La aprobación en Brasil de una ley que consolida una enorme superficie deforestada ilegalmente en la Amazonia, a pocas semanas de la cumbre Río+20, es un triunfo del sector agropecuario y una derrota de los ecologistas, que piden el veto de la presidenta Dilma Rousseff.
El Congreso brasileño aprobó el miércoles la reforma de la ley que establece el porcentaje de bosque que los productores rurales deben conservar en sus tierras, una cifra que llega a 80% en la Amazonia.
Varios analistas anticipan las críticas en la cumbre de la ONU Río+20, cuando más de 100 gobernantes debatirán en junio en Brasil el desarrollo sustentable del planeta. “Brasil no tiene la condición moral de recibir jefes de Estado de todo el mundo para discutir la sustentabilidad si aprueba semanas antes una ley que prácticamente destruye la conservación de la vegetación nativa en Brasil”, afirmó a la prensa el ex viceministro de Medio Ambiente y director del Instituto Democracia y Sustentabilidad, Joao Paulo Capobianco.
El texto, aprobado por un poderoso lobby agropecuario ávido por ampliar la cantidad de tierra cultivada y que tiene holgada mayoría en el Congreso, no es el que esperaba el Gobierno, y es totalmente rechazado por quienes temen un retroceso en la preservación de la mayor selva tropical del planeta.
“La Presidenta analizará con mucha serenidad, sin animosidad” la posibilidad de vetar el texto o partes, declaró ayer el ministro de la Secretaría de la Presidencia, Gilberto Carvalho. “Tenemos mucha responsabilidad con el país”, dijo.
La coalición de Gobierno se dividió en la votación, y ahora unos defienden la reforma y otros el veto presidencial.
“La reforma aprobada es el mayor retroceso ambiental en Brasil en muchas décadas, promueve una amnistía para quienes deforestaron ilegalmente en la última década, en grandes áreas que no serán reforestadas como se pretendía, y reduce las áreas protegidas, ampliando la posibilidad de deforestación”, denunció a la AFP el coordinador del Fondo para la Naturaleza WWF en Brasil Carlos Rittl.
#VetaDilma!
Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente que en las presidenciales de 2010 consiguió 20 millones de votos, llamó a la población a apoyar la campaña #VetaDilma! que circula en internet, apelando a la promesa electoral de Rousseff de vetar cualquier reforma que impulse la deforestación o amnistíe a quienes deforestaron ilegalmente.
La reforma enfrenta dos caras de Brasil. Por una parte, la del gigante agropecuario con exportaciones récord y cuyos cultivos ocupan el 27,7% del territorio. Por otra, el país con cinco millones de kilómetros cuadrados de bosques que cubren más del 60% del territorio nacional, que consiguió reducir la deforestación amazónica de 27.000 kilómetros cuadrados en 2004 a poco más de 6.000 en 2011.
“Si no hay un veto de la Presidenta, Brasil perderá la credibilidad y las conquistas que llevaron al país a reducir la deforestación”, dijo a la agencia AFP Paulo Moutinho, del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM).
Brasil es uno de los mayores emisores de gases nocivos al planeta debido a la deforestación, que el país se comprometió a reducir en 80% para 2020. Sin embargo, la ley aprobada en Diputados supone un paso atrás.
Crisis amazónica
Alarma Un completo estudio divulgado por la Universidad de Brasilia estimó que la nueva legislación podría aumentar en 47% la deforestación para 2020.
Agricultores Los agricultores aseguran que la nueva ley no impulsará la deforestación y defienden la reforma porque la legislación anterior era incompatible con el grado de evolución del agronegocio brasileño en los últimos años.
Greenpeace La organización ecologista mantiene desde hace meses una campaña llamada Veta Dilma.
Defensa Organizaciones indígenas se aprestan a defender el legado natural de la Amazonia brasileña.
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