La situación actual así lo exige, ya no es momento de improvisaciones ni repetir largos y costosos estudios de diagnóstico y evaluación, ni prolongados debates mediáticos para determinar las causas que tuvieron como efecto la grave situación actual en la que se encuentra el lago Poopó.
No obstante tener una amplia base de datos acerca de las características y cambios que experimentó este importante cuerpo de agua a través de la historia y los últimos años, así como de las diferentes amenazas tales como el cambio climático, fenómeno del Niño, disminución de las precipitaciones pluviales, la evaporación, el desvío de aguas (en el lago Titicaca, Desaguadero y demás ríos tributarios), los altos niveles de sedimentación y contaminación (natural y por la actividad minera), etc., poco o nada se hizo para prevenir o paliar los efectos posteriores.
Se tienen muchos y valiosos documentos como resultado de varios trabajos de investigación ejecutados por diferentes grupos multidisciplinarios en los 80´s, 90´s y los recientes 15 años transcurridos en el presente siglo; se debe aprovechar todo el conocimiento generado y en base a esa información implementar soluciones prácticas, eficientes e inmediatas.
Lo que sucede con el lago Poopó es un serio llamado de atención a las autoridades nacionales, departamentales y locales para que dejen de lado sus intereses personales y partidarios, trabajen en función del bien común de todo el departamento de Oruro; asimismo, se constituye en un reto para técnicos, investigadores, académicos para que pongan toda su capacidad al servicio de la región aportando con ideas.
Se debe conformar un equipo multidisciplinario con el personal mínimamente necesario, que reúna el perfil adecuado, con la capacidad, responsabilidad y experiencia suficiente para decidir e implementar las medidas más convenientes de manera urgente. Evitando grupos demasiado numerosos que hagan dificultoso y lento el proceso.
Optimizar el uso de los recursos económicos (públicos o de la cooperación internacional) y humanos con los que se cuenta para diseñar e implementar estrategias técnicamente eficientes, económicamente sostenibles y ambientalmente adecuadas de corto, mediano y largo plazo, esto se determina tomando en cuenta la urgencia e importancia de cada problema. Tratando en todo momento de evitar el despilfarro de dinero y tiempo.
El lago sufrió un largo y lento proceso de desertificación, no fue un suceso de la noche a la mañana. Un dramático llamado de alerta y aviso de que algo no estaba bien fue la gran mortandad de peces, aves y otros animales ocurrido hace aproximadamente un año, se habló de contaminación, causas naturales, etc., pero a pesar de esas graves señales no se tomaron decisiones coherentes, es más no se hizo absolutamente nada. Con la desaparición del espejo de agua no solo se perdió la fauna acuática, sino también la flora y su consecuencia en las condiciones medioambientales de la región se harán sentir con mayor rigurosidad posteriormente.
El lago Poopó se encuentra ubicado en una región minera por excelencia, muy cerca de yacimientos de minerales polimetálicos que fueron y continúan siendo explotados tanto por empresas privadas, estatales y cooperativas.
La presencia de metales pesados en las aguas está directamente relacionada con pasivos ambientales mineros y descargas de aguas ácidas de mina que contribuyen con elevados contenidos de metales pesados disueltos; asimismo, operaciones mineras actuales que, pese a contar con las normativas ambientales vigentes, continúan con descargas de colas (pulpas con elevado contenido de sólidos) a los ríos tributarios del lago. Entonces también el sector minero debe poner de su parte para emprender una tarea que no será sencilla pero que con el compromiso de todos los actores involucrados se puede llevar adelante.
Las medidas más urgentes deben atacar esos problemas para permitir, si aún es posible, una recuperación del lago y todas las formas de vida que alberga como ecosistema.
Caso contrario, lo único que queda es dejar que el tiempo transcurra y tal como mencionaron algunas autoridades nacionales, departamentales e incluso el ejecutivo del proyecto que trabaja en la cuenca desde el 2010, el lago ya se secó en anteriores oportunidades y que después de un tiempo volvería a su estado natural. Queda la esperanza de que tengan razón.
Lo sucedido con el lago Poopó es una realidad que debe preocupar y llamar a la reflexión a todos, se debe actuar de manera inmediata y sin intereses mezquinos. Dios quiera que no sea demasiado tarde y la situación no sea irreversible.
Al concluir esta gestión, se espera que las condiciones de trabajo para el sector minero en particular y para todo el país en general mejoren ostensiblemente en el 2016.
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