La agenda de convenciones de las Naciones Unidas no da tregua a los negociadores de todo el mundo, entre ellos, los bolivianos. Apenas concluyó la Cumbre Río+20, Bolivia ya prepara su estrategia para evitar que la economía verde termine por posicionarse en la próxima reunión global.
“Tenemos que defender lo logrado (en Río+20) en la próxima Convención para la Diversidad Biológica de la ONU”, alertó René Orellana, pues considera que los países desarrollados que no pudieron imponer la economía verde en la reciente cita lo intentarán en India, sede de la próxima reunión mundial sobre el problema medioambiental, entre el 8 y 19 de octubre.
En ese marco, Orellana, jefe de la delegación boliviana en Río+20, considera importante preparar un equipo de negociadores fuerte, articular los movimientos sociales, preparar propuestas y reunirse con sus similares de los países del ALBA.
¿Y cuáles son los logros que se deben defender? Según Orellana, los países de G77+China (grupo compuesto por naciones en vías de desarrollo) impidieron que se consolide un nuevo modelo económico que buscaba la privatización de los recursos naturales.
“El primer principio que se ha establecido es el respeto y reconocimiento a la diversidad de modelos y visiones de desarrollo para que los países soberanamente decidan por sí mismos en libertad y soberanía”, explicó.
Según Orellana, los postulados de la economía verde se quedaron reducidos, en Río de Janeiro, a dos páginas llenas de salvaguardas hechas por los países del G77.
En contraposición, decenas de instituciones de la sociedad civil -entre ellas ONG e indígenas- han expresado su pesar porque, a su entender, aunque no específicamente, la economía verde sí logró abrirse campo y va camino a su aceptación.
“Hay, ciertamente, bases que pueden dan lugar a que en un futuro se constituya un modelo de economía verde a partir de los nuevos objetivos de desarrollo sostenible que serán trabajados entre 2013 y 2014”, reconoció el jefe de la delegación boliviana.
Pero en su criterio no se deben desestimar logros, como el hecho de que el texto de Río+20 incluyó el término “derechos de la naturaleza”, algo duramente cuestionado por ambientalistas.
Para la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático, compuesta por varias instituciones ambientalistas y de indígenas, la inclusión de ese concepto acabó por legitimar el modelo económico neoliberal.
Pero Orellana insiste en que el nuevo modelo de desarrollo -promovido por el PNUMA y los países desarrollados- no prosperó y más bien hubo un avance al lograr que la Madre Tierra sea mencionada de manera oficial y específica.
Por tanto, la reserva puesta por Bolivia a todo lo referente a economía verde “tiene una mirada a futuro, ya que se nos viene el proceso de elaboración de los objetivos de desarrollo sostenible”, puntualizó.
En ese marco, Carmen Capriles, del grupo de voluntarios Reacción Climática, señala que Bolivia es un actor clave dentro de las negociaciones porque tiene una posición en contra del sistema, es decir, en contra de la economía verde, a pesar de su aceptación con observaciones del documento de Río+20, en consenso con otros países del G77+China.
Las reservas
Río+20 Según un documento oficial, Bolivia rechaza la economía verde como un nuevo modelo para la privatización de la naturaleza y la sociedad, con la intención de alcanzar el desarrollo sostenible y erradicar la pobreza. (...) y cualquier interpretación que pudiera ser entendida como mercantilización de las funciones y los ciclos de la naturaleza y el pago por servicios ambientales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario