La Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático arrancó ayer en Doha con la participación de unas 17.000 personas y con el objetivo de evaluar los progresos de los distintos países en la reducción de la emisión de los gases de efecto invernadero.
La conferencia, que se prolongará hasta el 7 de diciembre, fue inaugurada por la presidenta de la cumbre anterior y ministra de Asuntos Exteriores sudafricana, Maite Nkoana-Mashabane, en el Centro Nacional de Convenciones de la capital catarí.
Nkoana-Mashabane pasó el testigo al director de la Autoridad Administrativa de Control y Transparencia de Qatar, Abdulá bin Hamad al Atiya, que asumió el cargo de presidente de la XVIII Conferencia de las Partes de la ONU sobre Cambio Climático (COP18/CMP8), apunta EFE.
La concentración sin precedentes de gases con efecto invernadero (GEI) en la atmósfera y el riesgo de un calentamiento de 4º C hacia 2060 han llevado a que se produjeran llamados de alerta en vísperas de la conferencia de la ONU organizada por Qatar, campeón mundial de las emisiones de GEI por habitante.
“La conferencia de Doha presenta un desafío único: mirar hacia el presente y el futuro”, declaró la responsable de la ONU para el Clima, Christiana Figueres, en su discurso de apertura.
“El presente son los medios de aumentar el nivel de ambición en forma urgente” , es decir, que los países asuman compromisos más fuertes en materia de reducción de GEI, explicó Figueres.
Por el momento, las iniciativas adoptadas por los diversos países para reducir sus GEI están lejos de permitir contener el calentamiento a +2º C, el objetivo de la comunidad internacional y límite más allá del cual el sistema climático podría dispararse, con efectos incontrolables.
En Doha se esbozarán las bases de un acuerdo mundial previsto para 2015 con la intención de repartir equitativamente los esfuerzos para limitar el calentamiento global.
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