Modelos climáticos elaborados científicamente prevén que en el territorio boliviano, en un periodo de 30 a 50 años, se producirá un acelerado proceso de desertización si se mantienen los actuales niveles de deterioro del medio ambiente que provocan aumento de temperatura.
Un estudio divulgado por la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA), refiere al modelo climático generado por el Asian Pacific Integrated Model, que prevé un incremento de la temperatura superficial media global hasta el año 2050 de 0.99 grados centígrados y Bolivia llegaría, según este modelo, a ese nivel de temperatura en los próximos 30 a 40 años.
Se indica que a nivel de la variación de la precipitación, según este modelo, la probabilidad de incrementos en la precipitación en Bolivia tendrá un nivel de variación de la temperatura media de 0,99 grados, sería de entre 60 a 80 por ciento.
Por ejemplo, indica, en el mes de enero respecto a las precipitaciones regionales, existiría un incremento de las probabilidades de ocurrencia de éstas con una probabilidad de incremento de 0.5 (50 por ciento ) para el año 2050.
Sin embargo, dice el estudio, la distribución temporal de las mismas se muestra más crítica para las actividades productivas y de servicios relacionados con la disponibilidad de precipitación, factor que incide fuertemente en la descarga de acuíferos.
Los resultados del modelo para fines de siglo, muestran cambios en la temperatura mínima en el orden de 3 a 4 grados centígrados en gran parte del territorio nacional, lo que será en muchos casos un factor favorable en ciertas regiones, con una probable reducción de las heladas radiactivas que en zonas de producción frutícola podría ser contraproducente por la reducción de las horas-frío que necesitan ciertas especies frutales.
Acompañadas de bajas precipitaciones podría significar alto riesgo para los sistemas de producción debido a que se producirán reducciones de precipitación superiores al 70 por ciento en una probabilidad de 50 por ciento.
Esa elevación de la temperatura, indicaría una tendencia muy fuerte de afectación a los glaciares y en todas las zonas de montaña, con las implicaciones sobre la biodiversidad como bofedales y otros, recarga de acuíferos y estrés hídrico en época de estiaje.
El comportamiento de las temperaturas máximas al año 2080 bajo este escenario presentaría incrementos en las regiones productoras de soya en el Norte integrado de Santa Cruz y en el área de expansión de la frontera agrícola en el oriente, incrementos que alcanzarían valores entre intervalo de 4 a 5 grados centígrados.
Gran parte de la región del oriente, en zonas de agricultura industrial y agricultura de subsistencia estaría afectada con un déficit de la precipitación en el orden de 10 a 30 por ciento. La disponibilidad de agua en gran parte del territorio nacional, especialmente de los dependientes del almacenamiento glaciar, estaría en riesgo, señala el estudio.
“Queda claro que los escenarios de cambio climático bajo el modelo japonés presenta para Bolivia situaciones claras de elevación de temperaturas en sus mínimas y máximas en todo el país y elevaciones y reducciones de los volúmenes de precipitación. Esto, sin duda, genera como conclusión que los medios de vida en todo el territorio nacional se verán afectados de una u otra manera”, señala. El estudio ha calculado que la temperatura en el altiplano, hacia el año 2030 aumentará la máxima en 1.5 y la mínima en 0,556, en los valles la máxima aumentará en 1.35 y la mínima en 0,49 y en el trópico la máxima aumentará en 1.35 y la mínima en 1.2. Al mismo tiempo, para el año 2030, se prevé una reducción de las precipitaciones pluviales de -15 para el altiplano, menos 45 para los valles y menos 60 para los trópicos.
Para el año 2080 el incremento de temperatura bajo las actuales condiciones de contaminación ambiental son de 4 a 4.5 grados para el altiplano, de 1.5 a 2 grados para los valles y de 2 a 3 grados para el trópico.
Las temperaturas mínimas, según el reporte, son heterogéneas y las áreas de mayor incremento son el departamento de Cochabamba y mayores reducciones en el departamento de Potosí.
“Si las tendencias de cambio se mantienen hasta el año 2050, bajo los registros analizados, se concluye que en las zonas circunlacustres y más fuertemente en el altiplano y valles altos de Potosí y Chuquisaca se espera mayor amplitud térmica, consecuentemente, mayor aridez asociada a la desertificación”.
Del mismo modo, se manifiesta que en el estudio “Se puede derivar de todo este contexto que en Bolivia las regiones aptas para la producción alimentaria se hallan en constante riesgo ante los eventos climáticos como la sequía, las heladas y las inundaciones, lo cual puede ser más crítico aún en situaciones de cambio climático que exacerban estos fenómenos”.
Los efectos también son para la salud
En regiones de tierras bajas el problema de la elevación de las temperaturas medias representan alto riesgo para los medios de vida, advierte un estudio sobre proyección del aumento de las temperaturas en el próximo medio siglo en el país.
“Un cambio en la humedad relativa puede alterar la condición de la relación salud-enfermedad incrementando la vulnerabilidad, tanto por aumento en el nivel de exposición como por incremento en el comportamiento errático de las precipitaciones”, señala la Liga de Defensa del Medio Ambiente al analizar un estudio japonés sobre proyecciones del aumento de temperatura.
Si la región de análisis es el altiplano con bajas precipitaciones, las pérdidas por evapotranspiración del agua del suelo serán mayores acelerando procesos de degradación de los suelos, por la rápida pérdida en la cobertura vegetal, dejando las praderas nativas con altos índices de erosividad”, agrega.
Para el año 2100 el estudio prevé que la temperatura aumentará 4.7 en las tierras bajas, 4.2 grados en la vertiente oriental y 5.2 grados en el altiplano.
Con respecto a la precipitación, existe mayor cantidad de humedad en la parte central y Norte de las tierras bajas y, en la parte central de la región subandina. Más adelante se incrementarán las condiciones de sequía en el altiplano y en la región del Chaco en tierras bajas.
Cambio climático contribuye a la inseguridad alimentaria
El cambio climático contribuye a la inseguridad alimentaria al modificar patrones de producción en el área agrícola, señala un estudio divulgado por la Liga de Defensa del Medio Ambiente.
Explica que la situación de inseguridad alimentaria por la que atraviesa gran parte de la población boliviana se ve reflejada en algunos indicadores sociales como el hecho de que la pobreza afecta al 60 por ciento de la población, y de ésta al 58 por ciento de la población rural y 21 por ciento de la población urbana.
Señala que los problemas de disponibilidad alimentaria están explicados por la insuficiente producción y productividad, por el bajo nivel de ingreso, por el consumo alimentario deficiente e inadecuado y por las limitaciones de educación, salud y poco acceso a servicios básicos.
LIDEMA dice que la distribución de las poblaciones se concentra mayormente en las regiones del eje central del país y, consecuentemente, tiene mayor presión sobre el recurso suelo.
“En las regiones donde esto ocurre, existe una fuerte presión por la tenencia de la tierra y las áreas cultivables en manos de los agricultores son muy pequeñas, por lo que el nivel de vulnerabilidad aumenta para la seguridad alimentaria, puesto que las comunidades presentan menor producción, menor capacidad de almacenamiento de alimento y menos superficie para manejar la variabilidad vertical de ecosistemas que garanticen su producción”.
Se indica que la proyección es que la región del Chaco seguirá siendo una zona de alta probabilidad de ocurrencia de sequía y la región del altiplano también presenta alta incidencia de sequías, al igual que los valles altos.
“En gran parte del territorio con zonas de producción agrícola existe una alta incidencia de heladas, entendidas como el descenso de las temperaturas a valores inferiores a cero grados”.
Además, se analizan los escenarios de línea base a nivel de las inundaciones que históricamente han generado impactos sobre los medios de vida, particularmente de las zonas bajas y han generado pérdidas de infraestructura y ganadería y que tienen lugar sobre todo en las llanuras del Beni y parte de Santa Cruz.
“Se puede derivar de todo este contexto que en Bolivia las regiones aptas para la producción alimentaria se hallan en constante riesgo ante los eventos climáticos como la sequía, las heladas y las inundaciones, lo cual puede ser más crítico aún en situaciones de cambio climático que exacerban estos fenómenos”.
Los bosques sufrirán un fuerte impacto
El cambio climático afectará especialmente a los bosques que existen en el territorio nacional, afirma un estudio de la Liga de Defensa del Medio Ambiente que analiza proyecciones de las repercusiones de ese proceso, realizadas por un Instituto del Japón, para el territorio boliviano.
Se explica que la fuerte interrelación y dependencia de los ecosistemas hacia sus condiciones ambientales, entre ellas las condiciones climáticas, los hacen sensibles a los impactos del cambio climático.
Recuerda que un estudio realizado por instituciones especializadas deduce que los bosques húmedos subtropicales existentes en el país son los que presentan mayor grado de vulnerabilidad al cambio climático, puesto que bajo condiciones de escenarios climáticos muestran una tendencia a convertirse en bosques secos subtropicales en 2100.
Entre los impactos estudiados se menciona que el ecosistema desierto templado frío no presenta ninguna modificación para los escenarios de cambio climático en el 2010, 2030, 2050 y 2100.
“Sin embargo, la zona de vida de bosque húmedo tropical llegaría a incrementarse en más del 100 por ciento el año 2100 debido a que muchas corrientes de aire cargado de humedad no podrán atravesar la vertiente de los Andes, incrementando la cantidad de precipitación en estas zonas y aumentando la extensión de este ecosistema.
Otros cambios se observan para las zonas de vida de bosque húmedo subtropical, el bosque húmedo templado frío y el matorral desértico frío que presentan una tasa sostenida de reducción de su área.
Además, se destaca que las zonas de vida de bosque muy seco tropical y bosque seco tropical, experimentarán fuertes incrementos en sus áreas a partir del año 2010, muy posiblemente debido a descensos previstos en la precipitación en esas áreas.
“Sin embargo, también se percibe que algunos ecosistemas podrían desaparecer completamente, como es el caso del bosque húmedo templado.
“Agrega el estudio que se puede advertir que el cambio climático afectará fuertemente a los bosques húmedos templados y fríos, debido al incremento de las temperaturas que provocará una reducción de sus áreas.
LIDEMA señala que estos ecosistemas en particular deben merecer especial atención debido a que se consideran parte de los bosques montañosos húmedos nublados que, en sus diferentes estratos, forman parte de núcleos de condensación de la saturación de vapor de agua, produciendo un proceso de formación de rocío que incrementa la humedad de la vegetación y el suelo, haciendo que muchas especies aprovechen esta humedad.
Los bosques húmedos tropicales y subtropicales tenderán a transformarse en bosques seco tropicales, casos que ya se han percibido en los últimos años considerando el aumento de la sequía de los meses de estiaje, lo que ha incrementando la ocurrencia de incendios forestales.
“Este tipo de bosques podrían sufrir cambios en el ecosistema, orientándose hacia especies con mayor resistencia a condiciones menos húmedas, con la consecuente pérdida de numerosas especies que no podrán resistir las nuevas condiciones y la presión por la aparición de nuevas especies”.
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