martes, 29 de septiembre de 2015

El Tunari está abandonado y solo indígenas y originarios lo cuidan


Un aviso inmenso en el ingreso del Parque Nacional Tunari, jurisdicción del municipio de Cercado, saluda al visitante fraternalmente e invita a conocerlo. El atractivo letrero muestra a simple vista que la reserva ecológica se halla bajo estricto control y una rígida supervisión de guardabosques.

Sin embargo, todo es una espejismo. Los guardabosques brillan por su ausencia, nadie ejercita un control efectivo sobre quién o quiénes ingresan y, lo más lamentable, pasean por la reserva parejas de enamorados en motocicletas.

A esta realidad se suman problemas de contaminación ambiental que a lo largo y ancho de la masa boscosa echa sombra con botellas pet abandonadas, papeles higiénicos en desuso y, sobre todo, restos de comida orgánica esparcidas.



ABANDONADO

Con una extensión de 3.000 kilómetros cuadrados equivalentes a 300 mil hectáreas, el Parque Tunari está definitivamente abandonado y librado a su suerte.

No existe en la zona intervención gubernamental conforme lo señala la Ley 1333 de Medio Ambiente a partir del Artículo 5º en lo referente a la aplicación de una política nacional del medio ambiente en esta reserva natural.

En el Parque Tunari lo que menos se cumple es la ley y parece lejana la posibilidad de que tanto autoridades departamentales como locales implementen acciones para hacer lo que manda la norma.

El Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) por falta de personal y presupuesto hace poco para cumplir lo que manda la ley cuando se trata de ejercitar control sobre la reserva natural que abarca el territorio de cinco provincias: Ayopaya, Cercado, Quillacollo, Chapare y Tapacarí.

Pero también involucra a 10 municipios: Morochata, Cochabamba, Quillacollo, Sipe Sipe, Tiquipaya, Vinto, Colcapirhua, Sacaba, Colomi y Tapacarí.

La tarea de cuidar y proteger el Parque Tunari parece ser una misión muy difícil y “poco se puede hacer”, confesó a OPINIÓN la ministra de Medio Ambiente y Agua, Alexandra Moreira.

La autoridad fue interpelada por este periódico sobre la cantidad de guardabosques que tiene el Sernap.

“Con siete poco o nada se puede hacer, pero la situación va cambiar”, prometió Moreira.

COMUNARIOS

Según el director del Sernap Cochabamba, José Cruz, son las propias comunidades las que ejercitan un buen control para frenar delitos ambientales como incendios forestales, o el aprovechamiento indiscriminado de la fauna que habita en el Parque Tunari.

Día a día, son los originarios que viven desde hace décadas en esta reserva natural que asumieron la responsabilidad de cuidarlo.

A falta de un plan de manejo integral del Parque, que de hecho nunca lo tuvo desde que fue creado el 30 de marzo de 1962, las comunidades quechuas y aimaras que tienen a la reserva como hogar se han visto obligadas a organizar grupos de control para preservar la riqueza forestal y animal que posee y ahuyentar a los depredadores ambientales.

La existencia de este sistema lo ratificó Cruz y el jefe de Protección, Alberto Terrazas.

“Los mismos comunarios se han organizado (para cuidar el parque) y si logran sorprender a extraños, por ejemplo practicando caza de animales como la vizcacha, son detenidos y sometidos a lo que llaman justicia comunitaria”, comentó Cruz.

De hecho, para ingresar al parque no existe impedimento alguno.

Cualquier persona, natural o jurídica, puede hacerlo sin restricciones.

Sin embargo, la situación cambia cuando las centrales y subcentrales, en las que están organizadas las comunidades indígenas y originarias que viven y manejan los ecosistemas de la reserva natural, identifican los ingresos clandestinos.

Detienen a los sospechosos, les obligan a explicar su presencia y si han cometido delitos ambientales los expulsan de inmediato.

Esta realidad fue corroborada por OPINIÓN cuando visitó, junto con una comisión interinstitucional, la zona de Lequepampa, dentro de la jurisdicción de Cercado, donde los días 14, 15 y 16 de septiembre pasados ardió el bosque y parte de la región andina de la reserva natural.

Durante estos días, un voraz incendió consumió paja brava y centenares de árboles nativos de quewiñas, pinos y eucaliptos.

Desde la laguna Taquiña, distante a 30 kilómetros aproximadamente de la capital, los representantes del Sernap, la Unidad de Gestión de Riesgos (UGR) de la Gobernación, de la Fiscalía y Bomberos de la Policía, recorrieron parte del Parque buscando identificar las causas del desastre, sin éxito debido a la extensa zona que abarca.

Los comunarios manejan el Parque con usos y costumbres en Morochata, Misicuni, Wara Wara y Titiri, para mencionar algunas, detalló Cruz..


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