Un estudio divulgado por los investigadores Diego Andreucci y Helga Gruberg confirma la contaminación de las aguas que restan del lago Poopó en niveles que superan los límites permisibles, debido a la actividad minera en la zona.
“El lago Poopó recibe una carga de metales pesados muy por encima de los límites permisibles: se vierten diariamente 39 kilos de cadmio, 3969 de zinc, 821 de arsénico y 73 de plomo. Estos son valores altísimos”, señala el estudio sobre la gestión socio ambiental minera en la cuenca.
Asimismo, la investigación indica que los metales pesados en las aguas restantes del lago, que sufre una severa sequía, contaminan las plantas y el ganado, reduciendo la productividad de los cultivos y generando muertes y malformaciones entre los animales. Recientemente se comprobó que el Poopó prácticamente ha desaparecido.
El estudio fue publicado por el Centro Latino Americano de Ecología Social (Claes).
Andreucci es investigador en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona (España) y miembro de la Red Europea de Ecología Política, mientras Gruberg es ingeniera ambiental con una maestría en ciencias del desarrollo y la innovación rural de la Universidad de Wageningen, Países Bajos.
Esos minerales “generan problemas de salud en los comunarios que usan el agua para cocinar o lavarse. En nuestra investigación, hasta encontramos que niños de una unidad educativa consumían agua de un río (de la zona) altamente contaminado”, señala el trabajo de Andreucci y Gruberg.
Por otro lado, los investigadores observaron dificultades y retrasos en la implementación de los planes de mejora ambiental.
Advirtieron que las empresas mineras aprovechan la debilidad de la normativa ambiental y social.
En el caso de los “emprendimientos mineros que son formalmente cooperativas, y por lo tanto se presentan como diferentes a las empresas convencionales, (igual) actúan sistemáticamente violando las normas socio-ambientales y se resisten activamente a los controles del Estado”, señala el documento.
Incluso –según el estudio– las empresas estatales, como la minera Huanuni, se encuentran entre los principales contaminadores detectados.
Ahora “cuando se cumplen formalmente con normas ambientales, (tampoco) no se puede asegurar una reducción en los impactos (…) por todas estas razones, la minería en Bolivia, sigue sumida en la irresponsabilidad social y ambiental”, apunta el estudio.
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