Participaron siete instituciones, que cedieron sus bases de datos y más de 30 investigadores. Se piensa completar el atlas de la biodiversidad con más información de plantas
Es un país megadiverso pero Bolivia no tenía una herramienta que muestre cómo cuidar su biodiversidad. Supongamos que un gobernador se preocupe por las áreas protegidas y decida elaborar políticas para cuidarlas mejor. Digamos el Parque Nacional Amboró. Los alcaldes de Samaipata, Buena Vista o Comarapa, que circundan el lugar, pueden recurrir a los mapas del atlas de la diversidad de la flora y fauna de Bolivia para hablar el mismo lenguaje.
Junto a 16 países del mundo, Bolivia reúne el 70 por ciento de la diversidad biológica del planeta. Su territorio es extenso y tiene zonas distintas como los Andes y la influencia del Amazonas. Los trabajos de recopilación de datos son siempre sacrificados. El trabajo que coordinó la Fundación de Amigos de la Naturaleza (FAN) tomó alrededor de seis meses, pero las primeras semillas fueron colocadas hace cinco años. La información acerca de aves, anfibios, reptiles, especies vegetales y otros recursos de nuestra biodiversidad estaban dispersos, además de ser poco accesible.
Se trata de información valiosa reunida pacientemente durante extensas visitas de campo. Así, registrando cada especie, cada avistamiento de animales, se fueron configurando bases de datos que cada organización guarda celosamente.
Un convenio permitió que esa información sea compartida. Siete instituciones accedieron a mostrar sus datos. Una de ellas fue la Fundación para las Ciencias, creada en Cochabamba. En la misma ciudad está el Centro de Biodiversidad y Genética.En Pando, brindó su apoyo el Centro de Investigación y Preservación de la Amazonia, que depende de la Universidad Amazónica de Pando. El Herbario Nacional de Bolivia también compartió su información, lo mismo que el museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado. Siete fueron las instituciones que participaron en este proyecto.
El apoyo de la fundación MacArthur, con sede en Bélgica, permitió empezar con la publicación, que ya está disponible para su consulta en la dirección www.biodiversidadbolivia.com. Las fotografías, los mapas y los textos serán puestos en un disco que será distribuido gratuitamente entre alcaldes, líderes y personas que están a cargo de tomar decisiones. Según explica Dennise Quiroga, jefa de la unidad Biología de la Conservación de FAN, se buscarán fondos para pensar en una publicación convencional en papel.
USOS PRÁCTICOS DEL ATLAS
El lenguaje en el que está escrita esta publicación tiene, como es de esperar, muchos nombres científicos, pero su estilo, aunque parco, es muy claro. Eso lo convierte en un material que no está al alcance solo de los científicos, sino también de los legos.
Los mapas que fueron incluidos en el atlas muestran los centros de riqueza potencial de las especies y las áreas donde se concentran las que están amenazadas. Se indica también, en estos mapas, las zonas de concentración de las especies raras, de las endémicas o propias de una región y los sitios prioritarios para las tareas de conservación.
La publicación está dividida en dos grupos grandes, que son flora y fauna. En ambos, según explica Daniel Larrea, coordinador del Departamento de Ciencias de FAN, la mayor concentración potencial de las especies está en la vertiente oriental de los andes y en el norte amazónico de Bolivia, en Pando.
Cuando se empieza a mirar más específicamente a las cinco especies de plantas incluidas, la situación va cambiando. En el caso de la ubicación de las 87 especies de palmeras (arecáceas) es similar a la de los anfibios, porque son los bosques amazónicos húmedos del suroeste donde se los encuentra, además de estar en Yungas de la vertiente oriental.
El caso de las gramíneas es diferente. Estas importantes plantas se concentran en lugares secos, como la Chiquitania y en la parte central de Beni, además de la ecorregión de Yungas. Justamente en Beni, en el sitio donde crecen, no hay ninguna área protegida.
Es importante saber que las gramíneas son protectoras del suelo, forrajeras y medicinales, por lo tanto, es uno de los grupos que más importancia tienen en el comercio mundial, según explican los responsables. Trigo, centeno, maíz, caña de azúcar y cebada son gramíneas. La comparación geográfica muestra que los problemas que las afectan son la sequía, en la zona chiquitana, y las inundaciones en la llanura beniana. Con esa información se puede empezar a delinar algunas políticas de conservación, como sugieren los autores del atlas.
La conservación está relacionada también con la seguridad alimentaria. Es el caso de las Fabaceae, como el algarrobo, palo santo, oreja de mono, tusca y cari cari. Tampoco hay una zona específica de riqueza, pero hay tres áreas protegidas en La Paz y Beni. Una es la reserva de la biósfera Estación Biológica del Beni y otra el parque nacional Madidi.
La ubicación de más de 1.350 especies de plantas útiles porque son fuente de medicinas, tallos y hojas comestibles, miel, forraje o insecticidas han sido incluidas en el atlas. Se trata de las Asteraceae, que se usan para obtener aceites esenciales y medicinas. Es el caso de la manzanilla, vira vira, yacón.
En el otro gran grupo están los anfibios, los reptiles y los murciélados. En el caso de los anfibios, por ejemplo, bosques húmedos del sureste de la Amazonia constituyen uno de los sitios más importantes. Donde más especies propias hay son los parques Nacional Carrasco y el Tipnis (Territorio Indígena y parque nacional Isiboro-Sécure), lo mismo que el parque Carrasco, son los lugares protegidos llamados a conservar este especie.
El trabajo de analizar las bases de datos y luego elaborarlas en un producto más claro tuvo un proceso técnico que concluía después de la validación con la treintena de especialistas involucrados. Se usó software especial (MaxEnt) y se aplicaron variables ambientales. Todo un ‘trabajo hormiga’ para que la información sea visualmente atractiva y científicamente interesante.
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