La pintura de las paredes de viviendas y otros lugares, públicos y privados, puede contener plomo, incluso en las viejas capas que se desgastan con el paso del tiempo y el contacto. “En este momento podrías estar respirándolo, sin siquiera darte cuenta. Cada año, 143.000 personas mueren por problemas de salud derivados de la intoxicación por plomo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, señala un reporte de la BBC Mundo.
Un riesgo que se conoce desde hace casi un siglo, señala la nota de Darío Brooks, el 99% de los niños que han sido diagnosticados con alto contenido de plomo en la sangre viven en países en vías de desarrollo como los de América Latina.
“Desde la década de 1920, en la Liga de las Naciones se prohibió el plomo en las pinturas en los países desarrollados; sin embargo, en naciones en vías de desarrollo este no es el caso”, explicó a BBC Mundo Juan Caicedo, de la Alianza Global para Eliminar el Plomo en las Pinturas (Agepp).
Los niños pueden arrancar fragmentos de pintura viejos que se llevan a la boca, advierte la OMS.
Ante esa situación, la Agepp, una iniciativa cooperativa conjunta, encabezada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), presentó en mayo un reporte que muestra la magnitud del problema de regulación en 128 países.
AMÉRICA LATINA
En el caso de América Latina, Bolivia, Colombia, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Perú no tienen leyes obligatorias sobre el límite de plomo en las pinturas decorativas.
No existe un “nivel seguro” de plomo al que las personas puedan estar expuestos, según la OMS, pero a mayor concentración de partes por millón (ppm) y mayor contacto humano, mayor es el riesgo de ingreso al organismo humano.
Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, México, Panamá, Uruguay y Venezuela sí tienen normas, aunque necesitan reforzar su cumplimiento.
ATRACCIÓN FATAL DEL PLOMO
Ya que cada país puede tener legislación sobre la materia, se da el caso de “vacíos a nivel de importación y exportación”, advierte Caicedo.
Por ejemplo, Cuba limita a 20.000 partes por pm el contenido de plomo en pinturas, mientras que en Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, México, Panamá o Uruguay es de 600 partes por millón (ppm). En cambio, países de Europa y EE.UU. limitan a 90 ppm.
Aunque existen aparatos electrónicos que miden el plomo en las paredes, también hay pruebas simples de acceso cotidiano en ferreterías.
La falta de legislación provoca que las pinturas carezcan de etiquetas donde adviertan si tienen plomo o no, según Perry Gottesfeld, de OK International, una ONG con sede en EEUU que ha estudiado este problema.
“Están disponibles en el mismo estante al mismo precio, pero no hay manera para que el consumidor lo sepa”, explica Gottesfeld.
Aunque una pintura con plomo en su envase es segura, el problema es su desgaste con el tiempo en la pared o muebles.
“A medida que envejece, empieza a deteriorarse; se fragmenta y pueden desprenderse lascas y polvo que contaminan el entorno doméstico”, advierte la OMS.
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