La agroforestería emerge como una herramienta de adaptación y mitigación de cambios climáticos en América Central, región donde el recalentamiento planetario podría generar pérdidas del 19% del producto interno bruto (PIB).
“La única alternativa que nos queda es la agroforestería para adaptar y mitigar los cambios climáticos”, dijo a Tierramérica el director ejecutivo de la Asociación Coordinadora Indígena y Campesina de Agroforestería Comunitaria Centroamericana (Acicafoc), Alberto Chinchilla.
Un encuentro paralelo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) celebrada en Río de Janeiro, discutió el concepto de esta agricultura climáticamente inteligente, que puede ayudar a reducir la vulnerabilidad del istmo.
Nacientes Un sistema agroforestal incorpora árboles a las labores agrícolas y agropecuarias. Acompañado de investigación científica, permite encontrar tecnologías amigables con el ambiente, explicó Chinchilla.
Los árboles recuperan nacientes de agua, protegen con su sombra los cultivos, conservando más la humedad, y mantienen más frescos los predios de pasturas, lo que reduce el estrés de calor del ganado. Además, así se pueden recuperar especies nativas o en extinción y mejorar la seguridad alimentaria de las comunidades.
“La agroforestería es vincular la agricultura, la producción de alimentos y la árboles. No podemos seguir con políticas agrícolas con el Ministerio de Agricultura separado del Ministerio del Ambiente. Tenemos que armonizar esas políticas, y que el árbol sea parte de la agricultura”, apuntó Chinchilla en su exposición de Río de Janeiro.
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