Los participantes en la conferencia del clima de París buscan garantías de que las medidas para salvar el planeta no atentarán contra el crecimiento económico, aunque la relación entre ambas metas es para muchos especialistas una ecuación de difícil solución.
"Hemos probado que un crecimiento económico fuerte y un medio ambiente más seguro ya no están en contradicción", aseguró el lunes Barack Obama en la apertura de las negociaciones de París (COP21), que busca un acuerdo para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.
"Eso debería darnos esperanza", añadió el presidente estadounidense, en un mensaje tal vez más destinado a los "climatoescépticos" de su país que a los mandatarios de los 195 Estados que participan en las discusiones.
La "economía verde" topa sin embargo con interrogantes que ponen paños fríos a ese optimismo: los límites de la explotación ilimitada de los recursos naturales y la "huella ecológica" de las cadenas de producción y consumo, cada vez más globalizadas a través de los tratados de libre comercio.
"Los acuerdos de comercio tienen su objetivo y los acuerdos ambientales tienen el suyo. No hay una contradicción entre ellos, y más bien se pueden aprovechar los acuerdos de comercio para mejorar nuestras conductas ambientales", dijo el ministro peruano de Medio Ambiente, Manuel Pulgar, que presidió la COP20 de Lima en 2014. Pero esa certeza no parece tan categórica a actores económicos de primer orden.
Un reciente estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) admitía que la preocupación por la huella ecológica empezaba a tener cierto impacto sobre las exportaciones agroalimentarias, un sector vital para la economía del hemisferio.
"Un efecto indirecto del cambio climático sobre el comercio internacional se relaciona con la preocupación de los consumidores, sobre todo de los países desarrollados, por las emisiones generadas en la producción e importación de los bienes que consumen, el llamado carbono incrustado o huella de carbono de los productos", afirma el estudio, titulado "Sostenibilidad ambiental y competitividad internacional".
"Existe un cuestionamiento de los patrones actuales de producción y de consumo que conllevan altos niveles de emisiones", especifica.
Economía verde y revolución digital
Las preocupaciones ecológicas van a la par, casualmente o no, con la revolución digital y muchos economistas tratan de entender el modelo naciente, al tiempo que empresarios y usuarios buscan beneficiarse o facilitarse la vida con las nuevas oportunidades.
Surgen así conceptos como el de "economía circular", basada en un reciclaje casi permanente de recursos gracias a tecnologías cada vez más avanzadas. Las economías colaborativas y de intercambio son, en esa visión, variantes prácticas de ese modelo.
Pero para generalizarlo haría falta "un cambio completo de paradigma", pues el actual es el de una "economía lineal, basada en la competencia y no en la colaboración", afirma Anne-Claire Savy-Angely, investigadora asistente de la Toulouse Business School, en el suroeste de Francia.
La instauración de un modelo circular supone además circuitos cortos de intercambio, lo cual cuestiona de hecho los acuerdos de libre comercio, admitió Savy-Angely, en una entrevista telefónica.
"El sistema mundo ha omitido el hecho de que ese funcionamiento tenía consecuencias sobre el sistema Tierra" y "es hora de volver a encontrar un equilibrio", agregó.
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