Fernando Hiraldo es desde hace 12 años director de la estación biológica de Doñana, que es una de las reservas y centros de investigación más importantes de España, y Europa. Desde hace muchos años la institución ha desarrollado proyectos de investigación en Bolivia, como la expedición a Huanchaca, en la que murió Noel Kempff Mercado. Uno de los responsables de organizar esa frustrada expedición fue Hiraldo, que actualmente impulsa otros proyectos en el país: acaba de firmar un acuerdo de cooperación con la Gobernación cruceña y quiere que Bolivia sea la base para un programa de conservación del cóndor. El biólogo español es un convencido de que la única manera de contrarrestar los problemas medioambientales es a través de la educación, la investigación y la conservación de la riqueza natural del planeta. De eso y de otros aspectos conversó con Extra.
- ¿Qué lo trae de nuevo por Bolivia?
-Una de las razones es que aquí existe lo que nosotros llamamos el ecosistema olvidado: las selvas secas o bosques secos americanos que se están perdiendo y de los que ahora mismo en América Latina solo queda entre un 5 y 10%. Son zonas de una biodiversidad altísima, pero como son discontinuas la gente se ha olvidado de ellos, pero es un error garrafal. Bolivia tiene esos bosques conservados y es un muy buen lugar para conocer cómo funcionan esos ecosistemas y defenderlos. Por otro lado, la paraba frente roja y la cotorrita serrana son especies endémicas de este tipo de ecosistemas y las hemos agarrado como emblema para promover su preservación y como parte de la investigación de loros endémicos y amenazados de los valles de Bolivia.
Pero nada de lo que hemos hecho con estas especies hubiera sido posible sin la labor que ha realizado desde hace cinco años Abraham Rojas, que trabajó en el censo de las parabas frente roja para conocer su hábitat y comportamiento. Einstein decía: “Hemos conseguido lo que hemos conseguido, porque nos hemos apoyado en los hombros de los que vinieron anteriormente”. En ese sentido, nosotros nos hemos apoyado en los hombros de Abraham, porque él ya había hecho el trabajo más difícil.
- ¿En qué consiste el acuerdo que firmaron con la Gobernación de Santa Cruz?
-Hemos firmado un acuerdo que sirve de marco general para trabajar juntos en educación ambiental, conservación de los bosques secos y en la instalación de Observatorios de Vida, que es un programa europeo del que Doñana es líder y que consiste en una red de observatorios en la naturaleza que toman datos, los archivan y están a disposición de la comunidad científica y de toda las sociedades. A partir de ellos pretendemos ir creando vínculos con los bancos de datos de otras instituciones, como los de los museos de Ciencias Naturales.
La finalidad es que la información acerca de temas que no son fácilmente asequibles (como la quema de montes, población de parabas o pastoreo de ganado) esté a disposición no solo de los científicos, sino también de los técnicos y del público en general.
-¿Para qué sirve dar a conocer esa información al público en general?
-Es que debemos convencernos de que la gente tiene que saber qué está pasando o no vamos a conseguir mucho. Los humanos somos una máquina perfectamente diseñada a lo largo de la evolución, pero para reaccionar a nuestros problemas actuamos de maneras muy diferentes. Por ejemplo, si tenemos hambre comemos, si vemos un león salimos corriendo, si alguien nos pega nos tapamos, pero si nos dicen: “Oiga fumar produce cáncer”, “No beba usted porque se le va a poner mal el hígado”, lo entendemos pero no reaccionamos. Para poder reaccionar a los problemas ambientales se necesita educación y en el medioambiente tenemos urgencia de educarnos rápido. Todo el mundo entiende que gastemos dinero en museos y en conservar las obras de arte; sin embargo, con el medioambiente no. Tenemos sistemas naturales de los que depende nuestra vida, pero no se les da la importancia necesaria.
-¿En qué consiste el trabajo que también están realizando con el cóndor?
-El cóndor es un animal mítico y evolutivamente muy interesante, que lo hemos podido observar en los cuatro años que venimos trabajando con él en Argentina. Junto con un equipo de ese país hemos registrado 21 adultos en la Patagonia. Estos cóndores cruzan los Andes para alimentar a sus crías que las tienen al lado del Pacífico. Entonces, todos los días recorren 400 kilómetros, superando los 4.000 metros hacia el lado de Chile y al día siguiente regresan al lado argentino para alimentarse. A lo largo de su vida recorren más de 5.000 kilómetros por la Cordillera y es curioso porque es el ave voladora más grande que existe y por sus dimensiones está al límite de no poder volar. Por eso un animal que hay que proteger y los países que todavía lo tienen deben ponerse de acuerdo para su conservación, porque puede que pase como en Venezuela y en Colombia, donde ya se ha extinguido, o como en Ecuador, que está en una situación delicada. En fin, lo que nosotros pretendemos es hacer un plan en el que haya un coordinador en cada uno de los países andinos, que tenga un comité científico, director y presentarlo el año que viene en la reunión de aves rapaces que se va a realizar en América Latina. Yo voy a proponer que sea Bolivia el país desde donde se coordine este trabajo, dada su posición central en la región y la distribución importante que tiene esta ave en el país.
-¿Cuál es la importancia de los cóndores en el ecosistema?
-Es similar a la de cualquier otra especie, pero también es una forma en la que se está expresando la vida y de la que podemos aprender mucho. Por ejemplo, nosotros hemos investigado (y lo hemos publicado en una de las mejores revistas científicas) acerca de los carotenos de esta ave. Los carotenos son un pigmento que estimulan el sistema inmune y los vertebrados no lo producen, y en la carne prácticamente no hay. Lo tenemos que tomar de las plantas o de los animales que las comen. Entonces, cuando hicimos ese estudio trabajando con las aves del mundo, vimos que las aves carroñeras no tenían prácticamente carotenos, pero cuando estudiamos al cóndor descubrimos que tiene cantidades enormes. No sabemos por qué, pero su sistema inmune es cuatro veces más potente que el de cualquier otra ave carroñera. Conocer las razones de ese fenómeno puede servirnos a los humanos.
- ¿En qué nos perjudicaría su extinción?
-El hombre no tiene la capacidad, ni con todas las bombas atómicas, de acabar con la vida en la tierra, lo que sí es capaz de acabar es con nuestra civilización, con nuestra forma de vida y parte de la vida que depende del oxígeno. Por eso, cada vez que desaparece un cóndor, una frente roja y otros animales quiere decir que algo no está funcionando en nuestra casa. Son indicadores que nos están demostrando que nos estamos equivocando, que estamos haciendo menos habitable el único sitio donde somos capaces de vivir, que es la tierra.
- Se dice que en Bolivia está en pugna una visión de desarrollo extractivista frente a una visión conservacionista, ¿Cree usted que puede haber una solución a esa pugna?
- Lo que pasa en Boliva no es muy diferente a lo que pasa en otros países del mundo. Son problemas muy agudos que surgen cuando la gente está en una situación de necesidad por cualquier cosa. Creo que ahí los políticos deben dar la talla. No creo que podamos seguir buscando soluciones a largo plazo, porque es evidente que ha sido un fracaso. Se lo puede ver en Europa, Estados Unidos y China. Tampoco se puede seguir con la idea pan para hoy y hambre para mañana.
Entiendo que se genera mucha tensión y es difícil cuando un poblador local tiene un animal que se está comiendo sus cabras y dice que debe matarlo, mientras que desde la ciudad un hombre de chaqueta y corbata le dice que no lo haga. Eso en frío no se puede hacer y hay que tener habilidad y empezar a trabajar en los colegios, con la población acerca de lo que es la conservación ambiental, que la gente valore los recursos que tiene, como valora las obras de arte como una riqueza y una forma de vida.
- Dicho de ese modo parece fácil, pero no es tan sencillo.
- Es muy difícil, porque no sabemos cómo actuar. Para ponerte un ejemplo, nosotros con la geometría tradicional somos capaces de mandar a un hombre a la luna o mandar una sonda a
Marte, pero si queremos predecir el comportamiento de una familia de cuatro miembros, que es un sistema complejo, no lo podemos hacer y la naturaleza es el sistema complejo por excelencia. Si ahora pensáramos que vivimos en un mundo que no es factible y quisiéramos desmontarlo con el menor daño posible, no tendríamos información suficiente. Es difícil, pero eso no debe provocar la inacción, es decir, no podemos quedarnos sin hacer nada. Tampoco se puede sortear el problema, porque el problema está ahí.
- ¿Es usted todavía optimista con el futuro del planeta?
- Creo que estamos muy mal, pero tenemos que pelear, que plantearnos que vamos a desaparecer no tiene mucho sentido, yo estoy seguro de que la especie humana no tiene ningún problema, que el que lo tiene es la sociedad del ‘bienestar’ en la que vivimos, que la sociedad tiene que cambiar profundamente. Creo que hay que pelear para que haya una conciencia ambiental, aprendamos a vivir de otra manera, no tengamos una sociedad en la que solo sabemos divertirnos consumiendo. Por lo menos debemos morir peleando.
Perfil
Destacada Trayectoria
Fernando Hiraldo Cano nació en Almería (España) hace 66 años. Su entorno familiar estuvo vinculado con la ciencia y determinó su inclinación por la Biología, carrera que estudió en la Universidad de Sevilla. Actualmente es un reconocido ornitólogo especializado en rapaces. Ha dado a conocer sus investigaciones en publicaciones científicas de gran prestigio.
Hiraldo es también investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, el organismo de Investigacion más grande que hay en España y entre los seis o siete más importantes a escala mundial. Es también, desde hace 12 años, director de la Estación biológica de Doñana.
Ha visitado el país en diversas ocasiones para el desarrollo de proyectos de investigación y desde España ha coordinado expediciones de científicos españoles y bolivianos en territorio nacional.
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