La entrada en vigor hace unas semanas de una medida que penaliza a los establecimientos comerciales en Ciudad de México que regalen bolsas de plástico a sus clientes pone de relieve los crecientes esfuerzos que se hacen en América por contribuir a la conservación del medioambiente.
La norma impone multas que pueden oscilar entre 57.460 pesos ($us 4.500) y 1,14 millones de pesos ($us 90.500) y busca limitar el uso de este tipo de bolsas e impulsar el reciclado para reducir los daños medioambientales, señaló el gobierno de la capital mexicana.
En el resto de América existen medidas de este tipo y otras más ambiciosas, como la denominada Iniciativa Yasuní-ITT, que adelanta el Gobierno de Ecuador para proteger el parque Nacional Yasuní, uno de los lugares de mayor biodiversidad en el planeta, con 2.274 especies de árboles y arbustos.
Con este proyecto se busca mantener bajo tierra reservas petroleras por 846 millones de barriles de petróleo, lo que evitaría la emisión de 407 millones de toneladas de dióxido de carbono. A cambio, la comunidad internacional contribuiría con al menos 3.600 millones de dólares, el 50% de los recursos que percibiría el Estado en caso de optar por la explotación petrolera.
En Brasil, las medidas incluyen algunas macro como la creación de una línea de crédito anual por 1.140 millones de dólares para financiar proyectos de propietarios rurales que opten por prácticas sustentables de agricultura, como la reforestación de bosques o la rotación de cultivos con cría de ganado y silvicultura. Pero hay otras iniciativas locales, como la aprobación por parte de la alcaldía de Río de Janeiro de una ley que permite a los consumidores exigir descuentos en sus compras en supermercados en caso de que no pidan talegas plásticas para transportar sus mercados.
Además, varias empresas de sectores como higiene, alimentación y juguetes han expresado su intención de utilizar en sus productos solo el plástico verde que es producido en Brasil a partir de etanol de caña de azúcar y no las que se hacen con derivados de petróleo.
Llevando más allá el ejemplo mexicano, en Chile existe un proyecto de ley, presentado en 2008 y que aún está en trámite en el Congreso, para prohibir a partir de 2011 la producción, importación, distribución y venta de bolsas plásticas como medio de empaque de mercadería en todos los establecimientos comerciales del país.
Según cifras de la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama), en Chile se emplean 250 millones de bolsas de plástico al mes y cerca de 3.000 millones cada año.
El miércoles pasado, el presidente paraguayo, Fernando Lugo, emitió un decreto que reglamenta la importación, fabricación, ensamblado, tránsito, transporte, depósito y comercialización de pilas y baterías, debido al “grado de nocividad que pudieran tener para la salud humana y el medio ambiente”.
Costa Rica, a su vez, anunció su intención de convertirse en 2021 en el primer país neutro en emisiones de carbono, una iniciativa en la que las empresas privadas y universidades se han involucrado, pues han compensado la contaminación que generan con reforestación.
En este país, al igual que en los demás de Centroamérica, no existen medidas oficiales, aunque sí campañas sobre reciclaje o el no uso de bolsas plásticas, algo que recae principalmente en tiendas y supermercados, como un supermercado de una cadena extranjera en Honduras que suspendió la entrega de este tipo de bolsas.
En Panamá, el Congreso General indígena Kuna aprobó en junio pasado una resolución en la que prohíbe, "de manera inmediata", el ingreso de productos en envases plásticos a la comarca Kuna Yala, ya que estos terminan en las playas y en las comunidades.
En El Salvador, la viceministra de Medio Ambiente, Lina Pohl, dijo a Efe que están en el proceso de evaluación y consultas de la política nacional de manejo integral de desechos sólidos, que incluye disposiciones para materiales plásticos y señaló que disponen de tres meses para aprobar esa política.
En 2007, el Ministerio de Minas y Energía colombiano lanzó un programa de sustitución de bombillas incandescentes por dispositivos ahorradores o fluorescentes con el fin de reducir en más de un 70% el consumo de electricidad / EFE
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