Cincuenta y cinco enfermedades con mil tratamientos alternativos a base de más de 500 plantas medicinales son el resultado de un estudio etnobotánico realizado en el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) entre 27 habitantes del TIPNIS y los investigadores Ina Vandebroek y Evert Thomas.
Los indígenas yuracarés y trinitarios pueden curar o remediar situaciones como la flojera, hacer crecer el pene, aminorar la tristeza, eliminar tumores, superar la depresión, la infertilidad de la mujer y quitar los “hechizos del agua, del arco iris y de la lluvia”.
Margarita Noza comparte el conocimiento de que curar el tumor en la matriz con la raíz del beymi o achuete (Bixa orellana L.) Estando bien lavada, se la debe machucar y remojar en agua hervida hasta que se tiña de amarillo y luego tomar un vaso de esta preparación cada hora durante medio día.
Cada una de las decenas de enfermedades y los centenares de tratamientos naturales reflejan el universo místico que encierra la cosmovisión de esta cultura que habita un frágil territorio del bosque tropical.
GUÍA La guía de plantas medicinales de los yuracarés y trinitarios del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure, de Ina Vandebroek, Evert Thomas y los 27 indígenas que participaron en el estudio, permite realizar una aproximación a la riqueza de este territorio en el ámbito de la etnomedicina, aún no explorado ampliamente.
La tristeza es curada con el beto o pitón (Trichilia elegans Adr. Juss. Meliaceae) “Hirviendo las hojas secas del árbol en agua y tomándola como mate”, según explica uno de los habitantes del TIPNIS, Lucio Semo.
El pene puede crecer con la ayuda de las raíces que nacen del tronco de la winna o palma (Iriartea deltoidea Ruiz &Pav -Arecaceae). “Hay que machucar las raíces y dejar remojar en agua. Se toma una sola copa de esta preparación”, precisa la explicación de Zacaría Noza. Esta planta con otros procedimientos también sirve para la picadura de tucandera, que es una hormiga gigante.
FLOJERA La flojera de la persona o la del perro se la quita con un preparado con winnu o ají (de la variedad Capsicum chinense Jacq - Solanaceae). Para el hombre se prepara un baño de las hojas de la planta, según Noza; y para la flojera del perro, también debe prepararse un baño pero con las hojas cocidas, explica Juana Vaya.
Volver cazador a un perro es una necesidad expresa en todas las familias, por su actividad de sobrevivencia, que es la caza, la pesca y recolección. Existe un arbusto conocido como yarí yarí, que además de volver cazador al perro, lo cura cuando ya no quiere caminar o está enfermo.
Aurelio Suárez, Juana Vaya, Alfonso Hurtado, y Zacaría Noza comparten el milenario “secreto” de raspar la raíz de esta yerba y remojarla en agua. “Hay que colar la preparación y dar al perro una sola vez, dice Vaya.
Este mismo arbusto, con otras aplicaciones, permite curar la espundia (leishmaniasis), el mal de barriga, botar los bichos del estómago y la diarrea con sangre.
La sabiduría rescatada entre los años 2001 y 2005 en el estudio, refleja sólo una pequeña muestra de las miles de plantas y conocimientos aún no descubiertos en este territorio de riqueza inmensurable. “El TIPNIS ha sido considerado por botánicos y ecólogos, como uno de los sitios megadiversos del mundo, donde habita el 60 y 70 por ciento de especies de la Tierra”, asevera el ecólogo José Daniel Candia.
La fragilidad de este territorio y toda su riqueza es amenazada por el proyecto carretero Villa Tunari San Ignacio de Moxos.
El desbosque trae inviernos más fríos y vientos fuertes
Los ecólogos sostienen que la invasión del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) por madereros y campesinos cocaleros provocará la eliminación del bosque en 10 años. Con su desaparición, graves consecuencias derivan de ella, como los vientos huracanados, los inviernos más fríos y las sequías.
“La deforestación actualmente ocasiona vientos huracanados con más de 80 kilómetros por hora, falta de humedad atmosférica y lluvias regulares para la siembra anual”, señala el ecólogo, José Daniel Candia.
La regulación del clima es posible por la humedad que tienen los bosques tropicales y subtropicales. “Un fuerte calentamiento de la Tierra lleva aridización de la zona, provocando continuas sequías en las zonas vecinas”, afirma Candia.
Los inviernos más fríos, son otra de las consecuencias de la deforestación, que no sólo afecta a la zona, sino también a la región de los valles y el altiplano. Una muestra de las graves consecuencias de la deforestación se observa en la Reserva Forestal El Chore en Santa Cruz, que a la fecha ha sido desboscada en un 80 por ciento para la explotación de madera y el cultivo de la coca. Esta reserva forestal controlaba los vientos y producía, por sus condiciones ecológicas, lluvias reguladas para las zonas agrícolas de la región.
Las sequías son una consecuencia directa de este fenómeno, que repercute en la menor producción de cultivos alimenticios.
El bosque amazónico ayuda a proteger la capa de ozono
El Territorio Indígena y Parque Isiboro Sécure (TIPNIS) es parte del único bosque húmedo tropical del mundo que protege la capa de ozono y, consecuentemente, la sobrevivencia del ser humano en el mundo, según el ingeniero forestal, Édgar D’Cárdenas, ex cooperante de grupos campesinos e indígenas del Servicio de Cooperación Holandesa.
Una de las mayores fuentes de oxigenación para el Planeta es el bosque húmedo tropical, que atraviesa por el territorio de Ecuador, Brasil, Perú, y Bolivia, denominado el cordón amazónico. “El oxígeno generado por este bosque permite que el grosor de la capa de ozono se mantenga o que, por lo menos, el impacto de las industrias no la deterioren aún más”, explica D’Cárdenas.
La generación de oxígeno posibilita a su vez un equilibrio hídrico en el Planeta, manteniendo el nivel de la marea. “Si la capa de ozono se adelgaza, los rayos solares tienen mayor impacto sobre los mares y las aguas”, señala el investigador. Esta consecuencia se refleja en una mayor evaporación del agua y el retorno pluvial mayor. “De depredarse los bosques se alteraría el equilibrio hídrico sobre el océano Atlántico e Índico lo que provocaría que el terreno ganado al mar, por países como Holanda y Bélgica, se ponga en peligro.
Últimas reservas en riesgo
Las últimas reservas de las especies forestales más preciadas en el mundo, de la mara caoba (Swietenia macrophylla) y el roble precioso (Amburana cearencis), se encuentran en el bosque del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
Su regeneración es espontánea. “Todos los intentos de reforestación de estas especies han fracasado, porque en zonas deforestadas, no se regeneran las condiciones naturales para su reproducción”, afirma el ingeniero forestal Édgar D’ Cárdenas.
Asimismo, se encuentra el cedro común (Cedrella) que se regenera bajo condiciones muy especiales. Las políticas de reforestación han fracasado porque los plantines transplantados murieron, alerta D’ Cárdenas, a tiempo de explicar que estas especies necesitan árboles de pequeña altura y mediana frondosidad que le hagan sombra hasta que alcance un determinado nivel de altura.
Igualmente, necesita un acompañamiento de absorción hídrica y los reservorios de nutrientes que le dejan los árboles de viejos que van muriendo.
Las plantas también sirven para la casa y los animales
Las bondades del bosque en el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) son inconmensurables. Existen hierbas, arbustos y árboles que tienen diferentes utilidades. En los meses que viví junto a los indígenas, quedé sorprendida con el conocimiento y la sabiduría sorprenden.
Entre las plantas únicas del TIPNIS está el sululu (Sapindus saponaria), que tiene un componente esencial del jabón que es utilizado por ellos como detergente. La diferencia de este producto natural es que su composición química. Es menos agresiva con el medio ambiente, es biodegradable y no les representa un gasto económico a las familias.
Estas bondades se repiten en todos los casos. La desventaja es que muchas de estas plantas sólo están disponibles por algunas temporadas. Pero, la naturaleza les entrega todo esto a los indígenas, porque también ellos tienen una conducta de uso racional, no de abuso o sobre explotación.
Existen alrededor de 100 especies de palmeras cuyos usos son diversos, medicinales, de uso veterinario y artesanales. En la actividad de la caza, por ejemplo, los indígenas ingresan al monte hasta por 5 ó 6 días.
En este tiempo los animales cazados pueden descomponerse, sin embargo, ellos recurren a una yerba que los adormece durante este tiempo, permitiéndoles llegar a sus casas con el animal vivo y asegurar una carne fresca.
La pérdida de alguna especie o la deforestación de los árboles representa también la eliminación de toda su fauna y, consecuentemente, la pérdida de la única fuente de vida de un grupo de indígenas que ha sabido mantener esta riqueza natural por miles de años. Con los avasallamientos, las fuentes de agua se contaminan con los pesticidas aplicados a cultivos de los colonos y el desagüe de alcantarillado a los ríos.
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