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lunes, 7 de septiembre de 2015
La biología de la Tierra puede enseñarnos sobre lo posible vida de otros mundos
Las formas que ha adoptado la vida en la Tierra a lo largo de su historia son tan variadas, y a veces tan exóticas, que en algunos casos podríamos creer que estamos ante una criatura extraterrestre. La vida se resiste a extinguirse y es capaz de adaptarse de manera asombrosa al medio, incluso cuando este resulta mortífero para otros seres del mismo mundo. Así ocurre en la Tierra, donde existen criaturas que se pasan años sin consumir agua, algunas que sobreviven a temperaturas tan bajas como las reinantes en las lunas de Saturno, otras que pueden sobrevivir en el vacío del espacio, microbios que soportan un nivel de radiactividad tan grande que pueden vivir en los circuitos de refrigeración de reactores nucleares, e incluso algunos que podrían prosperar en ambientes específicos de Marte estableciendo allí colonias.
Algunos de los organismos más inusuales encontrados en la Tierra proporcionan pistas clave a Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad del Estado de Washington, en Pullman, Estados Unidos, para avanzar en una fascinante línea de investigación en la que trabaja desde hace tiempo, la de predecir cómo podría ser la vida en otras partes del universo. Este científico se basa en lo que se conoce acerca de los seres que habitan en los lugares de la Tierra con las condiciones más hostiles para la vida, y sobre lo que se sabe de las condiciones ambientales reinantes en Marte y en Titán (una luna de Saturno), para esbozar cómo podría ser la vida en otros mundos.
Más allá de los microbios, que en ese sentido son los organismos estrella de casi toda extrapolación sobre vida alienígena elemental, hay algunos casos que han recibido mucha atención últimamente. Schulze-Makuch siente un gran interés por un tipo de escarabajos conocidos como escarabajos bombarderos. Estos insectos excretan una explosiva mezcla de peróxido de hidrógeno y otros productos químicos para protegerse de sus depredadores.
En otros planetas, bajo condiciones de gravedad similares a las presentes en Marte, un animal alienígena parecido a un escarabajo bombardero podría generar en su cuerpo una reacción química propulsiva similar, aunque en vez de usarla para escupir un chorro contra un depredador le serviría para impulsarse hasta 300 metros por el aire, según cálculos recientes.
La vida de la Tierra, pese a su conjunto de herramientas bioquímicas tan ajustado a nuestros ecosistemas, cuenta con algunas especies capaces de sobrevivir en un planeta como Marte, y la cantidad de especies podría incrementarse de modo notable con la ayuda de algunas nuevas adaptaciones biológicas que la evolución se hubiera encargado de introducir. En primer lugar, los organismos deberían tener una manera de conseguir agua en un entorno que se asemeja a una versión mucho más seca y fría del desierto de Atacama en Chile. Una adaptación posible sería usar una mezcla de agua y peróxido de hidrógeno, en vez de solo agua, como un líquido intracelular.
De todas las posibles formas que puede adoptar la vida basada en agua y carbono, solo conocemos, y no necesariamente a fondo, una ínfima parte de ellas, la que corresponde a las especies que hoy existen en la Tierra y a algunas de las que existieron en el pasado. En cambio, esta diminuta parte de la biodiversidad potencial ya es capaz de sorprendernos con todo tipo de seres exóticos. ¿Qué podemos pues esperar sobre formas de vida tan distintas a las de la Tierra que ni siquiera comparten nuestra química básica? Schulze-Makuch tiene claro que estas podrían resultar mucho más sorprendentes que la más exótica de las criaturas de nuestro mundo.
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