domingo, 10 de enero de 2016

El Acuerdo de París y la COP21 ¿Sirve o no sirve?

ANÁLISIS | LA PASADA CUMBRE CLIMÁTICA LOGRÓ UN ACUERDO QUE FUE CONSIDERADO COMO UN LOGRO EN LA HISTORIA DE LAS NACIONES UNIDAS. SIN EMBARGO, ALGUNOS LO FIRMARON A REGAÑADIENTES Y NO ESTÁN OBLIGADOS MÁS ALLÁ DEL COMPROMISO DE HONOR, A CUMPLIRLO.

Pasada la euforia del momento, calmadas las expectativas de algunos y confirmadas las premoniciones de otros, la Conferencia de las Partes, que organiza las Naciones Unidas (CMNUCC) en su plataforma de lucha contra el Cambio Climático, debe ser analizada sin acaloramientos. ¿Sirve realmente el acuerdo firmado en París en diciembre de 2015 en la COP21? ¿Bolivia saca algo en claro de esta reunión? Veamos hechos puntuales.



ANTECEDENTES, IMPORTANTE SABER

La reunión de París comenzó con un gobierno presionado para demostrar que pese a los graves atentados terroristas perpetrados tan solo un mes antes, era capaz de organizar una de las citas más grandes de la política ambiental, alojando a decenas de mandatarios y altas autoridades, y cuidando durante dos semanas que los negociadores, los periodistas acreditados y todos los demás involucrados, pudieran moverse a salvo en la Ciudad Luz. Se logró, aunque bajo mucha tensión.

También se firmó un acuerdo en un histórico consenso de 195 países, también con mucha tensión. Pero ¿es suficiente para detener el calentamiento global (no llegar a un aumento mayor a los 2 grados)? ¿Se cumplirá el acuerdo bajo la palabra de las y los mandatarios que fueron a París a apoyar la cumbre entre ellos el Presidente Evo Morales?

Hay que destacar que el Acuerdo de París reemplaza al anterior Protocolo de Kyoto que ya no es el único documento que obliga a los países a reducir sus gases de efecto invernadero. Si bien este acuerdo no es lo suficientemente fuerte y tampoco impone medidas punitivas a quienes no lo cumplan, es un documento en el que, después de 21 años de reuniones, los 195 países se comprometen a luchar contra el cambio climático.



¿PERO SIRVE?

Aunque los informes científicos hablan de la necesidad imperiosa de no aumentar la temperatura a más de 2 grados como máximo siendo el 1.5 lo menos malo, los países han presentado intenciones de reducir la temperatura por encima de los 2.7 grados. Y no es suficiente.

Si llegamos a los 2 grados centígrados, alrededor de 280 millones de personas que viven en territorios cercanos al mar se tendrían que desplazar debido a las inundaciones por el deshielo de los glaciares y el aumento del nivel del agua.

Si se lograra no pasar del 1,5 grados, 137 millones de personas tendrían que pasar esa tragedia. Y no se está contando a todo el resto de millones que tendrán que sufrir por sequías, desertificación, erosión, falta de agua, encarecimiento de los alimentos, etc.

Definitivamente, incluso en el escenario más utópico, habrá consecuencias catastróficas.



SOBRE LA MESA

El Acuerdo de París deja claro que los países desarrollados tienen responsabilidad con los países en desarrollo. El tema del financiamiento es en lo que más se avanzó, y aunque no se ponen cifras concretas a corto plazo, sí se establece que este financiamiento se destinará tanto a mitigación como a adaptación, de manera balanceada y hay una agenda pre 2020, que es el año cuando entrará en vigencia el Acuerdo.

También se especifica que el aporte financiero de las naciones en desarrollo sólo será voluntario. El texto reafirma que los países desarrollados apoyarán financieramente a los países en desarrollo por un monto de 100 mil millones de dólares anuales a partir del 2020, de acuerdo al compromiso asumido en la COP16 de Cancún (2010), aunque precisa que el monto es un punto de partida.

Hoy el tema del cambio climático afecta directamente a los bolsillos de poderosos y no poderosos, y esto ha sido uno de los alicientes más importantes para que de una vez se tomen medidas.

Gernot Wagner y Martin L. Weitzman (2015), dos economistas muy importantes dedicados también al estudio de los problemas del cambio climático, estiman que el impacto del cambio climático va a ser muy grave, pero es más incierto cuándo o cómo tendrá lugar. Pero para Wagner y Weitzman, los errores de comisión no pueden considerarse mucho peores que los de omisión, dado que el tamaño del problema es también enorme porque “en la lucha contra el cambio climático se pueden salvar no miles, sino millones de vidas. La ciencia muestra que hay que tomar decisiones cuanto antes. Lo que ya sabemos nos empuja incluso más lejos, dadas las pérdidas masivas tanto de vidas como de medios de vida. Aplicar una tasa o precio al dióxido de carbono de, al menos 50 dólares por tonelada, sería un primer paso en la buena dirección.”

Además, si no se actúa cuanto antes, se estima que los grados centígrados de la temperatura de la tierra aumentarán en 4,5 en 2100. Si continúan las políticas actuales aumentarán 3,6 grados, y si se actúa por lo decidido en la Cumbre de París aumentarán en 2,7 grados. ´

Los pronósticos de los expertos del Panel Intergubernamental de expertos en Cambio Climático IPCC (2015) sobre la subida del nivel del mar en 2100, (de no tomarse medidas inmediatas) oscilan entre un mínimo de 60 centímetros y un máximo de 1.20. Subidas de metro y medio o dos metros del nivel del mar supondrían que muchas ciudades y zonas costeras pudieran llegar a desaparecer, parcial o totalmente, en muchos países del mundo.



LOS BOSQUES, EL TALÓN DE AQUILES BOLIVIANO

El texto final firmado en París reconoce que la mitigación de los efectos del cambio climático pasa por el reconocimiento de bosques como sumideros. En la práctica establece que los países pueden seguir emitiendo gases invernadero para su desarrollo, siempre y cuando estos puedan ser absorbidos y capturados geológicamente a través de los sumideros que poseen los sistemas naturales.

De acuerdo a la calculadora, los planes de Bolivia de reforestación son prácticamente incumplibles (al respecto invitamos a la autoridad correspondiente a enviar su contribución para este artículo, pero no lo hizo).

Si se quiere llegar a lo previsto por el gobierno, en lo presentado ante la COP21, habría que invertir 4.500 millones de dólares en este tema, y eso no va a ocurrir. (Ver recuadro 1).

Es necesaria otra estrategia y esto pasa por evitar la deforestación, cualquiera que sea su origen, y poner multas importantes a quienes incumplan las leyes que además deben ser replanteadas. (Deforestar una hectárea se castiga con 1.000 bolivianos pero reforestarla cuesta alrededor de 1.000 dólares).



ASÍ LAS COSAS

Quedan sobre la mesa muchos puntos en este acuerdo firmado en París, aunque esta no es la última reunión. El próximo año los países harán un balance de lo firmado en Marruecos.

Y si bien los temas que han quedado pendientes son urgentes (género, derechos de los pueblos indígenas, soberanía alimentaria, tribunal de justicia climática, etc.), se han dado los pasos más importantes para que el cambio climático tenga el lugar que merece en la agenda. ¿Puede Bolivia darse el lujo de quedar atrás en estas metas?.



(Con datos de El País, ConexionCop)







¿LOS BOSQUES CORRERÁN LA MISMA SUERTE DEL LAGO POOPÓ?

Pablo Solón*

Fue una gran alegría que el pasado 25 de septiembre los gobiernos de 193 países aprobaran en las Naciones Unidas el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15.2 que plantea “poner fin a la deforestación” para el 2020. Por fin una medida concreta y urgente, ya que cada año se queman en el mundo 13 millones de hectáreas de bosques que generan alrededor de un 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, tres meses más tarde en la COP21, los mismos gobiernos no incluyeron esa meta en el Acuerdo de París y los países con más altos índices de deforestación como Brasil, Indonesia, Myanmar, Nigeria, Tanzania, Paraguay, Argentina y Bolivia en sus contribuciones para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, no se comprometieron “a poner fin a la deforestación” para el 2020. A lo mucho que llegaron países como Brasil y Bolivia, fue a plantear la eliminación de la deforestación “ilegal” para el 2020.

En el caso de Bolivia su “contribución” oficialmente presentada a la COP21, plantea la deforestación de 3 millones de hectáreas de bosques nativos hasta el 2030, algo que viola totalmente el ODS 15.2. La situación es extremadamente preocupante y se ha agravado el 2015. Según datos de la ABT en el año que acaba de concluir ha habido un incremento del 21% en los focos de calor (incendios forestales) con respeto al año 2014. No podemos permitir que ocurra con nuestros bosques lo mismo que pasó con el lago Poopó.

Es muy loable plantar arbolitos y todos tenemos que involucrarnos en la campaña “Mi Arbol”, sin embargo la pregunta es ¿Cuánto de la deforestación compensa la campaña “Mi Arbol”? Según el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, hasta fines de 2015 se ha plantado un millón de plantines y la meta es plantar cinco millones para 2016, cubriendo una superficie de 7.731 hectáreas, es decir menos del 5 % de lo que se deforestó sólo en 2013. A esto hay que añadirle que estos millones de plantines necesitarán de cuidado por más de 10 a 20 años y que aún cuando alcancen su madurez, jamás compensarán la exuberante biodiversidad perdida de los bosques deforestados.

La contribución de reducción de emisiones que Bolivia presentó en la COP21 en París señala que para compensar la deforestación de las 3 millones de hectáreas se plantarán 4,5 millones de hectáreas de plantines sólo con esfuerzos nacionales y que con apoyo de la cooperación internacional se podría llegar a 6 millones de hectáreas reforestadas hasta el 2030.

Para alcanzar la meta de 4,5 millones de hectáreas “con sólo esfuerzos nacionales” habría que plantar más de 250 millones de plantines cada año y gastar un total de 4.500 millones de dólares que son equivalentes a dos terceras partes de la actual deuda externa de Bolivia.

No podemos engañarnos a nosotros mismos. La reforestación de 4,5 millones de hectáreas nunca será realidad, pero la deforestación de 3 millones de hectáreas será catastrófica para los bosques que sobrevivan, desprotegerá a poblaciones enteras frente a inundaciones, incrementará la sequedad del suelo y el ambiente, y será muy nociva para el cambio climático ya que significará enviar a la atmosfera unos 1.500 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Aún es posible cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15.2 en Bolivia. Para ello debemos: 1) Abrogar la ley que amplía el área de desmonte de 5 a 20 hectáreas, 2) Acabar con los perdonazos a las multas por deforestación ilegal y aplicar fuertes sanciones, 3) Verificar ya el cumplimiento de la función económica social de la tierra garantizando el respeto de los propietarios a la ley de derechos de la Madre Tierra, 4) Dejar de promover la ampliación de la frontera agrícola para favorecer a grandes agroindustriales exportadores de productos transgénicos, 5) Promover proyectos de agroforestería y de recuperación de tierras desertificadas y 6) Dejar de impulsar proyectos extractivistas en nuestros parques nacionales y áreas protegidas.

En Bolivia podemos garantizar la soberanía alimentaria de todos los bolivianos sin quemar más bosques, pero aún quemando todos nuestros bosques jamás podremos satisfacer la codicia de unos pocos agroindustriales exportadores.

*Pablo Solón es director de la Fundación Solón y fue negociador de Bolivia ante la CMNUCC.





EL ACUERDO DE LA COP 21: ¿UN DOCUMENTO HISTÓRICO Y UNIVERSAL?



Patricia Molina*

Lograr un acuerdo que rescata algunos principios fundamentales del Convenio de Cambio Climático de Río 92 es una base, pero falta lo principal: la ruta real de acciones para enfrentarlo.

Las dificultades de establecer acuerdos claros para el financiamiento de los países del sur para enfrentar el cambio climático derivan del enfoque de mercado de carbono. Así, la promesa de los 100 mil millones de dólares desde el 2020 para que estos países se conviertan en economías de energías alternativas, está vinculada a la participación de las corporaciones en las soluciones del cambio climático. Pero esa promesa financiera no está definida. El Acuerdo no detalla qué país pagará cuánto, cuándo, dónde, para qué o de qué fuente (pública o privada).

Varias partes son legalmente obligatorias, la más importante es el compromiso de cada país de presentar y revisar cada cinco años sus planes para reducir emisiones, pero no hay ninguna consecuencia si no se cumplen los compromisos.

Los 2 grados de aumento de temperatura acordados constituyen un llamado a la catástrofe, sobre todo para los países más vulnerables. Pero aún con ese techo, la pregunta es, ¿Cómo se va a llegar a esta meta de manera real? ¿O al tope deseado de emisiones de GEI?

La ONU calcula que 26 millones de personas son desplazadas todos los años debido a los desastres naturales, de los cuales el 75% se relaciona con el clima. La vasta mayoría de vidas perdidas ocurren en los países “en vías de desarrollo”.

El Panel Intergubernamental de la ONU sobre Cambio Climático concluyó el 2014 que para limitar el calentamiento mundial a 2 °C, deben mantenerse bajo tierra 3/4 partes de las reservas de combustible fósil, como lo demandan los pedidos de moratorias de numerosos proyectos extractivos en América Latina, lo que no aparece en el documento. Es el caso del Yasuni- Ecuador o Amazonia sin Petróleo- Bolivia y de las numerosas comunidades que luchan en sus territorios contra proyectos extractivos.

El extractivismo es el elemento neurálgico del cambio climático, no abordado en Paris. Sobre nuestra región se cierne el peligro de nuevas fases de acumulación por desposesión, una vez allanado el camino por los gobiernos progresistas que se negaron a escuchar a los territorios sobre la necesidad de un debate serio sobre extractivismo en América Latina.

*Patricia Molina es directora del Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade)

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