Expertos de 71 países miembros del Grupo de Observación del Planeta (GEO) se reúnen desde hoy en el Parque Olímpico de Pekín para debatir formas de cooperación climática y medioambiental con el fin de contar con un sistema de observación global en 2015, el llamado GEOSS.
La principal finalidad de la reunión, a la que acuden científicos y responsables medioambientales de gobiernos de todo el mundo, es analizar los avances en el GEOSS cuando el proyecto se encuentra a medio camino (fue iniciado en 2005), así como eliminar posibles reticencias de algunos países a publicar muchos de sus datos sobre medio ambiente y clima, entre otros.
Según el director del Secretariado de GEO, José Achache, el GEOSS pretende ser "un equivalente intergubernamental a Google Earth, un portal que dé acceso vía web a información medioambiental".
En la reunión, la directora de Investigación Medioambiental de la Comisión Europea, Manuela Soares, destacó que "se necesita urgentemente una observación coordinada de la Tierra para elaborar políticas medioambientales", por lo que "hay que superar obstáculos para conseguir un acceso completo y abierto a esos datos".
Durante años, mucha de la información climática y medioambiental era recogida por instituciones militares y era clasificada, por lo que el reto actual es ir convenciendo a la comunidad internacional de la necesidad de compartirla, aunque se ha avanzado mucho en este sentido, según los expertos que se dan cita en Pekín.
"Hoy en día muchos datos medioambientales son accesibles y ya no supone tanto un problema", destacó Richard Lampitt, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido y responsable del programa europeo EuroSites, que reúne datos sobre los océanos recogidos en diversos centros de observación.
Según Lampitt, ahora la prioridad en las reuniones es asegurarse de que se trabaje para todo el mundo, sin prioridad para uno u otro interés nacional.
No obstante, para Ingo Simonis, del Instituto de Servicios Geoespaciales europeo, "todavía hay mucho recelo en todo el mundo a la hora de compartir datos pues muchos son sensibles desde el punto de vista político", por lo que hay que convencer a los gobiernos de que ocultar esa información a la larga es negativo.
Simonis dirige un proyecto que relaciona datos medioambientales y de salud para, por ejemplo, llevar a cabo un seguimiento del cólera, y reconoce que hay países que se niegan a dar datos de la incidencia de esa enfermedad.
"Dar información siempre trae riesgos, pero hay que demostrar que lo que se gana con ello es mucho más importante", señaló a Efe.
El principal representante sudafricano en la reunión, Philemon Mjwara (director general de Ciencia y Tecnología del Gobierno) destacó en este sentido que ha sido muy positivo que China, Rusia, Europa y EEUU hayan compartido con África información que ayuda hoy día a los agricultores del continente a optimizar sus cultivos.
China, por ejemplo, considera muy sensible la información sobre el agua de ríos que nacen en el país pero alimentan a gran parte de Asia, como el Mekong, según cuenta Massimo Menenti, que desde hace dos años aglutina a expertos chinos y europeos para estudiar los cambios de clima y precipitaciones en el Tíbet.
"Es algo muy sensible, hay restricciones muy fuertes sobre el acceso a esa información, pues calculamos cuánta agua sale del Tíbet y llega a Pakistán e India, algo que es un poco consecuencia del manejo de recursos que hace China", explicó.
Según el experto italiano, en cuyo proyecto trabaja entre otras la española Universidad de Valencia, el objetivo de reuniones como la de Pekín es "seguir adelante en el acuerdo de los miembros para compartir datos, ya que muchos países lo han firmado pero no siempre lo aplican".
Según Jun She, experto chino que trabaja en el Instituto Meteorológico de Dinamarca para estudiar los cambios en el Mar Amarillo (que baña China y las dos Coreas), la reunión de Pekín puede lograr grandes avances en la liberalización de datos que ayuden, por ejemplo, a prevenir desastres naturales.
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