sábado, 10 de octubre de 2015

#CMPCC Pablo Solón: Bolivia “pierde credibilidad”

A cinco años de la I Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático de Tiquipaya, Bolivia “pierde su credibilidad” a nivel internacional debido a que las propuestas que planteó en ese momento no están siendo respaldadas con medidas coherentes a nivel interno, dijo ayer el exembajador ante las Naciones Unidas, Pablo Solón.

“La I Conferencia de Tiquipaya fue clara en plantear que los países deberían hacer una reducción obligatoria de emisiones que esté de acuerdo con una meta” que era el 2020, pero ahora se habla del 2030.

El ambientalista llegó a Cochabamba para participar en las mesas de trabajo de la II Conferencia sobre el Cambio Climático, pero también en el encuentro alternativo convocado por organizaciones sociales disidentes al Gobierno, denominada Mesa 18.

“Yo debo decir con toda tristeza que en estos 5 años veo que se está perdiendo credibilidad a nivel internacional, precisamente porque no se aplican las medidas coherentes a nivel internacional”, dijo.

Explicó que hasta el 1 de octubre de este año, sólo 148 países miembros de las Naciones Unidas presentaron la propuesta de contribución a la reducción de emisiones, “es lo que ellos van a reducir, pero bajo la lógica voluntaria” y no obligatoria.

A pesar de ser una propuesta “voluntaria”, Bolivia fue uno de los países que no presentó su documento pero no se sabe cuál es la razón. “Vamos a tener una conferencia en Bolivia pero Bolivia no ha presentado (su propuesta) y el tema principal en el país, en cuanto a emisiones, no es combustibles fósiles, sino es la deforestación”.

Manifestó que el 66 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en Bolivia provienen de la deforestación de bosques, por ejemplo el 2013 se han desforestado unas 162 mil hectáreas según datos oficiales del Ministerio de Medio Ambiente y Agua y esto significa que se han emitido a la atmósfera 90 millones de toneladas de dióxido de carbono.

A esto se suma que Bolivia se suscribió a los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobado en las Naciones Unidas. El objetivo 15 en su indicador 15.2 plantea parar al deforestación y que al 2020 se debe erradicar esa práctica en su totalidad.

Entonces, Solon plantea que Bolivia en esta conferencia debe proponer limitar la extracción de combustibles fósiles; segundo, que el acuerdo que se aprobará en diciembre en París establezca un límite a la extracción de combustibles fósiles como la ciencia lo dice que es del 80 por ciento. “Este creo que es un tema central, esta propuesta a nivel internacional tiene que respaldarla con medidas a nivel nacional”.

En tercer lugar, el país debe demostrar que está en una transición de salir de los combustibles fósiles apostando por la energía solar comunitaria y familiar, para garantizar cero deforestaciones al 2020.

“Si esto se plantea a nivel internacional y a nivel nacional, Tiquipaya II sería un gran suceso en términos de propuesta.

Luego habrá que ver cómo esto se hace realidad pero yo creo que esos son los tres elementos claves para ver que se pueda evaluar si se está avanzando o si está yendo para atrás”, señaló.

Contradicciones

La ambientalista Sarela Paz asegura que la política que adoptó el Gobierno de Evo Morales es “muy contradictoria ya que nos muestra que en realidad el compromiso interno no es un compromiso fuerte” de preservar y respetar los derechos de la Madre Tierra como profesa a nivel internacional.

Paz coincide en que la principal causa del cambio climático en Bolivia es la deforestación y los compromisos asumidos del Gobierno de incentivar esta práctica mediante la ampliación de la frontera agrícola e hidrocarburífera. Señaló que los megaproyectos que se tienen previsto en la actualidad y para el futuro van en desmedro de los derechos de la Madre Tierra y de los pueblos indígenas. Entre ellos figuran las megahidroeléctricas, que requieren que grandes hectáreas sean deforestadas, y las exploraciones de reservas hidrocarburíferas.

Aseguró que los planteamientos del Gobierno para mitigar los efectos que causan los megaproyectos no son suficientes. “No se puede encarar desde una perspectiva de sembremos todos arbolitos, porque estamos hablando de masas de vegetación”.

Aporte de Tiquipaya I

El exembajador de Bolivia ante las Naciones Unidas, Pablo Solón, señaló que la conferencia de Tiquipaya del 2010 sirvió para visibilizar “claramente dónde está el nudo de los problemas del cambio climático y dijo claramente que el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero tiene que ver con la extracción de combustibles fósiles y que es necesario limitar su extracción si queremos enfrentar el tema de cambio climático”.

Sin embargo, en la conferencia de Cancún que se desarrolló el mismo año, en vez de que todos los países acordaran reducir las emisiones para alcanzar la meta que es de 44 gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono equivalente hasta el 2020; no se acordó metas obligatorias sino voluntarias que si no se las cumple no son observadas ni sancionadas.

“Hoy estamos peor porque en el cambio climático para el 2020 tenemos que reducir a 44; pero para el 2030 tenemos que llegar a 35 para controlar el incremento de la temperatura y de aquí a otros 5 años tenemos que reducir mucho más. Esa es la lógica”, indicó.



No hay reparación

Los ambientalistas cuestionan que las acciones que asume el Gobierno de Bolivia para mitigar los daños a la Madre Tierra no son suficientes.

Por ejemplo, el Plan Nacional de Forestación y Reforestación no tendría un impacto trascendental frente a la deforestación registrada anualmente en Bolivia. “Los 10 millones de arbolitos no compensan ni siquiera el 10 por ciento de la deforestación que se realiza en un año y hay que tomar en cuenta que no podemos comparar bosques con arbolitos. Está bien plantar los árboles, pero el bosque es mucho más que poner unos árboles, es biodiversidad de plantas, animales vegetales el bosque como tal, preservar el ciclo de agua”, dijo Solon.

Sarela Paz, en la misma, línea indica que la actividad de forestación tiene que verse en su magnitud, “sembrar arbolitos en 50 hectáreas no es comparable con la muerte de 200 mil hectáreas de bosque, cuando van a construir una hidroeléctrica que va a inundar esta hectáreas de bosque”.

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