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lunes, 22 de noviembre de 2010
13 empresas, de 5.000, tratan el agua antes de botarla
El olor pútrido de los desechos de cerdos faenados y tirados en riberas del río Sek’e de El Alto impregna el ambiente de la carretera que conduce a Laja, en el Distrito 4. Diariamente, éste y otros afluentes reciben los desperdicios de mataderos ilegales, empresas y viviendas de la urbe.
Gestión Ambiental de la Alcaldía de El Alto —con datos del Ministerio de Medio Ambiente y Agua— informa de que hay 5.000 factorías de diversos rubros y que 13 tienen sistemas para tratar el agua antes de desecharla.
El 10% de las empresas no cuenta con alcantarillado y bota directamente sus desperdicios a ríos alteños como el Sek’e, el Seco, el Hernani y Larjkahuira, entre otros.
De las 5 mil compañías, sólo 1.913 tienen registro ambiental y las otras 3.087 son “ilegalmente ambientales”, que quiere decir que las autoridades desconocen cuál es la contaminación que causan, dice la jefa de Gestión Ambienal, Verónica Mújica. El director de la repartición municipal, Luis Rojas , sostiene que una de las tareas pendientes que debe ser encarada es regularizar la situación de las empresas y cerrarlas en caso de que no cumplan.
La Razón realizó un recorrido el miércoles 10 por los distritos 4, 5, 6, 7 y 11 y constató que en algunos sitios, como en el 4, había cañerías conectadas al muro de contención de piedra del río Sek’e. Por estos ductos, fluía agua de color rojizo que caía cerca de vísceras, pelos y heces de animales . No faltaban los perros que comían los restos.
Descontaminación. De las 13 empresas que tratan sus aguas, 12 la someten a un pretratamiento que merma hasta un 30% la contaminación y una aplica un proceso que mejora la calidad hasta en 80%.
Las firmas, según Mújica, son: Delizia, lácteos Inal, curtiembres Josué, Unicuero, Bonanza, Exincuer, Macubol, las textileras Coproca y Alticiber, la embotelladora Universal, Embol y Pepsi y el matadero Los Andes.
Luego las aguas son vertidas en el alcantarillado que conecta con la planta de Puchukollo, donde se purifican para dejarlas aptas para riego, y posteriormente van a los ríos, que sin embargo, transportan volúmenes de líquidos sin tratar.
La planta recibe desechos de los hogares y del 80% de las empresas que tienen alcantarillado.
“Todas las aguas de El Alto van a Puchukollo, ahí tendrían que hacer el tratamiento”, dice Mújica. Tiene una capacidad de hasta 1.200 litros por segundo, aunque ahora trata 600, afirma Ariel Cortés, gerente departamental del Fondo Nacional de Inversión Productiva Social, que financia trabajos en la planta.
La Razón, que recorrió las zonas desde el mediodía del miércoles 10 hasta las 18.00, constató cómo algunas empresas y mataderos clandestinos botaban sus aguas de desechos directamente a los ríos.
Se observó que trabajadores de cinco sitios de lavado de vehículos y personas particulares utilizaban las aguas del Sek’e (distritos 4 y 7), camino a Laja, para limpiar carros y arrojaban el líquido con detergente y grasa al afluente.
Teodoro Flores, vecino del distrito 4, dijo que cerca a Año Nuevo la sangre que corre por el afluente aumenta “Debe haber como 15 mataderos por aquí, tenemos que sorportar el olor, nos enfermamos y vienen las moscas”.
En los distritos 4 y 5, por donde pasa el río Seco, también se percibe el hedor de la basura. Cajas, plásticos y desechos orgánicos yacen en el afluente rojizo. A seis ovejas que se alimentan en el sitio no parece afectarles el olor a podrido de los desechos.
En inmediaciones del puente Bolivia el agua es aún más roja, producto del faenado que hacen en el matadero Los Andes y otros sitios clandestinos donde carnean cerdos, indica Mújica.
Asegura que Los Andes no realiza un tratamiento correcto de sus desechos y agrega que esto fue comunicado a la Federación Única de Trabajadores en Carne y Ramas Anexas, pero ésta “no nos deja hacer el trabajo”.
Uno de los representantes de la entidad, Alejandro Toltea, desmintió a la funcionaria e indicó que se purifica el agua, aunque “de alguna manera se nos escapa, no la mayor parte; la tecnología que tenemos es avanzada, no entiendo de dónde sale esa agua rojiza”.
Mariana Ato, vecina de la zona, comenta que “todos los días corre el agua con sangre y huele mal”
Las curtiembres contribuyen a la contaminación con los agentes químicos que arrojan a ríos como el Hernani, indica el director de Gestión Ambiental de la Alcaldía, Luis Rojas.
Son las seis de la tarde y un ventarrón recorre la zona cercana al río Hernani, lleva tierra y el olor de la basura que hay en la orilla y en el agua del afluente. A pocos pasos, al frente de las curtiembres, cinco vendedoras ofrecen ispis, karachis y otro tipos de pescados a la venta.
Los ríos contaminan el titicaca
Los ríos Seco, Sek’e, Hernani y Larkajahuira se conectan al Pallini que desemboca en la bahía Cohana, al inicio del lago Titicaca. El lugar se contamina debido a que los afluentes que atraviesan la ciudad de El Alto reciben aguas que no han tenido tratamiento de purificación o que han recibido desechos arrojados por la gente. Las aguas de Cohana tienen gran cantidad de lenteja de agua, especie vegetal que es una muestra de la contaminación del acuífero. Esta planta se desarrolla por la superficie e impide la oxigenación del medio, generando muerte de peces y otras formas de vida.
INGENIERO QUÍMICO
Ronalth Zabaleta
‘Las sustancias son de diferente naturaleza’
Los contaminantes que se echan (a los ríos) tienen diferente naturaleza. Por un lado, los hay provenientes de las deposiciones humanas (heces fecales y orina) y de otros microorganismos provenientes de animales. Pero por otro lado también hay los que generan la contaminación de metales pesados y que pueden provenir de la actividad minera o de los químicos utilizados por las curtiembres y otras (fábricas asentadas en la ciudad de El Alto). Hay que señalar que mientras que los residuos metálicos elevan el contenido de acidez del agua, los residuos orgánicos elevan el contenido de materia orgánica (en los afluentes). Esto disminuye el oxígeno disuelto (en los acuíferos) y terminan dañando la calidad del agua. Todo esta situación puede derivar en enfermedades, como epidemias de cólera, la fasciola hepática e infecciones diarreicas y otras patologías.
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