A cielo abierto el municipio de La Paz ostenta una de las mayores reservas hídricas del país y 97% de cobertura en agua potable, pero en sus entrañas padece de una oxidada red de cañerías y un obsoleto sistema de alcantarillado, desprovisto también de una planta de tratamiento de aguas residuales que las depure.
Sin dar solución a esta carencia, ha visto transformado su río ancestral, fundacional y emblemático, el Choqueyapu, en la cloaca principal de sus miles de residentes, coinciden diversos análisis técnicos con vistas a una mejora del saneamiento local.
Y sus aguas, que durante siglos se conservaron como "muy buenas” para la población, el riego y los animales, hoy tienen la categoría de "malas” o "pésimas”, de acuerdo con últimos registros de calidad.
"La mancha urbana presenta aguas muy contaminadas que no se encuadran en clase alguna que establezca el Reglamento de Contaminación Hídrica”, describe el primer y único Plan Maestro Metropolitano de Agua Potable y Saneamiento La Paz-El Alto con que cuenta la sede de Gobierno desde hace sólo dos años, gracias a la cooperación externa.
Corroídas las de acero y agrietadas las de cemento por sobrecarga de construcciones y tráfico pesado sobre suelos inestables, las tuberías subterráneas que distribuyen el agua potable y colectan las servidas o "negras”, están dañando terraplenes, alertan expertos de la empresa local del agua (EPSAS), de la Alcaldía y de la Autoridad del Agua y Saneamiento (AAPS).
Para un área de 62 kilómetros cuadrados de superficie metropolitana, la red sanitaria se extiende en 999 kilómetros de longitud, de los cuales 18 corresponden a colectores y emisores primarios, embovedados o en canal abierto.
Las fugas alcanzan al 31% de la oferta de agua potable, casi un millonario tercio que queda en terraplén, sin contar la filtración en tubos de hormigón y cámaras fisuradas, lo que hace "urgente la renovación total del sistema”, observa el experto del programa municipal del agua, ingeniero Jorge Sotez.
De norte a sur el Choqueyapu y su cuenca, que incluye las subcuencas Orkojahuira, Irpavi, Achumani y Huayñajahuira, anfitrionas de 300 riachuelos, se ha convertido en el principal "cuerpo colector” de aguas residuales y descargas industriales, entre otras, afirma el plan maestro (PMM) que califica la depuración como "nula”.
"Al no contar con estructuras de tratamiento, sólo existe reducción de carbono gracias a los procesos de autodepuración”, pero "la calidad resultante sigue vulnerando los límites permisibles”, añade el análisis.
Titánico
Lo que no consigue limpiar el río ventilándose en descenso abrupto desde 700 metros de altura en 15 kilómetros permanece en las aguas que río abajo irrigan cultivos de hortalizas y frutas.
Es decir, cantidades significativas de sólidos en suspensión, líquidos en disolución, variedades de coli y otras bacterias fecales y sustancias coloidales como espuma espesa, además de nitrógeno, fósforo, cromo hexavalente, mercurio y plomo, entre otros contaminantes, precisa el PMM.
"Su longitud, aireación y rayos ultravioletas que matan microorganismos, lo hacen ‘eficiente’”, afirma el rector de la Universidad Católica-Regional Tarija, Enrique Farfán, entrevistado por la consultora REDES en un estudio sobre las reservas hídricas del país.
"Pero es una pena que le hayamos encomendado ese trabajo: Imaginémonos la tarea que hace el Choqueyapu para depurar un poco el agua que la ciudad vierte y eso nos da pauta del trabajo titánico que hace la naturaleza para limpiar los residuos”, indica.
"Cualquier corriente en movimiento se oxigena, pero en Aranjuez donde se juntan las aguas pasan río abajo con los consiguientes perjuicios”, comenta Jorge Peña, de la Autoridad binacional del lago Titicaca, quien propone intensificar el uso de la planta sólo en estiaje, aprovechando el reducido caudal de invierno.
"Estamos empezando la gestión climática en La Paz”, señala Mariana Daza, secretaria medioambiental del gobierno municipal de La Paz, consultada también por REDES. "Se avanzó en control a industrias y monitoreo pero no en mitigación y adaptación al cambio climático, aunque tenemos un enfoque de sostenibilidad, de ecoeficiencia”, añade.
El interventor de EPSAS, Hugo Gómez, destaca que el plan maestro incluye una PTAR en Mallasa: "Queremos entrar fuerte con saneamiento, llevarlo a diseño final”, dice.
EPSAS, que ya construyó y amplió la PTAR alteña en Puchucollo (16 millones de dólares), con trasvase al río Seco, tiene dimensión metropolitana en ocho municipios, lleva invertidos 80 millones de dólares y este año comenzó a invertir otros 180 millones de dólares en el proyecto multipropósito, que incluye Batallas y Pucarani y el sistema Chuquiaguillo-zona Sur con una nueva represa en Alto Hampaturi, planta potabilizadora y red distribuidora.
"En Puchucollo tenemos lagunas de estabilización (48 hectáreas) y filtros percoladores” (dos hectáreas), sostiene Gómez, coincidente con las características de la futura PTAR para instalarse con lagunas y filtros en el Valle de las Flores, Aranjuez, falda sudeste de la Muela del Diablo, o enfrente, ladera Mallasa.
El sueño
El proyecto calcula una inversión de 70 millones de dólares tan sólo en su primera fase a corto plazo. El mejoramiento total del sistema paceño de saneamiento promedia los 350 millones de dólares y el mismo PMM estima inversiones por 572 millones de dólares en toda el área metropolitana bajo el conrol de EPSAS, que incluye Achocalla, Mecapaca, Palca, Viacha y Laja.
Las obras inmediatas son cuatro interceptores: oeste, que parte de la avenida Kollasuyo con una obra de elevación en la avenida Buenos Aires; Orkojahuira, Següencoma (con carga desde Cotahuma); y Huayllas (desde Pampahasi), más una toma anticontaminante de la potabilizadora en sector Autopista-Achachicala.
Un emisario central se emplazaría en Rosasani-Villa Holguín y la propia PTAR cerca de la cancha 31 de Octubre, Aranjuez.
La fase a mediano plazo comprende otros cinco interceptores: Huayñajahuira, Irpavi, Achumani, Bella Vista y Calacoto. La de largo plazo tres: Koani, Roma y Alto Obrajes, junto con los colectores Mallasa y Achocalla.
En las tres etapas (13 interceptores) se prevé la ampliación y renovación de las redes separando los ductos pluvial y sanitario, señala Sotez, quien estima 10 o 15 años de obras.
"Vamos a recuperar realmente el Choqueyapu y devolverle la característica que hace años tenía para que mañana sea un lugar donde la gente pueda pescar y tener esparcimiento sano en sus orillas”, con aguas reutilizables para la agropecuaria, dice.
Mientras el sueño se concreta, los condominios de más de 200 viviendas deberían instalar pequeñas plantas de tratamiento de sus aguas servidas. También las industrias, aunque en 2014, de 81 sólo 45 estaban en operación y de ellas sólo 10 habían instalado estas plantas estando en proceso 29 porque otras no emiten líquidos sino gases.
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