Una persona que va sola en un automóvil grande puede producir tanto CO2 como si viaja en avión, mientras que si va acompañada de tres personas en un coche pequeño, el daño al medioambiente es tan bajo como si se traslada en tren.
Ésta es una conclusión de un estudio efectuado por investigadores del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (Iiasa) y el Centro Internacional para la Investigación Climática y Medioambiental (Cicero).
El objetivo de este trabajo de ambas entidades científicas e independientes, con sede en Laxenburg (cerca de Viena) la primera y en Oslo la segunda, ha sido optimizar las estimaciones sobre el impacto que tienen en el clima los viajes de las personas.
El Iiasa, en un comunicado, explica que se calculó el impacto de traslados de entre 500 y 1.000 kilómetros, “las distancias típicas para viajes de negocios o de vacaciones”.
Los datos reflejan que volar sigue teniendo el mayor impacto de efecto invernadero por distancia recorrida.
No obstante, entre las opciones que tiene la gente para viajar en automóvil privado o en transporte público, puede haber “una gran diferencia” en cuanto a la dimensión de su efecto medioambiental.
“Viajar solo en un coche grande puede ser tan malo para el clima como volar, pero conducir con tres (otras personas) en un auto pequeño puede tener un impacto tan bajo como tomar un tren”, explica en la nota el experto del Iiasa Jens Borken-Kleefeld.
Más concretamente, los cálculos revelan que un conductor que recorra solo en un auto grande un trayecto de 1.000 kilómetros puede emitir hasta 250 kilogramos de dióxido de carbono (CO2).
Frente a ello, la contaminación sobre la misma distancia en tren o en un coche pequeño con otras tres personas puede situarse en los 50 kilogramos de CO2 por cabeza.
“El viaje aéreo tiene de lejos el mayor impacto sobre el clima por distancia viajada”, pues puede producir estelas y la formación de cirros (un tipo de nube), que influyen sobre el clima y la capa de ozono, se explica en el comunicado.
En la nota, Terje Berntsen, un experto del Cicero coautor del estudio, destaca que algunas variables incluidas en esta investigación -entre otros, los gases de efecto invernadero de poca duración, los aerosoles emitidos en el transporte terrestre y aéreo, así como la ocupación de los vehículos- no han sido reglamentadas en el Protocolo de Kioto.
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