En las últimas décadas del siglo XX, cuando se descubrió el agujero en la capa de ozono, sus implicaciones y las causas de la destrucción de ese manto que protege a la tierra de los peligrosos rayos ultravioleta que irradia el sol, los científicos comenzaron a preocuparse por el medio ambiente y su bienestar.
Gracias a los estudios realizados se descubrió que la principal causa de la destrucción de la capa de ozono, era el consumo de combustibles fósiles, que por el incremento del parque automotor en las capitales del mundo era cada vez mayor.
Los científicos comenzaron a investigar alternativas para dejar de lado los combustibles fósiles y poder mover tanto vehículos motorizados como otras maquinarias.
Una de las alternativas descubierta fueron los combustibles de origen biológico, es decir, aquellos obtenidos de restos orgánicos, por lo que es un combustible de origen renovable y reduce considerablemente las emisiones de dióxido de carbono, que destruye la capa de ozono.
El biodiesel se obtiene de la grasa animal o aceites vegetales. El bioetanol, conocido también como etano de biomasa es un alcohol obtenido del maíz, sorgo, caña de azúcar o remolacha. El biogás, resulta de la fermentación de los desechos orgánicos. La biomasa se genera a partir de la madera o incluso de los excrementos secos.
Al principio pareció una buena idea acudir a los biocombustibles porque ayudaban a disminuir la contaminación ambiental y la emisión de gases de efecto invernadero, que causan, además de la destrucción de la capa de ozono, desequilibrios climáticos y fenómenos como el calentamiento global del planeta.
Más adelante se concluyó en que el uso de los biocombustibles no eran una solución sostenible porque amenazaba la seguridad alimentaria de las personas, pues aparte de haber una mala distribución de los alimentos, ya que hay lugares en que se sufre de hambruna, se comenzaría el uso masivo de los biocombustibles sin prever que también son la base de la alimentación.
Quizás la única manera de lograr un equilibrio entre menguar la contaminación ambiental, sin amenazar la seguridad alimentaria de las personas, sería la mesura, no producir en exceso por el simple hecho de obtener ganancias, sino pensando en la supervivencia de los seres vivos del mundo.
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