Grandes bloques de hielo bajan por el fiordo de Sermilik, al sur de Groenlandia. Hace tan sólo 13 años, para llegar hasta la granja Tasiussaq, en una de sus orillas, los expedicionarios de Shelios llegaban en embarcación y para ver el hielo debían desplazarse hasta el glaciar Eqaloruutsit. Ahora el fiordo está bloqueado para la navegación en este lugar. "El aumento del deshielo en esta zona del mundo es el cambio más grande que he notado en el país desde
el primer viaje, en el año 2000", asegura el astrónomo Miquel Serra-Ricart, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
Él lo contaba mientras alrededor suyo bajaban hacia el mar grandes bloques
de hielo azul, color que adquiere el agua congelada cuando la concentración
de oxígeno es alta, lo que indica que lleva mucho tiempo sufriendo una gran presión. Dicen algunos que es el hielo más antiguo.
No es la primera señal evidente a simple vista de que el calentamiento de la Tierra se está acentuando. El frente del glaciar Qaleraliq se ha reducido en cientos de metros, partiéndose en dos partes, y el explorador recuerda también que era mucho más alto en 1997.
Ahora a las imágenes se suma el sonido porque cada poco rato se escucha un trueno de larga duración, que no es tal: son los bloques que caen de los mismos glaciales cuando las grietas acaban por romper, algunos de muchas toneladas: los icebergs.
Otros pequeños fragmentos que crean una especie de chapapote helado entre el que no es fácil moverse.
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