La primera señal de que existe fuego en algunas propiedades agrícolas de la zona este es el humo que se ve a una distancia de cinco kilómetros. Después, ese aire picante lo envuelve todo: los caminos y las carreteras, las poblaciones rurales y los pueblos que quedan a mitad del camino y, sobre todo, los ojos de la gente que a eso de las cinco se ponen colorados.
Los ojos de un hombre que está quemando su parcela también están rojos y dice que le arden, pero se las aguanta porque revela que él ha prendido el fuego para que se quemen los rastrojos de un desmonte. La quema que él ha iniciado hace tres días no tiene la autorización de la Administradora de Bosques y Tierra (ABT), y eso que el año pasado lo han multado por el mismo delito.
La lección no la ha aprendido, pero él se defiende. “El costo de una quema controlada es cinco veces más que la sanción pecuniaria de la ABT”, dice, reconfortado, y asegura que no le da vergüenza admitirlo. Eso sí, pide no revelar su nombre y si es así no hay problema en que se cuente todo, como por ejemplo, que en las últimas tres noches no duerme bien porque teme que las llamas se pasen a propiedades vecinas y que se arme un incendio.
Si así ocurriera ya no solo tendría que pagar una multa económica, sino enfrentar un proceso penal con una pena de tres a seis años de cárcel.
Pero este hombre de 54 años se tranquiliza porque recuerda que el único indicio de un juicio del año pasado fue el que el Ministerio Público gestionó contra un menonita al que supuestamente encontraron in fraganti.
El jefe del Control Operativo Nacional de la ABT, Marcelo Ruiz, dice que la multa por quema ilegal es de 0,20 centavos de dólar por hectárea, lo que significa que si una propiedad tiene 100 hectáreas, la multa aplicada es de 20 dólares. Por el contrario, realizar una quema controlada, dice el agricultor que ha prendido fuego a su propiedad en la zona este, cuesta 120 dólares, es decir, cinco veces más que pagar la sanción en caso de que la ABT inicie un proceso.
Realizar una quema controlada exige utilizar tractor y pagar mano de obra para armar líneas de corta fuegos, y sobre todo, lidiar con un proceso burocrático para tener la autorización de las autoridades.
Orfan Saldaña, director departamental de la ABT Santa Cruz, recuerda que en 2010 se realizaron por lo menos 100 procesos a quienes se les hizo la notificación por edictos de prensa. “Se detectan las quemas mediante satélite, se identifica el predio y se le inicia un sumario”, dice la autoridad, que recuerda que los procesos por quema los ha estado llevando la oficina nacional y que este año pasarán a la regional Santa Cruz.
“El tema de las multas es muy simbólico, muy bajo, eso hay que reglamentarlo mejor. Se tiene que ser más drástico”, dijo Saldaña.
Leonardo Fernández es un colono del núcleo 17 km de la zona de San Julián que ya no tiene casa porque un incendio forestal se la comió en sólo tres horas.
“El fuego vino del núcleo 14, de unas parcelas que pertenecen a otro grupo de colonos”, comenta este hombre que se ha quedado con una mano adelante y otra atrás porque las llamas convirtieron en cenizas todo lo material que tenía.
Luis Ribera, que administra un aserradero en San Julián, dice que los colonos han cerrado filas para impedir que el personal de la ABT ingrese a sancionar a los que realizan quemas ilegales.
El director departamental de la ABT Santa Cruz asegura que la estrategia que están aplicando para ganarle la guerra al fuego es ir acompañados de un fiscal en los operativos porque lo que se busca es encontrar in fraganti a quienes cometen los delitos.
Requisitos para las quemas legales
Carné de identidad, libreta de servicio militar, pasaporte o poder legal para representar al titular. Título de propiedad o documento que certifique la propiedad legal del predio.
Formularios llenados técnicamente para solicitar la quema de pastizales.
Plano con las coordenadas geográficas que precisen la ubicación del predio y del área a quemar.
En superficies mayores a 500 hectáreas se deben presentar los documentos nombrados anteriormente, además de la resolución de aprobación del Plan de Ordenamiento Predial, todo en doble ejemplar, debidamente foliado y rubricado por el solicitante.
Estos documentos pueden ser presentados en las direcciones departamentales o en las unidades operativas de la ABT en todo el país.
La ABT recomienda que antes de quemar, el agricultor tenga presente que el fuego produce la pérdida paulatina de la fertilidad del suelo, contamina y deja sin protección las fuentes de agua, afectando a la población humana y animal que necesitan de este vital elemento y lo hace vulnerable a la erosión por los vientos y lluvias.
Inocentes pagan las consecuencias
El fuego descontrolado es implacable. No solo se ‘come’ la maleza seca que hay en el campo. En el municipio de Santa Rosa, la soya verde es devorada día y noche y hasta la semana pasada ya se había ‘comido’ más de 300 hectáreas de ese grano de ‘oro’ en la propiedad San Jorge, ubicada en Rincón de Palometa. El humo plomo contrasta con las hojas verdes de la poca soya que queda tendida sobre una superficie plana en la propiedad San Jorge que se encuentra a media hora de Santa Rosa del Sara.
Hasta el viernes pasado, todo estaba verde ahí. En las mañanitas y en las noches los pájaros trinaban y los animales silvestres vivían sin sobresaltos por los alrededores. Pero el fuego llegó de una propiedad vecina y quemó por lo menos 300 hectáreas de plantas de soya que el pasado martes parecían una alfombra negra. Los pájaros ya no cantan y los pocos monos brincan con sus patas quemadas por las ramas negras de los árboles que quedan.
Ruth Zambrana es dueña de esa propiedad y lamenta que el fruto de su trabajo estén hechos cenizas por culpa de una mano dañina que inició el incendio en un terreno cercano al suyo. “La pérdida que nos origina el fuego llegará por lo menos a los 300 mil dólares. Eso no lo devuelve nadie.
Exigimos que se investigue al culpable”, dice Zambrana. Potrero Cuatro Ojos es una población con 50 habitantes que también queda en el municipio de Santa Rosa del Sara. Rubén Paz Camargo es uno de los habitantes y ha denunciado que su comunidad ha sido avasallada durante mucho tiempo y que en varias ocasiones fue incendiada por unas personas que se dedican al tráfico de tierra e incluso al narcotráfico. “Ya hemos hecho varias denuncias a las autoridades competentes”, dice este hombre que está en su parcela, observando las plantas de plátano consumida por el fuego. Potrero Cuatro Ojos está sumergida en un silencio. Muchos de sus habitantes se han ido por miedo a que el fuego también les quite la vida. Como precaución, han limpiado toda la maleza cercana a sus casas de madera con techo de motacú.
En el Núcleo 17 ubicado a 23 km de San Julián, también hay víctimas que lo han perdido todo. Ahora solo quedan cenizas y bicicletas y palas, cocinas y motosierras quemadas. Un par de perros se ha quedado a cuidar lo que a sus propietarios ya no les sirve ni como chatarra.
Seguridad
Desarrollar líneas de fuego con la finalidad de evitar que las llamas se expandan en todo el perímetro del área a quemar.
Alertar a los vecinos comunicándoles que se realizará una quema, señalando la fecha y lugar, de manera que éstos tomen las medidas de cuidado necesarias.
Se debe tener cuidado con los vientos y no quemar cuando estos sean fuertes, para evitar incendios.
Durante la quema evitar el uso de productos inflamables y combustibles.
Se debe contar con personal especializado en faenas de campo durante todo el proceso de la quema para controlar que el fuego no se extienda a predios vecinos.
Para apagar las quema se debe utilizar el cortafuego, que consiste en iniciar el fuego en el lado opuesto (a contraviento), que avanzará con lentitud, hasta que ambos fuegos se encuentren es decir, la quema y el contrafuego. Al no existir material combustible, las llamas se apagarán paulatinamente y el peligro de incendio habrá pasado.
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