El afamado escritor uruguayo, Eduardo Galeano, pidió en una carta leída en la inauguración de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, que se realiza en la ciudad de Cochabamba y a la que no pudo asistir, que los “sordos escuchen los derechos humanos y los derechos de la naturaleza”.
El también periodista, que escribió “Las venas abiertas de América Latina”, libro en el que condena la opresión y el saqueo que ha sufrido y sufre Latinoamérica desde la conquista española, manifestó que acompañará desde la distancia el encuentro en el que participan más de 20 mil delegados de 136 países del mundo.
“Lamentablemente, no podré estar con ustedes. Se me atravesó un palo en la rueda, que me impide viajar. Pero quiero acompañar de alguna manera esta reunión de ustedes, esta reunión de los míos, ya que no tengo más remedio que hacer lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero”, afirma en la misiva.
El escritor uruguayo hizo votos para que el encuentro haga todo lo posible “y lo imposible” para que sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen.
“Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales”, urgió.
Galeano pidió también capacidad para “hablar poco y hacer mucho” al recordar que la “inflación palabraria” ha causado graves daños en América Latina, que es más nociva que la inflación monetaria.
En la carta, leída por el embajador de Uruguay en Bolivia, dijo que los pueblos están hartos de la hipocresía de los países ricos, “que nos están dejando sin planeta, mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.
“Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas”, argumentó.
Afirmó que celebra, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida.
A su juicio, Bolivia es una de las naciones americanas donde las culturas indígenas han sabido sobrevivir, y esas voces resuenan ahora con más fuerza que nunca, a pesar del largo tiempo de la persecución y del desprecio.
“El mundo entero, aturdido como está, deambulando como ciego en tiroteo, tendría que escuchar esas voces. Ellas nos enseñan que nosotros, los humanitos, somos parte de la naturaleza, parientes de todos los que tienen piernas, patas, alas o raíces. La conquista europea condenó por idolatría a los indígenas que vivían esa comunión, y por creer en ella fueron azotados, degollados o quemados vivos”, agregó.
En la carta, Galeano asegura que desde aquellos tiempos del Renacimiento europeo, la naturaleza se convirtió en mercancía o en obstáculo al progreso humano. Y hasta hoy, ese divorcio entre nosotros y ella ha persistido, a tal punto que todavía hay gente de buena voluntad que se conmueve por la pobre naturaleza, tan maltratada, tan lastimada, pero viéndola desde afuera.
Las culturas indígenas la ven desde adentro. Viéndola, me veo. Lo que contra ella hago, está hecho contra mí. En ella me encuentro, mis piernas son también el camino que las anda.
“Celebremos, pues, esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad”, subrayó.
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