Grandes devoradoras de recursos naturales, las empresas están empezando a reconocer que tienen una deuda en dólares con el planeta, y afinan el lápiz para calcularla.
En 2004, cuando la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) celebró su cuarto congreso mundial en Bangkok, asistieron sólo dos empresarios importantes, recordó Peter Bakker, presidente del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés).
Cuando en 1992 se realizó la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, la gran novedad fue el WBCSD, que aseguró la presencia del sector privado en las discusiones ambientales. La idea dominante entonces postulaba que los negocios eran los peores enemigos de la naturaleza. Dos décadas más tarde, ese pensamiento ha evolucionado.
Pero las buenas intenciones no bastan. Gran parte de la transformación consiste en considerar el impacto en el entorno como elemento clave de las decisiones.
Uno de los principales cambios es evaluar y asignar un valor a la huella que cada empresa, grande o pequeña, deja en la naturaleza. No será fácil en un mundo donde recursos como el agua suelen tener valor cero.
Uno de los gigantes mundiales que aseguran estar en esa senda es Puma, la corporación de calzado y ropa para deportes que está actualizando sus métodos contables, dijo su representante, Holly Dublin.
Puma contrató a las consultoras PricewaterhouseCoopers y Trucost para que desarrollaran la Cuenta de Ganancias y Pérdidas Ambientales, aplicada por primera vez en 2011.
En una primera fase, se cuantificaron las toneladas de gases de efecto invernadero emitidas y los metros cúbicos de agua consumidos en sus negocios y operaciones de toda su cadena de suministro, y luego se les asignó un valor monetario.
Los primeros resultados arrojaron una suma de 185 millones de dólares en efectos sobre los ecosistemas y el ambiente durante 2010.
El consumo de agua y los gases invernadero generaron un impacto de unos 121 millones de dólares. El resto, calculado en una segunda instancia, correspondió a cambios en el uso del suelo, por la producción de materias primas, contaminación del aire y producción de residuos.
Puma planifica adoptar una cuenta completa de pérdidas y ganancias ambientales y sociales en la que calculará también lluvia ácida, fuentes de niebla tóxica, compuestos orgánicos volátiles, salarios justos, creación de empleos y aportes tributarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario