En el quinto piso del edificio de la Fiscalía de La Paz, a dos cuadras de la plaza Murillo, 8.992 insectos, entre mariposas y escarabajos, yacen desde el 17 de febrero de 2010. Su envío ilegal a Europa se frustró y su destino será la Colección Boliviana de la Fauna (CBF), un centro de investigaciones de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Entre centenares de edictos, resoluciones, amparos y otros documentos jurídicos, la fiscal Magalí Mirta Gonzales Ríos espera una autorización superior para la transferencia de los preciados bichos cazados en la Chiquitanía de Santa Cruz.
Los invertebrados sumaban en total 8,34 kilos, que la peruana Dina Elsa Vega Aguilar intentaba despachar al extranjero mediante la Empresa de Correos Bolivia (Ecobol). Ella fue declarada en rebeldía y ahora es buscada por la Policía Boliviana y la Interpol. “El delito no prescribe, por eso esta señora está siendo buscada”, explica la fiscal Gonzales.
Vega había contratado a la boliviana Ericka Cuevas Santos para el envío del cargamento, cuyo valor fue determinado en un peritaje en $us 28.496. El costo debió ser mayor al cruzar la frontera.
Después de ser aprehendida, Cuevas admitió el delito y apeló al proceso abreviado, un recurso del Código Penal, y fue liberada previa consulta con la asesora legal del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, la entidad gubernamental que aborda temas de biodiversidad.
“A Dina se la va a aprehender si entra al país, por eso se enviará toda la información a Migración; si ingresa al país se la arraigará”, advierte la fiscal del caso sobre la prófuga.
VÍA CRUCIS. Hace dos años había sido embolsado el cargamento de mariposas y escarabajos: estaban envueltos en papel periódico, cajas de plastoformo y pequeños sobres, listos para viajar a Alemania en un largo vuelo desde La Paz.
Un operativo en Ecobol descubrió la mercadería antes de que sea despachada al aeropuerto de El Alto. Una vez hecha la denuncia, funcionarios de la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma) y especialistas de la Dirección de Biodiversidad verificaron el material y luego la Policía procedió a la imputación de Cuevas.
“Se le acusa del deterioro de la riqueza natural, degradación del medio ambiente, deterioro del ecosistema y organización criminal”, precisó en aquella ocasión la fiscal Jacqueline Bustillos.
Los delitos que pesaban en contra de Cuevas están tipificados en el artículo 223 del Código Penal, disposición legal que remite a los artículos 110 y 111 de la Ley 1333 del Medio Ambiente. El caso fue atendido por el Juzgado 4° Cautelar que preside la jueza Margot Pérez.
Después de los trámites de rigor, el paquete de mariposas y escarabajos empezó a trajinar un verdadero vía crucis por diferentes oficinas de la Fiscalía de Distrito, lejos de la Chiquitanía desde donde habían sido colectados por traficantes en complicidad con la despachante peruana.
Si bien en febrero de 2010 la fiscal Bustillos atendió el caso y ordenó la detención de Cuevas Santos, liberada después, al poco tiempo fue asignada a Sucre y el caso de tráfico se enfrió.
La fiscal Frida Choque reemplazó a Bustillos. La Razón la visitó el 2 de marzo y ella prometió ofrecer novedades una semana después. No obstante, el caso seguía inmovilizado, y cinco días después la autoridad mandó a informar que el proceso lo atendía la fiscal Gonzales Ríos, quien inmediatamente se puso manos a la obra en el caso.
“Estas especies son protegidas por nuestras leyes. Después se hizo la detención en base a la Ley de Medio Ambiente y el Código Penal; luego se procedió a la imputación a Cuevas”, sostiene Gonzales.Posteriormente, funcionarios de la Fiscalía se dirigieron hasta el domicilio de Vega Aguilar, pero no dieron con ella.
Luego, en la Fiscalía solicitaron un inventario al cargamento, pero los biólogos quisieron cobrar por este trabajo entre $us 3.000 y $us 4.000. “En la Fiscalía no tenemos recursos para ello, por eso, mediante Biodiversidad, decidimos contactarnos con Fernando Guerra, un entomólogo de la Colección Boliviana de la Fauna”, explica la fiscal Gonzales a este medio.
Inventario. Tras un pedido escrito por parte de la Fiscalía, el especialista hizo el inventario de las especies que iban a ser traficadas a Europa. Luego se procedió al desinfectado y la clasificación de cada especie.
“De acuerdo con el estudio, había 6.240 mariposas y 2.752 escarabajos. Un total de 8.992 ejemplares de 130 especies. El costo aproximado era de $us 28.496 en condiciones óptimas, pero tal como estaban las podían comerciar hasta en $us 25 mil. Había dos cajas y dos bolsas de plástico; todas estaban llenas”, rememora Guerra.
El costo de cada espécimen iba desde los $us 5 hasta los $us 29. El biólogo agradece ahora que ninguno de los alados era endémico o único en Bolivia. Nada más por cobrar un dólar por cada uno, la traficante se hubiese llevado al menos $us 9.000. Los traficantes acostumbran enviar mínimamente entre 500 y 600 ejemplares, empero, el negocio está en las raras o las finitas, como las llaman ellos al referirse a las especies endémicas.
Esperanza. Mediodía del viernes 9 de marzo de 2012. El biólogo Guerra sólo espera una autorización de la Fiscalía de La Paz para que los ejemplares sean enviados a la CBF. “Ahí está la colección científica del país. Allí, los especímenes van a estar bien conservados; se les pondrá el nombre científico y servirá para futuros estudios”, anticipa el especialista.
Pero esa autorización aún no había sido emitida hasta el 16 de marzo. “Se solicitó que estas cajas puedan retornar a Colección como una donación o entrega a esa institución. Esto va a servir para que estudien los niños”, dice por su lado Gonzales, quien admite que “desconocía que había estas mariposas en el país”.
La fiscal Gonzales adelanta que pronto estos especímenes dejarán las oficinas de la Fiscalía. “Cuando lleguen, lo primero que se hará será un desinfectado general y posteriormente el etiquetado de las muestras”, expone por su lado el naturalista Guerra.
Ése fue el primer gran cargamento de insectos decomisado y salvado del tráfico. Gonzales insiste en que este delito es sancionado por la Ley de Medio Ambiente y en el Código de Procedimiento Penal. “En el artículo 223 dice que en caso de que se encuentre en flagrancia o a denuncia de otra persona exista este hecho delictivo se lo va a procesar. La pena es de uno a seis años”, justifica ley en mano.
En 2007, la Policía ecuatoriana se incautó de un ciudadano asiático un cargamento de 450 escarabajos vivos, entre ellos muchos bolivianos, que estaban siendo enviados desde Quito. Tras los trámites de rigor, la mitad de ellos fue repatriada a Bolivia y enviada a la Colección, pero el resto murió. “Los animalitos están bajo estrés, deben soportar un viaje muy largo y muchos se mueren en el camino”, acota el biólogo Wilson Gironda.
Gonzales lamenta que personas inescrupulosas se dediquen al tráfico de fauna y flora silvestres, mucho más si se trata de especies que en algunos casos son únicamente bolivianos, como los escarabajos Dynastes satanas o las mariposas Agrias amydon boliviensis. “Simplemente lo hacen por lucro personal, sin considerar el daño al medio ambiente”, protesta.
Desde Ecobol, otros delincuentes intentaron enviar en 2011 lagartos, caballitos de mar traídos dede Perú y semillas de especies vegetales de Bolivia para Europa, pero la carga fue decomisada.
“Querían utilizar a Bolivia como país de tránsito para traficar a caballitos de mar, que habían sido despachados desde Perú para que sean enviados a Europa”, cuenta Raúl Uría Vásquez, de la Unidad de Inspección de Ecobol.
Hace dos años, el entonces responsable de la Policía Forestal, coronel Jorge Viscarra Vargas, dijo a este medio que en algunos casos esa repartición policial está atada de manos porque no existe un fiscal de medio ambiente en la justicia.
Sólo La Paz tiene un fiscal especializado en Medio Ambiente
Felipe Rodríguez es el único fiscal de Medio Ambiente en La Paz, mientras que en el resto de los ocho departamentos no hay una sola autoridad especializada en temas de biodiversidad.
La información la dio la fiscal de Materia Magalí Gonzales Ríos, quien atendió el caso de las mariposas y escarabajos decomisados en 2010 en Ecobol. “No es una especialidad”, admite la autoridad judicial.
En 2010, en la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma) se quejaron de que no había fiscales de Medio Ambiente y que por esa razón en algunos casos, pese a tener las pruebas del delito, fueron liberados los acusados de tráfico.
Hay pocos recursos en Biodiversidad para combatir el tráfico
La única persona que coordinaba el trabajo de Tráfico de Especies en el Viceministerio de Biodiversidad, del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, estaba sin contrato cuando La Razón acudió hasta esa repartición estatal.
De acuerdo con la directora de Biodiversidad, Beatriz Zapata, la persona que era el enlace con la Policía Forestal estaba sin contrato (al menos hasta el 14 de marzo de 2012). “No la incluyeron antes en el POA (Plan Operativo Anual). Hay que hacer la recontratación, ella coordina con Pofoma, Policía militar”, explica la funcionaria gubernamental.
Por lo expuesto, se deduce que hay pocos recursos económicos y humanos en ese viceministerio para combatir el tráfico de especies. “Hay también otras tres personas que hacen el monitoreo de vida silvestre”, pero ellos tampoco fueron contratados. La cooperación internacional es la que paga a algunos funcionarios.
Biodiversidad participa de los operativos en las entradas folklóricas para decomisar plumas de suris, caparazones de quirquinchos y otras especies, pero la oficina se ve limitada en otras áreas.
El gerente general de la Empresa de Correos de Bolivia (Ecobol), Constancio Choque, dice que debería haber personal de Biodiversidad en Correos para detectar cargamento de fauna y flora silvestre.
Zapata cree que es muy difícil que personal de Biodiversidad participe del control en Ecobol y el aeropuerto, pero afirma que se debería capacitar a funcionarios en esas terminales. “El control no es solamente del ministerio, es también de la Aduana, la Policía; hay que capacitar a la gente de los aeropuertos, para que cuando se intente sacar estas especies, se conozca las normas”.
La funcionaria admite que hay una limitación en la lucha contra el tráfico de especies. “Por ejemplo, para decir si ésta es endémica o no es endémica, deben estar preparados. Allí hay una limitación que corresponde fortalecer. El control en Aduana, Policía, aeropuerto y frontera es la gran asignatura pendiente”.
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