefe de Clima y Energía de Amigos de la Tierra, afirmó: “Tenemos las respuestas a los problemas del mundo, pero nuestros líderes no tienen la voluntad de ponerlas en práctica”. Y lamentó: “Río+20 no ofreció ninguna esperanza a los millones de personas que pasan hambre en el mundo y que enfrentan a diario el impacto de la quiebra de la economía global”.
Las soluciones no son fáciles en un mundo de múltiples problemas que van del acuciante calentamiento global que provoca cada vez más eventos climáticos extremos, a deforestación y océanos amenazados, con pobreza y casi mil millones de hambrientos, y que en 2030 requerirá 50% más de alimentos, 45% más energía y 30% más agua.
Organizaciones ecologistas, sociales y de trabajadores lanzaron un llamado a la movilización y aseguraron que tomarán las riendas por las soluciones.
La cumbre dejó 60 toneladas de basura
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20, que reunió hasta el viernes en Río de Janeiro a cerca de un centenar de jefes de Estado y de Gobierno, dejó como legado poco ecológico unas 60 toneladas de basura, informó la Compañía Municipal de Limpieza Urbana, según EFE.
La cifra incluye la basura recogida en la última semana en el centro de convenciones Riocentro, donde se realizó la reunión oficial, así como en los locales que acogieron los principales eventos paralelos, incluyendo la Cumbre de los Pueblos, que agrupó a centenas de organizaciones no gubernamentales.
Los esfuerzos de la ONU y de las ONG para que sus citas en pro del desarrollo sostenible no dejaran muchos desechos, entre ellos la distribución de los documentos por vía digital en lugar del papel, no impidieron que quedara el elevado volumen de basura.
El total de basura de Río+20 es casi la sexta parte de las 370 toneladas dejadas en la playa de Copacabana por los cerca de dos millones de personas que participaron en la última fiesta de fin de año en Río de Janeiro. Según el coordinador de sostenibilidad de Río+20, el biólogo Francisco Nilson, los organizadores realizaron campañas para concienciar a los participantes de los eventos sobre la gestión de la basura. (EFE)
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