"Para que se llene tiene que llover y no llueve", fue la respuesta categórica de uno de los comunarios indígenas Uru de la comunidad de Llapallapani, cuando se le consultó si piensan que el lago volverá a su dimensión original, y la realidad muestra que toda la parte Sur de lo que fue el lago Poopó se convirtió en un manto de sal y salitre que se extiende desde el municipio de Huari hasta cercanías de Orinoca, según aseguraron los originarios.
Ayer LA PATRIA acompañó a una delegación de 12 personas provenientes de Canadá, miembros de la Agencia para Latinoamérica denominada "Desarrollo y Paz" que trata de ayudar a los comunarios Uru luego del desastre ambiental que conllevó a la sequía del lago Poopó, además de personeros del Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA).
La delegación llegó hasta la parte Sur del espejo de agua, hoy convertido en un amplio manto de sal que se extiende por varios kilómetros, según comentaron los indígenas Uru de Llapallapani, con quienes se llegó hasta unos dos kilómetros al interior de lo que antes era el lago, para evidenciar que donde hace años atrás había el líquido elemento, peces, aves y otras especies, hoy solo existe una capa blanquecina entremezclada entre salitre y cloruro de sodio.
Dionisio Choque, alcalde comunal de Llapallapani, explicó que como ex pescador del lago Poopó, el anterior humedal se extendía mucho más al Sur hasta llegar a cercanías de Pampa Aullagas, y los comunarios aprovechaban la fauna silvestre que existía para aprovisionarse de pescado, patos, parihuanas (flamencos), sus huevos y otras especies que vivían en el espejo de agua, pero que ahora el panorama es crítico porque cuando se secó el recurso hídrico obligó a los comunarios a buscar otras formas de subsistencia.
Señaló que una situación similar se vive en Vilañeque y Puñaca que son parte de las comunidades Uru, aunque en este último sector aun cuentan con el recurso hídrico del lago Uru Uru y parte del "Poopó" aunque en poca proporción.
En otras partes del lago, principalmente el sector Noroeste, donde se tiene mayor profundidad se cuenta con agua aunque no en gran volumen, pues en el mes de junio se anunció por parte de autoridades que si bien existía un espejo de agua amplio, el mismo no tenía una profundidad de más de 40 centímetros, cuando en épocas remotas incluso el agua llegaba a 1,50 metros, según indicaron los originarios.
SALINIDAD
Choque mencionó que hoy se están formando capas de sal en la parte central Sur del lago, de un grosor que sobrepasa los 20 centímetros, por ello afirman que tienen pocas esperanzas de que el espejo de agua llegue a su dimensión original, esto debido a que el río Desaguadero, afluente principal también está seco en gran parte del año y esto se debe a que se hacen desvíos del líquido elemento y principalmente por la falta de lluvias.
"Lo que queremos es que las autoridades lleven a analizar esta sal y ver si puede ser aprovechada para así poder solventarnos con otro ingreso, también queremos mejorar el camino para poder fomentar el turismo y que la gente vea cómo se ha secado el lago porque como ven no podemos ingresar con facilidad", indicó.
La autoridad explicó que el cloruro de sodio se está apoderando de toda la zona y sería importante ver si se puede aprovechar para por lo menos sacar sal y poderla vender, se pensaba realizar trabajos de arcilla pero ante este panorama es difícil saber si la materia prima sirve para hacer cerámica debido a la alta salinidad y salitrosidad del terreno.
Mencionó que se vio otra sequía similar por la época del 92, pero que luego volvió a llover y el lago se volvió a llenar aunque no en su misma dimensión, ahora el panorama es diferente, ya van casi cuatro años que se ve un manto blanco en la parte Sur del "Poopó" y si no llueve lo necesario el panorama no cambiará por lo que se debe pensar en otras alternativas
SEMBRADÍOS Y TERRENOS
El corregidor de la comunidad Uru Llapallapani, Gregorio Ríos, explicó que otro de los problemas que sopesan es la falta de terrenos para dedicarse a otras actividades como la siembra y crianza de animales, afirmó que la comunidad solo tiene cerca de 150 hectáreas de terreno y existe el peligro de avasallamiento por parte de otras poblaciones cercanas, por lo que piden a las autoridades del Estado que sus terrenos sean saneados.
Añadió que otro problema que sopesan son los fuertes vientos que trasladan los restos de sal y salitre del lago hacia sus parcelas de sembradíos, razón por la que las cosechas son ínfimas, a eso se suma la falta de lluvias, por estos motivos los jóvenes de Llapallapani tienen que emigrar del pueblo y dedicarse a otras actividades, son alrededor de 400 familias que viven en la comunidad pero que casi la mitad de los miembros de cada hogar decidió ir a buscar otras opciones de vida.
ALTERNATIVAS
Ruth Vilches, funcionaria de la Unidad de Justicia Ambiental del CEPA, señaló que los miembros de la organización "Desarrollo y Paz" llegaron a la comunidad para verificar el grado de afectación que sufren estos pueblos cercanos al lago Poopó y ver en qué más se puede apoyar a los indígenas originarios para mejorar su situación de vida y preservar las características de su cultura.
Una de esas alternativas es fomentar la actividad turística en la región que si bien no es un paliativo coadyuva en cierta forma a los indígenas, también se tiene la elaboración de artesanías en base a la "chillawa" (subespecie de la paja brava), pero que se necesitan más mercados para ofertar estos productos.
Durante la visita se apreció que en algunos domicilios existen carpas solares, pero la producción solo es para el consumo familiar pues faltan fuentes de agua, ya que actualmente el líquido elemento lo extraen de pozos y existe el peligro de que se sequen por la falta de lluvias, así mismo se tiene un criadero de pejerrey, proyecto que fue realizado por las autoridades departamentales, pero según los comunarios no tuvo el seguimiento necesario y fracasó, ahora se piensa cambiar el pejerrey por la trucha porque tiene mayor resistencia a las condiciones climáticas del lugar.
A pesar de todos estos obstáculos, la gente de Llapallapani aún piensa en conservar su cultura y no alejarse de su terruño, pero para ello necesitan el apoyo de autoridades e instituciones para cambiar su modo de vida que estaba basado íntegramente en lo que les ofrecía el lago Poopó.
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