domingo, 10 de julio de 2016

Habitantes señalan que contaminación reduce población de ranas en el lago

Una mayoría de los habitantes de la región lacustre del Titicaca, asume que la contaminación ambiental está reduciendo la población de las ranas del lago, ya que cuando recogen las redes de pescados, la cantidad de los especímenes de anfibios que suelen quedarse atrapados es menor en relación con los años anteriores.

La información surge de un estudio realizado en más de una quincena de poblaciones ribereñas e islas por la organización Iniciativa Anfibios de Bolivia del Museo de Historia Natural Alcide D’Orbygni de Cochabamba y que fue dirigido por el biólogo Gabriel Callapa, quien junto a las investigadoras Lupe Mamani y Anna Macphie de la universidad Imperial College London, conversaron con centenares de personas.

“De todos los encuestados, casi el 85 por ciento reconoce haber consumido la rana del Titicaca (Telmatobius culeus) en el algún momento de su vida, como alimento o medicina, ya que le atribuyen capacidades curativas para algunas enfermedades”, asevera Callapa.

Explica que la investigación que se realizó por más de tres semanas sobre el uso y conocimiento del anfibio, comprobó que la mayoría de los pobladores ribereños también relacionan la disminución de especímenes que solían atrapar entre las redes de pescados con la contaminación ambiental que se extiende por algunos sectores.

CONTAMINACIÓN AMBIENTAL

La polución del Titicaca se origina por los miles de litros de aguas residuales que provienen de El Alto, Laja y Viacha e ingresan al lago menor por las bahías de Cohana y Aygachi, a través del río Katari, que a la vez recibe los aportes de otras corrientes como el Pallina, Seco y Seque.

Entre las emisiones existe de todo como aguas domésticas, así como de mercados, de hospitales y postas sanitarias, de industrias, mataderos, curtiembres, de las operaciones mineras de Milluni, además de otras que llevan el lixiviado del botadero de Villa Ingenio.

En 2015 se registró la mortandad masiva de peces, aves y anfibios, en algunos sectores del Titicaca, por la eutrofización o proliferación de algas microscópicas llamadas cianobacterias. Ellas consumieron el oxígeno del agua y al descomponerse la tiñeron de color verde y emanaron sulfuro de hidrógeno, un neurotóxico para la fauna acuática.

Frente al hecho la organización Iniciativa Anfibios de Bolivia rescató, este año, ejemplares de Telmatobius con la participación de expertos de instituciones de conservación mundial, para criarlos en cautiverio en la ciudad de Cochabamba y reintroducirlos después al lago, cuando se haya descontaminado.

Algunos investigadores concluyen que mientras continúe ingresando miles de litros de aguas residuales diariamente sin el tratamiento respectivo al lago menor del Titicaca –un similar fenómeno se produce en el sector peruano–, el espejo lacustre se enriquece con nutrientes de las aguas contaminadas como hidrógeno y fósforo de forma artificial, ocasionando el crecimiento anormal de algas, que ya se constituye en una contaminación microbiológica.

USO TRADICIONAL DE LA RANA

Las encuestas también demuestran –dice Callapa– el uso tradicional que tiene la rana del Titicaca, ya que los pescadores –por ejemplo– solían consumir los ejemplares que quedaban atrapados entre sus redes y sólo los que sobraban podían venderlos. “Pero ya no es así, ahora la cantidad disminuyó notoriamente, relataron los encuestados”, agrega el biólogo.

Explica que descubrió también en la localidad de Huatajata, el restaurante de Don Paulino que fue muy famoso por servir “ancas de rana” siendo visitado por varias personalidades, pero él también reconoció la disminución de los especímenes y que los que tenían gran tamaño ya no pueden ser encontrados.

“Mientras que en Copacabana, existe un experto cocinero que solía elaborar varios platos de comida con la rana gigante del Titicaca, pero que ahora busca especímenes, porque las poblaciones están disminuyendo”, agrega Callapa.

Relata que uno de los usos tradicionales también de la especie, única en el mundo, se relaciona con la lluvia, ya que en las poblaciones lejanas, aún se mantiene la costumbre de atrapar a la especie acuática y llevarla a la montaña para que con su llanto “atraiga las lluvias o precipitaciones pluviales”.

También está el uso medicinal, algunos encuestados afirmaron –explica Callapa– que para curar una herida solían usar el animal para que supuestamente evite una hemorragia. “Atribuyen a la especie poderes curativos para la mente y la epilepsia, por ejemplo, además de otras afecciones, los entrevistados nos contaron sus propias experiencias y las de otras personas”, añade.

Respecto al origen del consumo del anfibio, Callapa reconoce que aún se desconoce cómo es que los pobladores comenzaron a alimentarse con la especie, pero no descarta que probablemente fuera transmitido por generaciones a través de la tradición oral.

“Por el amplio rango de las preguntas en las encuestas, tuvimos la oportunidad de conversar también con muchos niños y niñas, quienes asumen que es beneficioso para su organismo, por la explicación que les dieron sus padres”, dice el investigador.

Entre las conclusiones preliminares, Callapa evidenció que no existe la tradición de beber el jugo o licuado de rana en las poblaciones ribereñas e islas del sector lacustre boliviano, y que esa práctica es más usual en el sector peruano.

EDUCACIÓN Y CONCIENCIACIÓN

Por su parte, la investigadora inglesa Anna Macphie de la universidad Imperial College London que llegó a Bolivia con el respaldo de la institución de conservación internacional Durrel Wildlife Conservation Trust, dice que en las islas y comunidades, los habitantes otorgan una importancia fundamental a la rana del Titicaca, por lo que es necesario implementar campañas de educación ambiental.

“Muchas personas coinciden en afirmar que la disminución de los especímenes se relaciona con la contaminación ambiental”, explica Macphie. Recomienda evitar la sobreexplotación del anfibio y que las comunidades deben conocer más sobre la especie.

Mientras que el biólogo Gabriel Callapa de la organización Iniciativa Anfibios de Bolivia del Museo de Historia Natural Alcide D’Orbygni de Cochabamba, asegura que cuando se cotejen los resultados de las encuestas será necesaria la implementación de campañas de concientización y educación ambiental con los pobladores.

“Hay mucho por hacer en el tema de la educación, debemos comenzar por los niños principalmente”, dice Callapa.

ÚNICO DEL MUNDO

Remarca que los comunarios e isleños deben cuidar a la especie de anfibio, único del mundo, endémico del lago Titicaca, y fascinante por su capacidad de adaptación, atrofiando sus pulmones y convirtiéndolo en una especie exclusivamente acuática.

El oceanógrafo francés Jacques Ives Cousteau que se sumergió en el lago sagrado en 1968 con el uso de dos minisubmarinos, registró que la rana podía medir 50 centímetros de largo y que podían existir millones de ejemplares, mientras que actualmente ya no es posible encontrar especímenes de esa talla, y su población disminuye, por lo que su conservación se convierte en una tarea urgente para la supervivencia de la especie.

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