lunes, 22 de julio de 2013

RIO+20, El clima y las promesas pendientes

INCUMPLIMIENTO | UN AÑO DESPUÉS DE HABERSE REALIZADO LA MÁS DIFUNDIDA CUMBRE AMBIENTAL, LOS EXPERTOS ADVIERTEN SOBRE LA NECESIDAD DE CUMPLIR LOS RETOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE PORQUE EL PLANETA NO ESPERA.

Luego de la que fuera la reunión más emblemática de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible que se realizó en Río de Janeiro el año pasado, y donde se reunieron 192 países para evaluar los logros y retrocesos que se han hecho después de 20 años de la creación de los llamados Acuerdos de Río, (que se firmaron en 1992), muy poco se ha avanzando. Poco tiene que ver cuánto cuesta organizar cada una de estas reuniones (al Brasil alrededor de 150 millones de dólares), sino que pese a que para la foto oficial se muestran acuerdos, la realidad dista mucho de lo que se promete. Esto tiene realmente preocupados a los científicos que ven cómo está afectando al planeta el calentamiento global.

¿QUÉ PROMETIÓ RÍO+20?

En un principio el término de economía verde tenía protagonismo central en las negociaciones ocupando gran parte del borrador. La presión del bloque G77 y China, del que forma parte Bolivia, logró diluir su importancia, relegándolo a un acápite más, contrario a lo que deseaban la Unión Europea y los Estados Unidos. La economía verde, tal cual estos países lo planteaban, significa gravar con un precio cada bien del capital natural de los países, dejando de lado las concepciones sociales y sociológicas que países como Bolivia por ejemplo tienen de la naturaleza. La economía verde que debía ser la protagonista en Río+20, continúa basándose en el crecimiento económico y no toma en cuenta los verdaderos límites del planeta. Las negociaciones en Brasil llegaron a un punto álgido cuando Estados Unidos habló de reemplazar el financiamiento acordado en cumbres anteriores para permitir la transición de los países en desarrollo hacia una economía limpia, por “caridad privada”. La reacción de varios países, entre ellos lo de la ALBA, fue de absoluta indignación, y sólo las maniobras diplomáticas del canciller Antonio Patriota, presidente de Río+20, permitió que las cosas no llegaran a mayores. El tema de los subsidios fue otro punto difícil.

Los acuerdos se trasladaron en un documento que se llamó “El futuro que queremos”, que fue aceptado a regañadientes por los 192 países, en él se reafirman los principios de la Convención de Río de 1992, incluyendo el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas en cuanto a la contaminación, la reafirmación de avanzar en las metas de desarrollo sustentable, que es otro proceso que se realiza bajo el paraguas de la ONU para facilitar la movilización de recursos financieros destinados a objetivos de desarrollo sustentable, y la exploración de mecanismos que permitan a los países en desarrollo acceder a la transferencia de tecnología. El principal resultado de Río+20, fue el plan para establecer objetivos de desarrollo sostenible (AGDR). También se determinó que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el pariente pobre de las otras organizaciones de la ONU, reciba un mayor presupuesto. La poca claridad en la definición de lo que es economía verde para los países en desarrollo y los países desarrollados, determinó que esta fuera sólo considerada como una herramienta importante que los países podrán utilizar a discreción, adaptándola a sus necesidades e ideología. Las iniciativas más fuertes se hicieron fuera de las salas de negociación, en los pasillos, e incluyeron inversión en transporte público, compromisos adquiridos por las corporaciones y las estrategias acordadas por las ciudades y los órganos judiciales en la reducción de los impactos ambientales.

LO QUE NO SE HACE

Hace poco el Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales, Wu Hongbo, declaró su preocupación a propósito del primer año de la cumbre Río+20. "Hace un año, los líderes del mundo se reunieron en Río de Janeiro, junto a cincuenta mil personas y representantes de los principales grupos de interés de la sociedad, incluyendo el empresariado y la academia.

Dichas personalidades, en el documento final titulado “El futuro que queremos”, acordaron tomar las medidas necesarias para que el mundo avance hacia un futuro sostenible. La conferencia Río+20 marcó un hito en el gran camino hacia el desarrollo sostenible; consolidó el apoyo para los acuerdos adquiridos en la Cumbre para la Tierra (1992) y renovó el compromiso de los lideres de colocar a sus países en el camino para mejorar la calidad de vida de las personas en el presente al mismo tiempo que se preserva el planeta para las generaciones futuras. Los líderes acordaron desarrollar un nuevo grupo de objetivos de desarrollo sostenible construidos con base en los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), presentados por las Naciones Unidas hace 13 años y que han sido decisivos en la lucha contra la pobreza. Los ODM han sido un poderoso impulso de los esfuerzos, tanto a nivel mundial como nacional, para reducir la pobreza, brindar salud y educación básica y promover la equidad de género. No obstante, aún hay un potencial enorme para hacer más en el tiempo restante antes de llegar a la fecha límite del 2015. Incluso si se lograran todos los ODM, sabemos que aún queda mucho por hacer para erradicar la pobreza extrema y para hacer frente al cambio climático y otras amenazas ambientales crecientes”, dice Wu Hongbo.

El personero llama la atención acerca de que el año pasado, los gobiernos reconocieron que los objetivos futuros en la era posterior a 2015 deben estar a la altura de los complejos desafíos que el mundo enfrenta hoy en día y en las décadas por venir. Reconocieron que para erradicar la pobreza de manera irreversible y para asegurarse del progreso social, hay que construir nuevas economías que puedan de manera definitiva hacer que las personas salgan de la pobreza, resistir los golpes y adaptarse a los crecientes impactos del cambio climático. “Los Estados Miembros de las Naciones Unidas están deliberando sobre los objetivos que pueden propulsar un nuevo programa de desarrollo sostenible y presentarán una propuesta a la Asamblea General en el 2014. Un rico cultivo de ideas está teniendo lugar en la academia, los principales grupos sociales y los gobiernos. Este incluye las propuestas contenidas en los recientes informes de alto nivel, incluyendo la del grupo del Secretario General conformado por personas eminentes y el de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, al igual que las sugerencias de miles de personas. Se prevé que los objetivos de desarrollo sostenible que se definan serán transformadores, universales y equitativos y tendrán desarrollo sostenible en su núcleo”, dice el experto. De hecho, muchos países tienen ya los conocimientos necesarios y son pioneros en la puesta en práctica de nuevas medidas para estructurar sus economías con sistemas más sostenibles de energía y transporte. Varios están realizando inversiones importantes en tecnologías de energías renovables y en transporte público con bajas emisiones de carbono.

“Sin embargo, considerando la escala de las transformaciones económicas necesarias, todavía tenemos que desarrollar y difundir tecnología que sea mejor, más limpia y rentable a escala mucho. Seamos claros: se necesita a las mentes más brillantes, donde sea que se encuentren.

Si queremos volver una realidad al legado positivo de Río+ 20, la comunidad internacional tendrá que unirse para apoyar una serie de objetivos de desarrollo sostenible en el 2015 y llegar a acuerdos concretos sobre cómo trabajaremos juntos para lograrlos.” (Con datos de Revista Ecoguía).

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