El cauce del río Pilcomayo a su paso por el Chaco paraguayo (norte) se ha convertido en un hábitat imposible para las especies de la zona, concretamente para los yacarés (caimanes), cuyo ecosistema está sufriendo la peor sequía de los últimos 19 años, agravada por las acciones del hombre.
Las riveras del río Pilcomayo son el hogar de dos especies de yacarés: el yacaré jhu, que es el más abundante, y el yacaré mariposa, en peligro de extinción en esa zona.
Debido a la sequía, que se agravó la pasada semana, el cauce del río es ahora una explanada agrietada y cubierta de fango donde muchos de los yacarés están pereciendo por la falta de agua y de los peces que les sirven de sustento.
Se trata de una imagen que ha alarmado a la ciudadanía paraguaya, la de decenas de cabezas de yacarés varados en las riveras entre el fango por falta de agua, o la de esqueletos de la misma especie fundidos entre el barro y el polvo.
Sin embargo, no es la primera sequía que afecta al río Pilcomayo en esta zona, de hecho es un fenómeno que sucede cada década, según apunta World Wildlife Fund-Paraguay (WWF, en inglés).
Pero el desvío del curso del río, provocado por las acciones humanas, ha alterado los procesos biológicos de las diversas especies que habitan allí, como carpinchos, yacarés o distintos tipos de peces, algunas de ellas protegidas.
La directora de WWF-Paraguay, Lucy Aquino, dijo a Efe que la situación "se va a agravar cada año más por la manipulación del cauce del río".
Aquino señaló que los caimanes no mueren exactamente por la falta de agua, sino por la mortandad sufrida por los peces que habitaban en ella, ya que para la mayoría de los ejemplares de Caimán yacaré son su principal fuente de alimento.
En ese sentido, explicó que esa especie concreta, tiene muy difícil la supervivencia en esta situación porque para ellos es complicado adaptarse a los diferentes hábitats alternativos que rodean la zona, como pueden ser bosques o pozas remanentes.
Desde que la Fiscalía constató la mortandad de ciertas especies, numerosos grupos de ciudadanos y organizaciones han acudido al área para intentar salvaguardar la vida en la cuenca paraguaya del Pilcomayo.
Así se ha podido ver a ciudadanos cargando con caimanes de más de dos metros de longitud para trasladarlos a charcas donde todavía queda agua, incluso en motocicleta.
Por su parte, técnicos del Gobierno trabajan en el relleno de los bolsones de agua que aún existen en la zona para evitar que también se sequen, al tiempo que buscan aguas subterráneas.
Desde WWF-Paraguay indicaron que esas acciones apenas van a tener influencia en la situación de sequía, ya que el mantenimiento de estos hábitats va más allá del agua. Aquino dijo que la rehabilitación de un hábitat como esta necesita de muchos más elementos para que sea satisfactoria, desde los insectos hasta la vegetación que surge en este tipo de ecosistema.
También destacó que las tareas de transporte de los caimanes que todavía viven a zonas donde quedan remanentes de agua puede ser perjudicial para los animales, ya que se genera una superpoblación de estos en un hábitat diferente que no tiene la capacidad de abastecer a una población en aumento.
"No es recomendable llevar a un yacaré de un lugar seco a donde están los que viven todavía en un sitio mojado", apuntó Aquino.
Sin embargo, el daño ya está hecho, indican desde WWF-Paraguay, desde que "se desvió el río en un momento dado, y eso afecta río abajo", además de la deforestación de los humedales o la permisión de la ganadería insostenible.
De acuerdo con Aquino, las acciones de contingencia que ahora se llevan a cabo "si funcionan, van a ser muy poco. Lo que se necesita es dejar corredores de biodiversidad".
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