La festividad de San Juan, que otrora se caracterizaba por el encendido de contaminantes fogatas que sin embargo motivaban reuniones familiares y vecinales, ahora tiende a ser una fecha que incita a niños, jóvenes y adultos a la práctica de la pirotecnia, a cuya consecuencia también se reportan daños al medio ambiente y la salud de las personas y también de los animales.
No se puede negar el deslumbramiento de los ojos humanos ante la variedad de espectáculos que se pueden apreciar con la activación de los fuegos artificiales, pero también es necesario asumir conciencia sobre el daño que provocan estos objetos explosivos, fundamentalmente a la naturaleza y también a la integridad humana, no sólo por su toxicidad, sino por el riesgo que representa su manipulación.
INVESTIGACIÓN
El investigador y químico español del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), José Luis G. Fierro, estableció que el "momento de más contaminación" se produce durante la propulsión de los cohetes cuando entran en combustión todos los elementos incorporados a los fuegos de artificio.
Los percloratos son elementos muy nocivos para la salud del hombre, ya que "pueden afectar a la tiroides" y, además, se les relaciona con la contaminación de las aguas de las fábricas donde se producen.
En cuanto a los metales pesados utilizados para dar color al espectáculo, el profesor sostiene que "el cobre aporta el color azul al destello, el litio la coloración roja, el antimonio (amarillo) y el aluminio (blanco), sin olvidar el bario, responsable del color verde y que contiene isótopos radioactivos".
Estos metales se dispersan en la atmósfera y cuando caen a la tierra, lo hacen convertidos en aerosoles sólidos, partículas muy pequeñas, que si se inhalan de manera continuada pueden producir daños en las vías respiratorias.
CASOS
El mes de febrero, Oruro fue testigo de un fatídico hecho, cuando en un partido de fútbol, un hincha por el momento desconocido, del equipo de Corinthians, activó una bengala con tan mala suerte que estalló en la humanidad de un joven fanático del club San José, Kevin Beltrán, quien fue víctima fatal del uso irresponsable de estos explosivos.
En Bolivia hay disposiciones, discursos, propaganda y una variedad de mensajes que pretenden erradicar el uso de estos juegos pirotécnicos, pero llegado el momento nada es valedero, cuando el comercio, con libertad casi absoluta, pone a disposición de los consumidores estos peligrosos objetos, que incluso son manipulados bajo el efecto del consumo de alcohol.
Siempre está latente el peligro de que el deslumbrante y efímero espectáculo termine en tragedia.
Otra consecuencia negativa y con saldos lamentables en cuanto se refiere a pérdidas económicas, fue el incendio en cuatro casetas de venta de fuegos artificiales en las calles Velasco Galvarro entre Bolívar y Sucre, donde en una seguidilla de llamas y en medio de detonaciones y estallidos de colores, las comerciantes perdieron su peligrosa mercadería. El desastre no fue mayor y felizmente no se reportaron víctimas mortales.
Ya al aproximarse la noche de San Juan, en el mercado local se puede apreciar algunos de estos peligrosos objetos que sólo en mínima cantidad están en exposición, pero al interior de los negocios especializados en el área, el comprador encuentra una infinidad de juegos pirotécnicos que pueden ser adquiridos a bajos precios o también a cambio de significativos costos.
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