Reinventar la Carta de las Naciones Unidas es lo que propuso ayer Miguel D’Escoto en la mesa 6 —que debate la construcción del Tribunal de Justicia Climática— en la Cumbre de Pueblos que se realiza en Tiquipaya, Cochabamba.
“La reinvención hay que organizarla dentro del contexto de lo que es actualmente la Organización de las Naciones Unidas (ONU)”, afirmó ayer el sacerdote, en cuyo criterio se necesitará que dos tercios de los países estén a favor de ella (140 de los 192 participantes).
“La ONU es un fraude, una mentira, una dictadura. No son naciones unidas, son naciones sometidas a la voluntad del imperio, que tiene una serie de amarres. Por eso la facultad de reinventarla está dentro del derecho soberano de los Estados”.
De acuerdo con la explicación de D’Escoto, se debe reinventar la carta lo antes posible. Su organización debe estar fuera de la ONU, porque de ser así sería “una muerte súbita”, ya que los países desarrollados pondrían trabas.
“Ni siquiera hablar del tema con Inglaterra o Estados Unidos, porque esos países desarrollados son enemigos de la humanidad y no debemos seguir dando el beneficio de la duda después de lo que pasó en Copenhague, donde se les cayó la mascarilla”.
Lo que se quiere —continuó D’Escoto— es hacer un tratado simbólico para todo, por ejemplo: “Ponerse de acuerdo para no consumir más la Coca-Cola en todos los países del tercer mundo. Ése sería un golpe fatal para todo el imperio. Ésa sería una forma de sancionarlos, porque los países grandes necesitan de los del tercer mundo”.
La propuesta de D’Escoto halló eco en el dirigente campesino de Potosí Nelson Quispe. “Ellos (los países desarrollados) imponen sus empresas transnacionales en las minas y contaminan nuestras aguas, por eso nuestros niños y animales mueren. ¿Y quién paga por eso? Una manera de darles el golpe es ponerse de acuerdo con otros países latinoamericanos y no consumir sus productos”.
El fiscal ambiental de Argentina, Antonio Gustavo Gómez, dijo que se debería endurecer las penas a los gerentes y empresarios que hacen daño a la población. “En todo el mundo hay leyes penales ambientales, pero hace falta aplicarlas en todos los países”.
“La ONU es un fraude, una mentira, una dictadura”, dice D’Escoto.
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