El Servicio Nacional de Áreas Protegidas asegura que los colonizadores no respetan la línea roja
Jimena Mercado C.
La Paz-Cambio
Las colonizaciones avanzan en las áreas protegidas, junto a desmontes ilegales y chaqueos indiscriminados. El Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) reconoce que los colonos no respetan la “línea roja” del límite, y que el presupuesto económico y logístico no es suficiente para hacerle frente a traficantes de madera, a cazadores furtivos y a otras amenazas que enfrentan los guardaparques.
El biólogo ambientalista Marco Octavio Ribera, autor de estudios e investigaciones sobre afectaciones socioambientales, biodiverisdad y otros, afirma que la situación de las áreas protegidas en el país es realmente crítica, no sólo por el avance desenfrenado de los colonizadores al interior de los parques nacionales y reservas forestales, sino porque el Sistema Nacional de Áreas Protegidas –en su criterio– nunca tuvo menos protagonismo y menos apoyo político que en la actualidad.
“En términos concretos podemos decir que el Sernap casi no existe, tampoco tiene capacidades económicas porque el gran problema que atraviesa es la liquidez para la sostenibilidad de las áreas protegidas. El Estado nunca se ha ocupado de ellas, no hay ni un solo centavo que se haya derivado del IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos) para el cuidado de las áreas protegidas”, afirma.
Ribera asegura que el Sernap ha vivido en los últimos años de la dádiva de la cooperación internacional, ya que sus principales financiadores son Suiza, Holanda, la Unión Europea y otras organizaciones internacionales de cuidado de la naturaleza.
“El Estado no lo hace y cuando hablo de Estado no me refiero sólo al Gobierno central, sino a las gobernaciones departamentales, a los municipios”, señala.
Cuestiona que la Gobernación de Santa Cruz no dé un solo centavo para la conservación de los parques Noel Kempff Mercado, Amboró, San Matías, entre otros, con el argumento de que son áreas nacionales y por tanto es el Gobierno central el que debe poner los recursos.
Sin embargo, el responsable del Sistema de Información Geográfica y Ordenamiento Territorial del Servicio Nacional de Áreas Protegidas, Carlos de Ugarte, señala que el apoyo del Tesoro General de la Nación a esta entidad llegaba, hasta julio del año pasado, a 370 mil bolivianos, equivalentes al tres por ciento del total del presupuesto del Sernap, pero que desde agosto del mismo año, este fondo subió a 3,9 millones de bolivianos.
La mayor fortaleza del Sernap, según el funcionario, es el compromiso que tiene con las 22 áreas protegidas, sobre todo de los guardaparques que velan porque el patrimonio natural y cultural del país siga existiendo.
Pero admite que las limitaciones más grandes tienen que ver con la falta de difusión a toda la población del beneficio de las áreas protegidas, que sirven no sólo para purificar el aire, sino que proporciona agua y la posibilidad de vida a personas y animales, además del tema presupuestario y logístico para que esta entidad que requiere de mayor apoyo para cumplir su tarea de manera eficiente.
Más allá de la línea roja
El fenómeno de la colonización en el país comenzó en los años 60 y ha recrudecido en las últimas décadas debido al crecimiento vegetativo de familias de las zonas colonizadas, y del tránsito de personas de zonas altas a bajas en procesos no ordenados ni regulados. El Sernap visualiza seis áreas protegidas con problemas de asentamiento de colonos.
“El colono no va con una lógica agroforestal, aprende la lógica agroforestal y trata mejor al monte después de 30 años de vivir ahí”, asegura el biólogo Marco Octavio Ribera.
La situación es crítica y la gente busca ingresar a las áreas protegidas, los avances en los parques Carrasco y Amboró son masivos, pero lentos, progresivos. A esa forma de incursión, Ribera la denomina “el avance hormiga”.
Madidi es otro de los casos que hace mención el experto, al referirse al avasallamiento de la colonización en Apolo y Atén, que incluso se superpone al Territorio Comunitario de Origen (TCO) Leco dentro del área protegida. Otro de los casos que preocupa a Ribera es el camino Apolo-Ixiamas, que tuvo un avance ilegal y sin ningún instrumento ni gestión ambiental, sobre la base de amenazas, secuestro de camionetas del Sernap, golpizas a los guardaparques y otros ilícitos que se vivieron antes de 2006 y con los que aún se pretende dividir en dos el Parque Nacional de Manejo Integrado Madidi.
El caso más crítico –dice– es el del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), donde el solo anuncio de que se construirá el camino Villa Tunari-San Ignacio de Moxos ha provocado el ingreso de colonizadores al área y enfrentamientos contra indígenas del lugar.
Carlos de Ugarte, del Sernap, señala que en los últimos años hubo fuertes presiones de los grupos de colonizadores, con los que se trabajaron procesos de concertación para definir la línea roja, de límite hasta dónde pueden llegar el avance colono. “Pero siempre hay gente que viene a desobedecer lo dictaminado por su dirigencia”, denunció.
El Sernap incluso financió procesos de saneamiento, a fin de evitar el avance colono, donde se evidenció la violación a la línea roja, así como desmontes ilegales e incendios forestales, pero no se identificaron responsabilidades individuales.
En tanto, las imágenes satelitales y comparativas de los últimos años muestran el avance significativo de las colonizaciones, que no son lo mismo que los asentamientos en armonía.
“Alternativa es la redistribución de tierras”
La alternativa de solución al creciente avasallamiento de colonos en las áreas protegidas, según el biólogo ambientalista Marco Octavio Ribera, es la redistribución de tierras ociosas que están en manos de terratenientes del oriente.
“Los colonizadores son gente pobre que no tiene otra alternativa, se tuvieron que asentar mientras no avancen los procesos de saneamiento como deberían, en el oriente boliviano, donde miles de hectáreas están en manos de terratenientes”, afirma.
Lo que no ocurre en los predios privados de Santa Cruz sucede en las áreas protegidas, señala el ambientalista, que ve una falta de políticas de Estado en favor de los colonizadores, para que ellos a su vez no se vean en la obligación de avasallar áreas protegidas.
En criterio de Ribera, el Estado debe poner a disposición de los colonizadores tierras fiscales que el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) ha identificado en el chaco, chiquitania y la amazonia.
Sin embargo, considera que más dañinos que la presencia de colonos en parques nacionales son los megaproyectos con impacto socioambiental.
Sernap detecta seis áreas protegidas en conflictos
El Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) detectó seis parques y reservas en situación de conflicto por el avance de la colonización.
En la lista se encuentran el Parque Nacional y Área de Manejo Integrado Madidi, la Reserva de la Biósfera y Territorio Indígena Pilón Lajas, el Territorio indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), el Parque Nacional Carrasco, el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró, y la Reserva Nacional de Flora y Fauna Triquía.
Guardaparques armados
Ante el permanente amedrentamiento y agresión que sufren los guardaparques, el biólogo Marco Octavio Ribera sugirió que algunos de ellos utilicen armas de fuego para defenderse, en zonas sensibles, frente a cazadores furtivos, traficantes de madera o de vida silvestre. Dos de ellos murieron en manos de cazadores de vicuñas.
Sernap: Se mantendrán 309 guardaparques
La cantidad de guardaparques para las 22 áreas protegidas del país se mantendrá en 309, con algunas renovaciones en aquellos casos que cumplieron con su ciclo, renunciaron o fueron removidos de sus cargos.
La información fue dada por el responsable del Sistema de Información Geográfica y Ordenamiento Territorial del Servicio Nacional de Áreas Protegidas, del Sernap, Carlos de Ugarte.
“Hay limitaciones presupuestarias, pero lo que está existiendo es la renovación del equipo; hay gente muy valiosa que está cumpliendo su trabajo por los años de servicio, otras personas que decidieron salirse de la institución, que ya no quieren ser guardaparques”, dijo.
Sin embargo, también atribuyó los cambios de personal a un análisis del trabajo de campo de los guardaparques, porque “básicamente ha habido gente que no ha estado haciendo bien su trabajo, y necesariamente hay que hacer ajustes”.
Aunque reconoció que estos cambios generarán alguna debilidad en la gestión, eso será temporal, pues están garantizados los más de 300 ítems para los guardaparques.
De Ugarte reconoció que el número de guardaparques es insuficiente, por lo que se debería aplicar una fórmula que contemple las características topográficas, la extensión de la superficie y la sensibilidad del área.
El biólogo Marco Octavio Ribera afirmó que el Sernap despidió a varios guardaparques con el argumento de una falta de presupuesto, lo que agravaría la situación de las áreas protegidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario