La Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la cumbre de Río+20 concluyó ayer con la adopción de un documento en el que cerca de 190 países impulsan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la economía verde en el contexto de la lucha contra la pobreza.
El documento, titulado “El futuro que queremos”, ha dejado insatisfechos a numerosos gobiernos y principalmente a las ONG que representan a un amplio espectro de la sociedad.
A pesar de que el texto es producto de meses de negociación, primero en Nueva York y la última semana en Río de Janeiro, lo que primó en la reunión fue la falta de consenso sobre los objetivos.
La razón para el desencanto está en que para muchos se trata de un documento de mínimos que no responde al desafío mundial de meter bajo un mismo paraguas el crecimiento económico, la preservación del medio ambiente y la inclusión social.
"Ponemos de relieve que la economía verde debería contribuir a la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico sostenible", señala el texto, pero deja en el aire lo que ese concepto significa porque "cada país dispone de diferentes enfoques, visiones, modelos e instrumentos, en función de sus circunstancias y prioridades nacionales".
Sobre la arquitectura para avanzar hacia el desarrollo sostenible, el otro pilar del proceso de la Río+20, el documento exhorta a todos los países a que le den "prioridad" en la asignación de recursos.
Un comité intergubernamental integrado por 30 expertos de todas las regiones del mundo se encargará de definir hasta 2014 los medios de financiación para "la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible", una propuesta de Colombia inspirada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
Los ODS hablan de metas para asuntos vitales como el agua, la biodiversidad y la seguridad alimentaria, mientras que los ODM abordan el hambre, la pobreza, la educación y la salud.
La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, destacó en su discurso de ayer ante el plenario que el texto "contiene propuestas esenciales", pero que lo más importante es que introduce "una nueva forma de pensar" el futuro del mundo y su gente.
"Sabemos que no nos juzgarán por lo que digamos o por las buenas intenciones, sino por los resultados que conseguimos para la población actual y para las futuras generaciones. No podemos fracasar", subrayó Clinton.
Numerosas ONG que participaron en la Cumbre de los Pueblos, paralela a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20, han manifestado su decepción con el resultado de la reunión, a pesar del entusiasmo de la ONU y de Brasil, el país anfitrión.
"El enverdecimiento de nuestras economías se tendrá que producir sin las bendiciones de los líderes mundiales", ha asegurado el director ejecutivo de WWF, Lasse Gustavsson.
Clinton ha admitido que los Gobiernos no pueden solucionar “solos los problemas a los que nos enfrentamos".
"Los movimientos sociales esperábamos un documento mucho más audaz, más ambicioso", dijo al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la activista brasileña Iara Pietrovsky, integrante de una coalición de ONG.
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