Yosuke, un niño japonés de nueve años, ya sabe qué quiere de regalo de cumpleaños: eligió un kabutomushi (escarabajo en japonés). En ese país del Asia, la última moda es tener uno de estos insectos de mascota.
La imagen de este coleóptero está tan difundida, que es normal adquirir terrarios con alimento y escarabajo incluido. Hay juegos electrónicos, libros dedicados a él, un dibujo animado (Kabutomushi) y hasta campeonatos de pelea de estos insectos que incluso son televisados.
Los aficionados pagan hasta $us 300 por ejemplares únicos como el Dynastes satanas o “rompefocos”, el escarabajo nacido en Coroico de La Paz, cien por cien por boliviano, endémico y que es traficado por redes de delincuentes.
Y si en el Asia pasa eso, en Estados Unidos y algunos países de Europa pueden llegar a pagar hasta $us 2.000 por la Agrias amydon boliviensis, una exótica mariposa también colectada en los Yungas. En Bolivia existen cerca de 3.000 especies de mariposas diurnas y entre 15 mil y 20 mil especies de mariposas nocturnas, aunque el país no cuenta con un inventario científico de estas especies. El Libro rojo de los invertebrados debió salir en 2011, pero se anuncia que será publicado en el segundo semestre de este año.
En 2010 fue decomisado en las oficinas de la Empresa de Correos Bolivia (Ecobol) un cargamento de 8.992 insectos, entre mariposas y escarabajos, cuyo destino era Alemania. Hoy, luego de trámites tediosos en la Fiscalía y la Policía, las autoridades judiciales sopesan el traslado de los invertebrados muertos a la Colección Boliviana de la Fauna (CBF), un centro de investigaciones de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Sin embargo, en la Dirección de Biodiversidad, del Viceministerio de Medio Ambiente y Biodiversidad, Cambios Climáticos y de Gestión, y de Desarrollo Forestal no sabían del tema.
“Soy directora desde el 28 de enero y no conocía; cualquier información la tenemos que revisar. Tendría que ver qué ha pasado; por lo menos a mí no me han comentado”, afirmó el miércoles 14 de marzo Beatriz Zapata, titular de la Dirección de Biodiversidad.
Antes de esa fecha, La Razón fue en tres ocasiones a esa oficina para hallar información sobre el caso. Ante la insistencia, el jueves 15 de marzo, la técnica Ángela Núñez informó por correo electrónico que se inició el proceso a los implicados en el tráfico de insectos.
Zapata desconocía que el Mariposario de Nayriri en El Chairo y el primer criadero de escarabajos en Santa Rosa de Pacollo, ambos a media hora de Coroico, habían cerrado por falta de recursos económicos. El objetivo de los dos novedosos programas era exportar insectos de acuerdo con planes de manejo con beneficios para las comunidades yungueñas y convertirse así en una alternativa al creciente tráfico de invertebrados desde Bolivia. De acuerdo con datos del centro de investigación de CBF, en el país los únicos programas de manejo son de lagarto, vicuña, taitetú, paiche, mariposas, escarabajos y tramitan del jochi pintado.
“Sin estos planes de manejo, el tráfico de insectos se incrementará”, opina Marcos Cos, que coordinaba el criadero de escarabajos en Santa Rosa de Pacollo.
TV FRANCESA. Bajo el título Trafic D’insects, la televisión estatal francesa difundió en diciembre del año pasado un trabajo hecho en Bolivia sobre el tráfico de insectos desde los Yungas de La Paz.
Un equipo dirigido por Christian Bertrand Auxemery arribó en 2011 al país para realizar crónicas sobre el lago Titicaca, el salar de Uyuni y tráfico de insectos.
Durante una semana visitó los Yungas, Incahuara, Caranavi, Coroico y otros sectores del Parque Nacional de Cotapata, desde donde cada año, de acuerdo con los datos del biólogo Fernando Guerra, son traficados entre 200 mil y 250 mil insectos, entre mariposas, escarabajos y abejas, rumbo a los mercados norteamericanos, europeos y asiáticos.
El programa denominado Faut pas Rever (No hay que soñar, en español) explora la forma de vida de los habitantes de los cinco continentes.
La televisión francesa se basó en un reportaje que la revista dominical Escape de La Razón publicó en febrero de 2010, titulado Una fortuna con alas se esfuma de los Yungas, y comprobó que el tráfico de insectos desde Bolivia goza de buena salud. El reportaje recogió testimonios de quienes capturan mariposas en Incahuara, de un proveedor de insectos en Caranavi y cerró con una visita a la calle Sagárnaga, de La Paz, donde algunas tiendas ofrecen insectarios a los turistas.
“Es lamentable lo que está pasando en Bolivia. Nosotros creemos también que se deberían aplicar planes de manejo y no traficar con los insectos”, dijo el año pasado Auxemery, de acuerdo con Guerra.
“La solución es la cría. La historia está en marcha…”, con ese adelanto presentó la televisión francesa el documental a Europa y el mundo. Para quienes pretendan ver el video, la dirección en internet es: fautpasrever.france3.fr
Ladrones. “Nuestra Pachamama, nuestra Madre Tierra, está perdiendo sus hijos que son pankatayitas (escarabajos), wairunkus (abejas) y pilpintos (mariposas), y parece que poco se está haciendo”, exclama Guiniol Quilla, teólogo aymara.
La Razón visitó Incahuara, un verdadero santuario de mariposas, a una hora antes de llegar a Caranavi. Habló con los pobladores, quienes admiten que se dedican a la colecta de mariposas y también escarabajos. “Los que trabajan son unos cuantos, no son todos. Venían gringos y chinos a comprar, pero hay que estar faenando (trabajando) un día, a veces dos y hasta tres días”, cuenta Raúl Vargas, secretario general de Incahuara.
Estrellani y Santo Domingo son otras colonias dedicadas a la colecta.
Severo Oraya, otro dirigente, relata que cuando el precio del café estaba bajo, los recolectores vendían a Bs 30 y hasta Bs 400 algunas mariposas. “Una temporada, toda la comunidad pescaba mariposas. Ellos (los traficantes) pagaban nomás. Una sanita (con las alas intactas) y nuevita costaba, pero por una viejita pagaban menos”, describe.
Entre sembradíos de coca, Incahuara forma parte de los antiguos Caminos del Inca, y más de un comunario halló piezas arqueológicas al construir su casa, pero entre septiembre y noviembre casi toda la población se dedica a los insectos.
Noel Mendoza dedicó cinco de sus 28 años a la captura de mariposas. “‘Las finitas, como la bucle, y las xenágoras (Prepona xenágora) queremos’, nos decían (los traficantes). Se ganaba y se gana bien, porque el lugar es ideal para esto. Por la bucle pagaban Bs 80 y por las otras 120 y 130”, revela el joven, que intentó tener su propio criadero.
Un solo poblador cazaba 500 mariposas. En Bolivia, la Ley de Medio Ambiente de 1992, en su artículo 110, prohíbe y castiga la actividad con una pena de uno a tres años y multa equivalente al cien por cien del valor la caza, pesca y captura a través de medios prohibidos como explosivos, sustancias venenosas y las prohibidas por normas especiales, que causan daño, degradación del medio ambiente o amenaza la extinción de las especies.
Mientras que el artículo 111 añade: “El que incite, promueva, capture y/o comercialice el producto de la cacería, tenencia, acopio, transporte de especies animales y vegetales, o de sus derivados sin autorización o que estén declaradas en veda o reserva, poniendo en riesgo de extinción a las mismas, sufrirá la pena de privación de libertad de hasta dos años perdiendo las especies, las que serán devueltas a su hábitat natural, si fuere aconsejable, más la multa equivalente al cien por ciento del valor de estas”.
La norma existe y la Dirección de Biodiversidad realiza actividades de difusión al público, al que informa que es ilegal la tenencia, comercialización, captura, acopio de especies silvestres.
No obstante, los recursos para el combate al tráfico de vida silvestre son insuficientes. Zapata admite que la persona que coordina este pelea contra el tráfico con la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma) terminó su contrato y espera que la cooperación internacional le pague sus honorarios.
Los periodistas siempre son invitados a observar los operativos de decomiso de plumas y quirquinchos en las entradas folklóricas, pero el control al tráfico de insectos es esporádico. En las turísticas calles Sagárnaga y Linares de La Paz se ofrecen sin ningún control insectarios con mariposas y escarabajos. Los precios oscilan desde los Bs 55 hasta 180 y 230. “Usted me dice cuántos y qué clases quiere, y se los traigo”, dice a este medio uno de los propietarios del negocio.
Los traficantes se dan modos para sacar las especies fuera del país mediante vuelos directos, camuflan la mercancía, la mezclan con despachos legales y la envían en cajas de doble fondo. “De 450 escarabajos que intentaron sacar en 2007, la mitad se murió; sólo los más fuertes resisten vuelos largos a Japón”, explica el biólogo Fernando Guerra.
El director departamental de Pofoma, coronel Edwin Peña, revela que hace dos meses el organismo policial interceptó en El Alto 45 hormigas tucanderas (propias del Chapare) que iban a ser enviadas a Alemania. El contingente fue al aeropuerto ante una llamada del personal de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), que encontró el sospechoso cargamento.
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