Atmósfera, agua, flora y fauna de la península de Paraguaná, en el noroeste de Venezuela, resultarán afectadas por el humo de los más de 200 mil barriles de combustible que ardieron durante tres días tras la explosión de gases en la refinería de Amuay, una de las más grandes del planeta.
En la madrugada del 25 de agosto de 2012 se suscitó un accidente en dos tanques contenedores de gas propano y butano, lo que ocasionó un incendio de gran magnitud acompañado de una explosión que provocó 48 muertes , en su mayoría militares que custodiaban el complejo petrolero, 150 heridos y más de 500 viviendas afectadas.
El incendio en dichos tanques fue extinguido el martes 28, aunque un día antes las llamas se propagaron a un tercer contenedor.
Las pérdidas podrían superar los 1.500 millones de dólares, amén de paralizar durante días la refinería.
Las nubes negras que dejaban las llamaradas –mostradas por fotografías satelitales como una columna que se adentraba en el Caribe– “contienen partículas de nafta que miden menos de 2,5 micras y son tóxicas, aunque no producen gases de efecto invernadero”, dijo a Tierramérica el consultor en cambio climático Juan Carlos Sánchez.
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