El Pantanal es un conjunto de lagunas, pantanos y ríos que se encuentran en la planicie de inundación de la parte alta de la cuenca del río Paraguay. Es el humedal más grande del mundo, tiene una extensión de 210 000 km2, abarcando 70% del territorio brasileño, 20% del territorio boliviano y 10% del territorio paraguayo. Es una región poco poblada, alrededor de 300 000 habitantes entre Ayoreos, Chiquitanos y habitantes provenientes de los países fronterizos. Una de sus más importantes particularidades es que se ubica en medio de cuatro ecosistemas diferentes: la Selva Amazónica, el Cerrado, el Bosque Chiquitano y el Gran Chaco, dando lugar a un espacio en el que se reúnen la fauna y flora de cada uno de estos ecosistemas. Encontramos al menos 120 especies de mamíferos, 650 de aves, 90 de reptiles, 40 de anfibios, 260 de peces, 1030 de mariposas y más de 1650 especies de plantas. Es considerado como el espacio natural más rico en biodiversidad del mundo. Desde el 2000 fue nombrado Reserva de la biosfera por la Unesco.
EL RÍO MIRANDA
Nos encontramos navegando el río Miranda, en el Pantanal del Aquidauana-Negro, lado brasileño. Estamos con la esperanza de cruzar alguno de los tres jaguares que, dicen, andan rondando por la zona. Nuestro guía, Fabiano, nos cuenta que consiguió ver alguno, once veces en su vida y que en promedio se logra ver uno por año.
Conocemos bien nuestra obsesión felínica en toda la región latinoamericana, en su contacto andino con la selva tropical, a través de objetos de uso ritual, cerámica, discos, hachas de bronce, etc. El jaguar posee una fuerte simbología bélica. Antiguamente, se intentaba analizar el comportamiento del felino para asentar el propio y poner en marcha un sistema de ordenamiento espacial y de dispersión ante otros grupos de asentamiento. El jaguar fue una figura divina en muchas culturas prehispánicas. El Inca Garcilazo contaba, que el culto al felino fue anterior a los Incas, quienes por cierto, no los cazaban y se dejaban comer. En la región guaraní, se habla de los Yaguaretés-Avas, indios viejos bautizados que se metamorfosean en felinos por la noche. Son difíciles de ver, por lo que los chamanes son los encargados en poner en escena la conducta de este animal con la ayuda de alucinógenos.
El sol nos ofrece la suave luz del atardecer, cuya intensidad adquiere todo su espesor en la dulzura del agua. Quedamos impresionados con el tamaño de las alas de la ave Garza Mora (112-122cm).
En cada punta de árbol, se posa un ave diferente, una Grajilla con cresta, una Garza blanca, también una pareja de Tucanes y otra de los famosos Tuiuiuis. Es agradable sentir cómo estos seres se sienten a sus ascuas y nosotros sentirnos en su hábitat. Nos acogen orgullosos y confiados con cantos nocturnos y desfiles aéreos. Los caimanes testigos de la vida en este lugar, se ven cansados y aburridos. Son los más tímidos, ni bien nos acercamos, se sumergen disimuladamente y desaparecen.
TIERRA DE DINOSAURIOS
Es fácil imaginar esta tierra como la que siempre fue tierra de dinosaurios. De hecho, los científicos sostienen que las aves son un grupo de dinosaurios terópodos que surgió durante la era mesozoica, y los cocodrilos son los únicos contemporáneos que sobrevivieron a la catástrofe que los hicieron desaparecer.
En nuestra balada nocturna, en búsqueda del jaguar, brillan los ojos rojos de los caimanes. Hay muchísimos. Decidimos permanecer callados y escuchar a la naturaleza por algunos instantes.
Fue uno de los conciertos más hermosos que jamás oí.
A la mañana siguiente, emprendemos temprano un recorrido por tierra. Una planicie semiárida, se extiende delante de nosotros tal como una Savannah, sólo que no se ve ni león, ni búfalo, ni jirafa, ni rinoceronte, ni elefante, solamente a nosotros. Nos sentimos animales terrestres. Cabalgar en este generoso espacio provoca un instinto de libertad, al cual precede el profundo y urgente deseo de protegerlo.
Durante la cabalgata, Fabiano, cuenta, cómo, hace unos años, durante este mismo trayecto, se desvió de la ruta y, de pronto, una anaconda lo encontró, lo afrontó, lo envolvió por lo que tuvo que pelear para deshacerse de ella. Todos nos quedamos asustados de tan solo imaginar la escena, pero él lo contaba con naturalidad.
Tomamos el bote de nuevo para dirigirnos hacia una de las montañas más altas para disfrutar de la vista. Al retorno, nos retrasamos, distraídos, descifrando los ruidos de la selva. Fue precisamente ese retraso que nos condujo a lo que esperábamos. Estábamos todos silenciosos, cansados de la caminata. De súbito, Fabiano giró bruscamente la barca, desestabilizándonos, y señaló con el brazo extendido hacia el costado. No sin antes vivir la extrema emoción del momento en un silencio, pronunció tranquilamente, “Ahí está”. No lo veíamos aún, sólo escuchábamos los aullidos de los cerdos monteses que parecían voraces soplos de viento.
Apagó el motor y suavemente acercó la barca a la orilla frente al árbol en el que se encontraba. Ahí estaba el jaguar, parado con delicadeza sobre la rama de un árbol. Nos miró como cuando una belleza natural y secreta se siente descubierta de sorpresa sin perder la calma ni el control del momento. Nos miró fijamente por unos segundos, los suficientes para cautivarnos. Tenía una mirada inocente e intensa. Luego se volteó hacia sus presas y retomó su concentración para cazar, mientras nuestro barco discretamente se alejaba dejándose arrastrar por la corriente. Fue, sin lugar a dudas, un momento encantador y especial para todos, pero sobre todo para Fabiano, quien no se recuperaba de la satisfacción y la alegría que esto le provocaba. “Ahora puedo morir tranquilo”, dijo orgulloso mirando con una sonrisa un horizonte que ya no le importaba mucho. Significaba un logro para él, un momento en el que el misterio de este lugar se hacía tangible, en el que, él no era un habitante más, pero un amante del Pantanal con éxito, buscando desafiarlo para luego sucumbir ante su seducción.
NOCHES DE FIESTA
Las noches son normalmente de fiesta: música a todo volumen, billar y cervezas. Fabiano me confiesa que es feliz aquí, pero que la razón por la cual fuma crónicamente es porque a veces llega a ser aburrido. La música es una presencia diaria en su cotidiano vivir y la radio el principal artefacto que acompaña a todo habitante. Fue llegando a la ciudad de Corumbá, en frontera con Bolivia, que me di cuenta de su importancia. En el bus de ida, una señora dueña de una hacienda, mientras me mostraba las fotos de todos los animales que visitaban su casa, me habló de una emisión radial, “muy útil y popular”, sobre la frecuencia AM.1360 llamada “Alô Pantanal’. Me dice que cuando hay fuertes lluvias y el agua sube, los desplazamientos se hacen más difíciles, por lo que los anuncios por la radio resultan ser el único medio para comunicar.
Eudeluza, es la hija del dueño de la posada, donde me estoy quedando. Cuando se enteró que estaba interesada en conocer más sobre aquella emisión, se precipitó para decirme “Yo viví en una hacienda hasta mis 21 años de edad, no hace mucho que vivo en la ciudad”. Tiene la tez bronceada los ojos claros y un carácter dominante. Vive con su niña y su marido, al que por cierto, hace unos instantes, regañó por estar sentado y no acelerar en sus responsabilidades familiares. Muy decidida se sentó para conversar. Le pregunté sobre algún recuerdo que tuviera de aquella emisión. “Me gustaba despertarme a las cinco de la mañana con ese sonido “rrrrr..” de la radio cuando aún no está activa. Forma parte de mis recuerdos de infancia. La emisión ‘Alô Pantanal’ es con la que nos reuníamos todos a la mesa a la hora del almuerzo. Ahora ya no se ve tanto eso en la ciudad, cada quien está por su lado con el celular”. Me cuenta también sobre los tipos de mensajes que se transmiten por la radio. ¡Pueden ser cartas familiares, como cuando por una semana, tuvo que ir con su abuela a la ciudad, y pasaron por la radio para avisar a la familia en la hacienda, cómo se encontraban; o bien, declaraciones de amor, a lo que infelizmente no tuvo derecho por un padre muy celoso. En realidad, el hombre con el que está ahora, fue su primer amor cuando todavía vivía en la hacienda. Asegurándose que su marido no la escuche, me confiesa que ni bien sabía que él iba a pasar en su camión por su calle, dejaba de lado lo que estuviera haciendo y corría para hacerse ver. La mataba de miedo y de rabia la posibilidad de que ‘alguna gringa hermosa de ojos azules’ se le echara encima desnuda, porque ‘sí que lo hacían!’ precisa. Después de enamorar un tiempo se separaron cuando ella vino a la ciudad a estudiar. Pero luego, se volvieron a encontrar, el amor renació en una forma acertada y se casaron. El único remordimiento que tiene a raíz de esto, es no haber finalizado sus estudios. Pero, me asegura muy decidida, que los retomará el próximo año, y será en gestión ambiental.
RADIO “FRONTERA”
Para informarme más sobre esta emisión, decidí ir donde se lleva a cabo, a la Radio “Frontera”. Un señor de alrededor 70 años vino a dejar su carta escrita a mano, solicitando que fuera anunciada dos veces. El mensaje enunciaba que la lancha iba a llegar a puerto a tiempo, que los clientes de tal hacienda podían esperarlo tranquilamente.
El radialista Edvaldo Pereira aceptó que asistiera a la emisión. Me contó que antes de ser radialista de esta emisión, había sido militar primero y luego pastor. No me quiso contar las razones por las cuales había cambiado de oficio. Hoy es radialista y se encarga de este programa. Pero me advierte que, en realidad, está reemplazando temporalmente a Lalá el legendario radialista oficial de la emisión desde hace cuarenta y cuatro años y que hoy, a sus 75 años de edad continua presente en los hogares fieles a la emisión.
Edvaldo afirma que, en una investigación reciente sobre la audiencia de ‘Alô Pantanal’ se indica que, desde hace siete años, la emisión está en la preferencia de los oyentes del Pantanal. “Ya creó una tradición- agrega-, en las haciendas todos al mediodía, encienden la radio para escuchar la emisión, esperando la noticia. Y cuando se mudan a la ciudad, llegan y ya tienen esa costumbre así que también la escuchan”.
Aunque, hoy en día, las nuevas tecnologías permiten nuevas maneras de comunicar, como el teléfono, el celular o el internet, la emisión permanece muy escuchada y es percibida como de gran utilidad en la región. Su particularidad es que es AM y que a diferencia de la FM, cuyas ondas circulan de forma recta, las ondas de la AM se desplazan en curvas por lo que logran esquivar los obstáculos de la selva y consiguen llegar a los lugares más profundos y lejanos.
No obstante, en una entrevista, Caibaro Silva Pereira, Director comercial del grupo de información declara que espera que la emisión evolucione a FM “como toda frecuencia lo hace” afirma. A pesar que la frecuencia AM es la más adaptada para este contexto, la publicidad paga mejor a una frecuencia FM. Si esto se lleva a cabo, los lugares más alejados ya no tendrían acceso a esta sintonía.
Un caso más, de cómo la obsesión por alcanzar alguna ilusión de modernidad suele ser, como en varias ocasiones, el origen de políticas inadaptadas.
A pesar de esto, en este rincón del mundo, la tecnología aún no está por encima de la naturaleza. Nos encontramos en un lugar donde por el momento ella prevalece. Quizás sea uno de los pocos lugares donde todavía sea así y esperemos, lo permanezca.
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