Delegados de los 193 países que participan en la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible Río+20 aprobaron ayer el documento consensuado en la madrugada, al que algunos negociadores lo consideran poco ambicioso, y será presentado a los mandatarios que participarán en la cumbre que se inicia hoy, informaron fuentes oficiales.
El documento final, presentado ayer en la mañana por Brasil en calidad de anfitrión de la cumbre, fue aprobado "sin modificaciones" en una reunión plenaria presidida por el canciller brasileño, Antonio patriota, dijo un portavoz de la ONU a la prensa.
Con el visto bueno final de todas las delegaciones el documento, denominado "El futuro que queremos", queda listo para ser presentado a los cerca de cien Jefes de Estado o de Gobierno que desde hoy y hasta el viernes participarán en la Cumbre de la Río+20.
Las negociaciones del documento bajo la conducción de Brasil comenzaron el pasado sábado y concluyeron en la madrugada de ayer.
El texto acordado tiene como base la propuesta brasileña, que redujo significativamente el número de párrafos del original que venía siendo negociado en Nueva York y eliminó las partes que generaban más discrepancias, pero que diferentes ONG y organismos internacionales consideran como poco ambicioso.
Según negociadores brasileños, los asuntos más polémicos fueron superados con textos conciliadores y sin muchas especificaciones en el documento, que cuenta con 283 párrafos distribuidos en seis capítulos y 49 páginas, tras haber comenzado con un borrador de 200 páginas.
El documento destaca en varios puntos los aspectos sociales, como la erradicación de la pobreza, la mejoría de la calidad de vida y el desarrollo sostenible con inclusión social.
En el primer capítulo define el desarrollo sostenible como la "promoción sustentada, incluyente y justa del crecimiento económico para crear mayores oportunidades para todos, reducir las desigualdades, elevar los niveles básicos de vida, promover el desarrollo social equitativo y la inclusión y promover la gestión integrada y sostenible de los recursos naturales y de los ecosistemas".
En torno a la "economía verde", otro tema polémico por las distintas concepciones sobre el asunto, el documento reconoce que "existen diferentes abordajes, visiones, modelos y herramientas disponibles para cada país, según sus circunstancias y prioridades nacionales, para alcanzar el desarrollo sostenible".
Algunos países pobres, así como las ONG, consideran que la "economía verde" es una herramienta del capitalismo para apropiarse y comercializar los recursos naturales, como el agua y los bosques.
En cuanto a la protección de los océanos, en el que se esperaba un acuerdo ambicioso y concreto, el texto tan sólo se refiere a la necesidad del uso sustentable de la biodiversidad marina y de crear un mecanismo internacional que pueda tratar del asunto.
Las divergencias en torno al fortalecimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) fueron superadas con un nuevo texto que no convierte automáticamente a ese organismo en una agencia especializada de la ONU con mayor autonomía y presupuesto propio, como defendían los europeos.
El documento sólo menciona el fortalecimiento y un "upgrade" del Pnuma pero sin referirse a un nuevo organismo.
El asunto que más generaba discrepancias era el de los "medios de implementación", es decir los recursos necesarios para financiar los proyectos de desarrollo sostenible y la transferencia de tecnología.
Al primer documento borrador
Bolivia observa varios puntos
La delegación boliviana hizo varias observaciones y críticas, algunas de ellas “muy duras”, al primer documento borrador completo presentado el 17 de junio a altas horas de la noche.
René Orellana, Jefe de Delegación de Bolivia para esta Conferencia, conocida como Río+20, informó que el país anfitrión hizo conocer un documento de 50 páginas y 287 parágrafos que recoge las distintas propuestas presentadas hasta el momento.
“Bolivia resaltó este esfuerzo por redactar una versión que intenta aproximarse a un documento que exprese las voluntades y las expectativas de los países del mundo”, indicó Orellana en contacto telefónico desde la ciudad brasileña, pero al mismo tiempo hizo observaciones porque "tiene varios problemas y problemas serios, no es un documento balanceado”, de acuerdo con un reporte de la Fundación de la Cordillera.
La delegación boliviana a la cabeza de Orellana resaltó la importancia de fortalecer los párrafos relacionados con la Madre Tierra y pidió a todos los países del mundo “que no objeten, que no se opongan a los párrafos 37, 38 y 39 que fueron promovidos por Bolivia, Ecuador y el ALBA a través del G77+China y que incluyen el reconocimiento de la Madre Tierra”.
Destacó el hecho de que el documento incluye el reconocimiento de los derechos de la naturaleza; el reconocimiento de la armonía con la naturaleza como una forma de aprovechamiento y de relacionamiento con la naturaleza; un enfoque holístico del desarrollo sostenible que articula sus pilares social, ambiental y económico; y el reconocimiento de promover la regeneración y la restauración de la naturaleza.
Crítica a la “economía verde”
Pero también “Bolivia ha hecho una crítica rotunda, durísima, a la “economía verde” y ha pedido que no se intente de ninguna manera promover objetivos de desarrollo sostenible con una visión de una economía verde que expresa un ambientalismo sesgado y equivocado, que en realidad lo que promueve es la transferencia de obligaciones de los países desarrollados a los países en vías de desarrollo”, dijo Orellana.
“Este capítulo (‘economía verde’) expresa en gran medida la intención de algunos países desarrollados de promover una visión de desarrollo basado en la privatización de los recursos privados, en el acceso privado a la naturaleza y a los recursos ambientales”, sostuvo.
“Este capítulo insinúa que de los diversos modelos de desarrollo existentes en el mundo, solamente aquellos que implementen la ‘economía verde’ serán sujetos de financiamiento”, agregó.
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