Una marca, por decirlo llamativa, es la que posee Chile en materia de desechos electrónicos, puesto que un informe realizado en 2014 por la Universidad de Naciones Unidas (UNU) da cuenta que es el país de Latinoamérica que más genera este tipo de basura, con un total de 9,9 kilos por persona.
La cifra, que duplica el promedio del subcontinente, con 5,9 kilómetros por habitante, supera a países como México (8,3 kilos p/p) y Brasil (7 kilos p/p); y lo que es más preocupante, el 81 por ciento del total de esta basura digital tiene un destino desconocido, es decir, llega a vertederos o basurales clandestinos.
El gran problema es que los desechos electrónicos son altamente contaminantes de las capas subterráneas y los cursos de agua, debido principalmente a sus contenidos de metales pesados y plomo en sus monitores, además de la descomposición alcalina de sus baterías. En la nación sudamericana, una de las pocas empresas que se encarga de dar mejor destino a estos materiales es la Fundación Chilenter, donde su directora Irina Reyes, señaló qué sucede principalmente con esta situación.
"Se da más a nivel domiciliario, porque las empresas tiene mayor claridad de sus cifras. Ellos pagan por aseo y por retiro de sus residuos, pero en las casas todos tenemos un computador y un celular. En Chile tenemos hoy 20 millones de celulares y somos muchos menos habitantes que eso", afirmó.
¿Qué se puede hacer con esta basura electrónica? Tal como se los contamos hace unos meses, Chilenter se encarga de reacondicionar y reciclar estos elementos para ser donados, principalmente a colegios de escasos recursos a nivel nacional; mientras que el resto de los materiales, además de reciclarse, sus componentes más valiosos son exportados a Bélgica y Holanda, donde son requeridos como material para minería secundaria.
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