En torno a la reunión sobre el cambio climático, que se desarrolló en Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia, del 10 al 12 de octubre, se cernió gran expectativa, ya que se esperaba la participación de expertos de 35 países para tratar sobre temas que tienen que ver con la defensa del planeta Tierra.
Como se sabe, el discurso de los mandatarios bolivianos es el de la defensa de la "Madre Tierra", que al final quedó en meras alocuciones, pues en tiempos recientes a esta madre se le ha estado faltando al respeto a través de normas y leyes que atentan contra su integridad.
Sin ir lejos, durante la inauguración de la cumbre sobre el cambio climático, el Presidente Evo Morales dijo sin ruborizarse que "nuestra experiencia para producir alimento, obligado a veces es deforestar", por supuesto que añadió que también se tiene la obligación de reforestar, defendió esa postura porque según él se debe talar árboles para obtener tierras aptas para la producción de alimentos.
No obstante, durante el uso de la palabra, el Mandatario también entró en contradicción cuando señaló que, "no es cierto que lo que se deforesta se vuelve producción agrícola para alimentar a los bolivianos. Más de la mitad acaba en tierra desertificada, inutilizada", por lo que su postura de depredar los bosques para producir más alimentos se convirtió en algo incomprensible.
Pese al romántico discurso del gobierno boliviano sobre la defensa intransigente de la Madre Tierra, se ve que a través de las leyes se atenta contra los principios destinados a su preservación, pues se da paso a la exploración petrolera en áreas protegidas. Por otra parte, se insiste en la construcción de una carretera que atravesaría el corazón del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), cuyos representantes estuvieron presentes en una mesa de trabajo paralela, pues fueron excluidos del encuentro principal. Ese hecho supondría la tala de miles y miles de árboles, lo que ni siquiera se mencionó durante la cumbre.
La declaración emitida, sobre la base de las conclusiones de las diferentes mesas de trabajo, hace una dura crítica al sistema capitalista, arremete contra países económicamente fuertes, a los que se les califica de imperialistas, se propone la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Ambiental para castigar a naciones que incurran en delitos medioambientales, pero como siempre, todo queda en buenas intenciones, no se propusieron políticas para mitigar los daños ambientales y prevenir el avance del cambio climático y otros fenómenos que afectan al planeta Tierra en su conjunto, lo que lleva a preguntarnos ¿y ahora qué?
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