El agua de mesa en el monumental hotel Regina cuesta un ojo de la cara, pues una botella pequeña se comercializa en Bs 10, cuando su valor en el mercado es de apenas Bs 2.
Los periodistas que hacen cobertura en las mesas de debate que funcionan en ese hotel deben mantener su impotencia en silencio. En tanto que los comunicadores extranjeros, prefieren servirse de los botellones existentes en las salas de prensa, que es gratuito.
Si un periodista nacional siente hambre, tendrá que sacrificar sus limitados viáticos para contentarse con un emparedado de jamón y queso que tiene un costo de Bs 10. Si se trata de otros platillos, mejor ni preguntar porque sencillamente no están al alcance del bolsillo local.
Mientras esto sucede en el exclusivo hotel Regina, las caseritas y caseritos vallunos, especialmente de Tiquipaya, deben someterse al riguroso control de la Intendencia Municipal.
PRECIO POR LAS NUBES
La hermosa “Capital de las flores”, Tiquipaya, enfrenta un ‘endemoniado’ caos vehicular. Sus angostas calles con resabios coloniales y republicanos, están atestadas de vehículos de todos los modelos, formas y tamaños, aunque extrañamente de motorizados último modelo pertenecientes a ministerios, prefecturas, alcaldías y organizaciones no gubernamentales.
Los pasajes en el transporte del servicio público se incrementaron en más del 50 por ciento, tanto en los denominados taxi trufis, micros y ni qué decir de los taxis que impusieron precios irracionales. Una “carrera” de la ciudad de Cochabamba hasta Tiquipaya cuesta entre Bs 30 a Bs 50, “dependiendo del pecador”, dicen los avivados transportistas.
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