La caza, el tráfico ilegal y la deforestación de los bosques están llevando al borde de la extinción a miles de especies de grandes animales en todo el mundo pero ¿sabemos qué es lo que ocurre cuando estos ejemplares desaparecen?.
Un estudio publicado ayer en la revista Science Advances advierte por primera vez que la defaunación o extinción de los animales grandes tiene serias implicaciones en las interacciones ecológicas, empobrece los bosques y acelera el cambio climático.
El trabajo, realizado por investigadores españoles, colombianos y brasileños de la Universidad Estatal Paulista (Unesp), junto a científicos de Inglaterra y Finlandia, demuestra que los animales grandes mantienen la diversidad y los servicios ecosistémicos y que, por tanto, su desaparición tiene efectos "imprevistos y devastadores para el medio ambiente".
El estudio analiza por primera vez lo que sucede cuando desaparecen los grandes frugívoros -los que se alimentan principalmente de frutas-, "que son cruciales para la reforestación y la regeneración natural de los bosques", explica el profesor investigador de la Estación Biológica de Doñana y coautor del estudio, Pedro Jordano.
"Y es que debido a su dieta, estos animales -como los tucanes, los tapires, o los grandes primates- ingieren gran cantidad de frutos de las plantas, semillas de gran tamaño que después defecan o regurgitan y devuelven al bosque en las condiciones adecuadas para su germinación. Es decir, son los encargados de sembrar el bosque", subraya el investigador.
Esta circunstancia no sólo favorece a estos animales sino también a los bosques, "es lo que llamamos una interacción ecológica mutualista, es decir, que favorece a ambas partes".
El estudio, realizado en bosques del sureste de Brasil (algunos muy bien conservados y otros con escasa fauna debido a la deforestación o la caza), demostró que "las áreas forestales que no tienen frugívoros tienen una capacidad de almacenamiento de carbono mucho menor que la de los bosques que están bien conservados, y por tanto, su potencial para contrarrestar los efectos del cambio climático es mucho menor", advierte Jordano.
"Los árboles que tienen semillas grandes son árboles de gran porte, con madera densa, los que almacenan más carbono", explica el profesor Mauro Galetti del departamento de Ecología de la Unesp.
El trabajo es importante porque demuestra que la pérdida de estos animales supone la pérdida de unas interacciones ecológicas que son cruciales para el medio ambiente y que generan una reacción en cadena.
"No sólo nos enfrentamos a la pérdida de animales carismáticos, nos enfrentamos a la pérdida de interacciones que mantienen el adecuado funcionamiento de servicios ecosistémicos claves, como el almacenamiento de carbono", asegura Jordano.
Las conclusiones del estudio son extrapolables a todo el planeta, ya que más del 90 por ciento de las especies leñosas de árboles y arbustos de todo el mundo y el 60 por ciento de los bosques mediterráneos dependen de los frugívoros para su conservación, recuerda Jordano.
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