CIFRAS | LA DEFORESTACIÓN EN BOLIVIA ES LA MAYOR CAUSA DE CONTAMINACIÓN AMBIENTAL Y EMISIÓN DE GASES EFECTO INVERNADERO.
Bolivia, uno de los países con menor nivel de desarrollo humano de Sudamérica, tiene emisiones de gases de efecto invernadero per cápita comparables a países de Europa: 93 millones de toneladas anuales para 2000-2010.
La causa de este desbalance es la deforestación, o “cambio en el uso de la tierra”, donde se combinan, además, la expansión de la frontera agrícola, subsidios a combustibles fósiles y un bajo nivel de control ambiental.
Hasta ahora no existía un número que cuantificara las emisiones del sector para las últimas dos décadas en el país altiplánico. Pero una investigación que combinó información satelital y un modelo ad-hoc (que mide la deforestación, la degradación del suelo y la reforestación, entre otros elementos), mostró el aumento en casi 50 por ciento de emisiones en las últimas dos décadas. Entre 1990 y 2000, emitió 65 millones de toneladas por año.
No obstante, el aumento queda relativizado debido al crecimiento económico y demográfico de Bolivia en ese período: si las emisiones se calcularan per capita, o por unidad de PBI, podrían considerarse estables, advierte el estudio. Lykke Andersen, del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD) y una de las autoras de la investigación, considera que aun así las emisiones son muy altas para el país, “algo malo e innecesario”, señala.
“Solo hay tres países del mundo con más deforestación per capita que Bolivia: Botswana, Paraguay, y Namibia”, dice a SciDev.Net.
Pero ya se están tomando algunas medidas: “En el departamento de Santa Cruz —el centro de la agricultura moderna en Bolivia— la situación mejora debido a innovaciones tecnológicas, lo que demuestra que es posible aumentar la producción agropecuaria y los ingresos de la gente al mismo tiempo que bajan las emisiones”, dijo.
Además, el trabajo —publicado en PlosOne— mostró que los bosques maduros de Bolivia absorben casi la misma cantidad de carbono que se libera al quemar otros bosques, algo que ayuda en la cuenta general, y que otros modelos no tienen en cuenta.
Según los autores, el modelo es muy versátil y se puede aplicar a cualquier país, aunque por el momento solo se ha usado en Bolivia. Utiliza imágenes satelitales y en cada pixel se ve el comportamiento del bosque.
Para Alejandro Araujo Murakami, investigador del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, “el trabajo puede ser la base teórica para un trabajo más preciso y con datos de campo”.
Sin embargo, añade que Bolivia requiere un programa nacional de monitoreo del carbono, con datos de inventario de campo, tanto del carbono aéreo como subterráneo en biomasa viva y en biomasa muerta o necromasa, y del uso de la tierra. “Se tendrá mejor resultado del ciclo del carbono cuando exista ese inventario nacional de emisiones por cambio de uso de la tierra”, concluyó.
ADAPTACIÓN: MENOS CAPACIDAD
Al respecto la estabilidad de la selva amazónica y su capacidad de adaptarse a la deforestación generalizada puede ser mucho más baja de lo pensado, plantea un estudio publicado en Geophysical Research Letters (19 de julio). Estudios anteriores indicaban que en la Amazonía los bosques podrían convertirse en pastizales si la deforestación total alcanza entre 40 y 50 por ciento del tamaño actual del bosque.
Sin embargo, el nuevo estudio indica que basta un 10 por ciento de deforestación para un cambio de equilibrio en los ecosistemas de los bosques amazónicos de Bolivia y del estado brasileño de Pará. Los autores destacan la necesidad de preservar los bosques, que son cada vez más susceptibles a un cambio de equilibrio debido a la deforestación. “Se requiere promover actividades productivas compatibles con la conservación de 70 por ciento de la cobertura boscosa en la Amazonía”.
“Para evitar un desplazamiento del equilibrio, el 90 por ciento de los bosques existentes y el 40 por ciento de las sabanas deben ser preservadas”, dicen los autores del estudio. Lilian Painter, directora del Programa Bolivia Wildlife Conservation Society, dijo a SciDev.Net que estos resultados presentan “puntos de inflexión críticos” para los bosques de Bolivia y otros bosques estacionales del límite suroeste de la Amazonia.
Algunos patrones que estarían acentuando la deforestación son la frecuencia y extensión de incendios en áreas boscosas, la fragmentación de los bosques y el aumento en las sequías.
“Además existe amenaza a los bosques húmedos del departamento de Pando si se llegara al 40 por ciento de reducción de la cobertura amazónica”, indica.
Según el estudio, alrededor del 20 por ciento de los bosques amazónicos desaparecieron y si bien la tasa de pérdida en los últimos años es menor, sigue disminuyendo, pese a que alrededor del 40 por ciento de la Amazonía comprende áreas protegidas. En Bolivia éstas ocupan siete por ciento (35.352 km2) del total de la región amazónica (479.264 km2).
Painter explica que las áreas protegidas no son suficientes como respuesta al cambio climático si se manejan como islas en un entorno de deforestación. “Se requiere promover actividades productivas compatibles con la conservación de 70 por ciento de la cobertura boscosa en la Amazonía”.
Para la investigadora los países Amazónicos, y en particular Brasil, deben considerar estos escenarios en su planificación territorial al promover la expansión de la frontera agrícola para fines de seguridad alimentaria.
Daniel Larrea, coordinador del Departamento de Ciencias de la Fundación Amigos de la Naturaleza, destaca que en Bolivia la mayor conversión de los hábitats originales ocurre en los bosques secos de Santa Cruz. “Se está rompiendo el equilibrio natural producto de la deforestación y hay que ver a qué tipo de uso pasa ese bosque, si es pecuario o agrícola. Y si ese cambio brusco de cobertura vegetal se mantiene en el tiempo, tal vez se pueda alcanzar nuevamente el equilibrio”, afirma.
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