La Conferencia Mundial de los pueblos ha discutido exhaustivamente en 17 mesas los diversos problemas que afectan a la sociedad, muchos tuvieron su mesa específica, como los bosques; sin embargo, un tema que se debatió en todas las mesas pero que no tuvo la suya fue la salud.
Mucho se discute sobre la transversalidad de determinados temas o problemáticas. Alguien decía que la mejor manera de decir que un tema está sin que esté, es transversalizarlo. Una de las problemáticas que recibió con mayor intensidad este tratamiento ha sido el género.
En el caso de la salud, realmente ha sido un tema recurrente en la mayoría de los grupos de discusión, aunque no tuvo su mesa ni aparece concretamente en algún documento, los efectos del cambio climático en nuestra salud, afectan directamente a la propuesta del Vivir Bien.
El tema de salud aparece explícitamente en el discurso inaugural cuando el presidente Morales llama la atención, a su manera, sobre los efectos del consumo de alimentos que para ser comercializados son despojados de sus cualidades alimenticias. La mención fue interpretada por la mayoría de los medios privados, como una metida de pata y no asumieron el mensaje intrínseco. El Vivir Bien implica alimentarse bien.
Si vamos por la mesa uno, que trató las causas del cambio climático, es decir el capitalismo, este sistema ha comercializado de tal manera el acceso a la salud, que el grueso de la población está expuesta a enfermedades debidas a la falta de protección de la persona indefensa frente al capital, como la osteoporosis causada por un conocido refresco de cola (¿así estará bien?).
Las grandes transnacionales de la industria del medicamento, de hecho nos venden la salud a precios inalcanzables. Si la vacunación no fuera pagada por el Estado, la poliomielitis seguiría siendo el azote de nuestros países. Por otra parte, es sabido que los medicamentos químicos, especialmente los sintéticos, tienen efectos rebote en otros órganos o sistemas humanos. La situación es más complicada en los países vulnerables como el nuestro, en que el acceso a los productos de esta industria casi no tienen restricciones, para muchas personas la farmacia o el comerciante en medicamentos está antes que la consulta al médico.
El cambio climático trae hambrunas impresionantes, las que vienen acompañas de epidemias que avanzan arrolladoramente frente a cuerpos casi indefensos por la mala nutrición. Las pertinaces sequías o inundaciones tren infecciones, heridas que nos se pueden curar por situaciones críticas y otros males.
El calentamiento global está llevando los vectores, o mosquitos, más allá de sus fronteras naturales, el paludismo, la leishmaniasis y otros que antes no llegaban a determinados espacios geográficos por la altura o el frío, ahora hacen presencia en cuerpos no preparados para prevenirlos.
Ahora es común que tengamos que usar sombrero para proteger nuestros cueros cabelludos de los agresivos rayos solares. Para nuestros abuelos y antepasados serían incomprensibles los anuncios que dicen que la exposición máxima al sol debe ser de cinco o diez minutos, nada más absurdo para una generación cuyo dicho era “donde entra el sol no entra el médico”.
La piel humana está sufriendo los efectos de la contaminación atmosférica, sería justo que la embajada de Estados Unidos y otros industrializados que rechazan el Protocolo de Kioto, por lo menos nos den un protector solar al mes, pero lo que desean es que se aumente aún más la temperatura y sigamos comprando con nuestro dinero el protector que fabrican y los enriquece más.
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