La Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) y el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) recomendaron a los municipios optar en última instancia por la perforación de pozos para tener agua. En su lugar propusieron los atajados y las minirrepresas, que son opciones más recomendables para garantizar sistemas de riego en el agro. Se debe recordar que el presidente Evo Morales otorgará a los municipios 200 mil dólares para proyectos de agua.
Los alcaldes del país aceleran la presentación de sus proyectos de agua, una de las necesidades más sentidas del campo. Cambio recogió las recomendaciones técnicas y económicas de dos instituciones experimentadas en actividades agrícolas y de medio ambiente que pueden servir de orientación a los municipios que aún no definieron sus prioridades.
El coordinador nacional de Capacitación y Comunicación de Lidema, Edwin Alvarado, dijo a este medio que los proyectos más recomendables son los concurrentes para garantizar su sostenibilidad a mediano plazo.
Respecto a los pozos, dijo que son “la solución más riesgosa y la menos equitativa en términos intergeneracionales porque significa echarle mano a la última reserva de recursos hídricos y dejar a las generaciones futuras con menos acceso al agua”.
Recordó que en la década de los 80, debido a la sequía que predominó en los valles y el altiplano, hubo una “explosión” de perforación de pozos de manera irracional en Cochabamba, donde casi cada vecino del área rural contaba con uno, pero que los beneficiarios se olvidaron que los recursos hídricos subterráneos son limitados y por tanto, varios años después, estos pozos quedaron inoperables.
“El agua cuando está bajo la tierra ayuda a soportar el suelo (…) es como un bolsón lleno sobre el cual se puede apoyar algo. Si pinchamos el globo, éste va a colapsar, se va a caer, y eso es lo que ocurrió en Vinto, Sipe Sipe, Colcapirhua, valle bajo y central, Villa Rivero; hemos visto cómo las parcelas colapsaron y se hundieron (hasta dos metros) en superficies significativas”, mencionó.
En el suelo colapsado nunca más se pudo cultivar, dijo Alvarado, quien señaló que ni con tractor ni con el riego se logró reavivar la tierra, que quedó erosionada e inutilizada.
Dijo que Lidema no se opone a que se realicen perforaciones de pozos, luego de estudios hidrogeológicos que permitan establecer dónde se puede aprovechar agua sin generar riesgos de colapso y hundimiento, pero que el líquido elemento debe ser fundamentalmente para consumo humano y no así para riego.
“Entendemos que hay zonas donde no hay más que echarle mano al agua de los pozos como en el chaco, y otras zonas secas. Pero debemos pensar en potenciar las reservas hídricas a través del repoblamiento forestal”, señaló.
El director regional del Cipca, Eulogio Núñez, manifestó a este diario que incluso en el chaco boliviano, a pesar de ser una zona muy árida, hay tres caudales muy importantes que pasan por ese territorio: el Río Grande, por la provincia Cordillera; el Parapetí, que va desde Sucre por Camiri, Charagua hasta el chaco boliviano, y el río Pilcomayo.
Afirmó que lo mejor es la cosecha del agua para que en tiempos secos no falte. No obstante, señaló que en las llanuras del chaco existen grandes bolsones de agua que se convierten en la única alternativa para acceder al líquido elemento, tanto para el consumo humano como para el riego. “En el oriente y la amazonia lo mejor es aprovechar las fuentes naturales de agua, y en algunos lugares donde hay bolsones de agua es muy importantes realizar perforaciones. En el oriente y amazonia no hay que descartar los pozos, pero como última posibilidad”, manifestó.
LAS MINIRREPRESAS
Alvarado señaló que con el financiamiento comprometido es posible que cada municipio construya una minirrepresa con capacidad de dotación de agua de riego para 50 hectáreas y una cobertura de hasta 50 familias de una comunidad.
Sin embargo, advirtió que la minirrepresa requiere de ciertas condiciones, como caudales suficientes de agua, capacidad de embalse, contar con una cuenca de aporte necesario y bajo nivel de arrastre de sedimentos. “Hay que hacer estudios muy serios para construir estas represas y estimo que en dos años puede tenerse casi a punto de funcionamiento”, acotó.
La represa requiere además de acciones técnicas adecuadas de bajo impacto ambiental y asesoramiento técnico. “Se debe pensar en presupuestos para asesoramiento técnico, para que estas comunidades aprendan a regar y que implementen sistemas de riego de bajo impacto”, dijo.
Las minirrepresas funcionan muy bien en los valles de pendientes medianas.
LOS ATAJADOS
En cuanto a los atajados, dijo el ambientalista que éstos funcionan muy bien en valles y altiplano con pendientes entre 35 y 15 grados, donde no haya reproducción de vectores (mosquitos), y debe ser construida en terrenos poco rocosos e impermeables.
Precisó que realizar un atajado para una familia requiere aproximadamente de 3.500 dólares, por lo que el presupuesto comprometido alcanzaría para 57 familias de una comunidad. Cada atajado tendría una capacidad de riego de media hectárea.
“Para que este proyecto sea sostenible se requiere del compromiso de los beneficiarios, pues éstos deben hacer mantenimiento y entregar 200 y 300 jornales de su vida para evitar que el atajado reviente, reciba agua limpia y que esa agua sea de bajo impacto ambiental”, subrayó.
Alvarado enfatizó que no sólo del agua depende la producción, sino también de la reposición de nutrientes a la tierra.
PARA DESTACAR
Desafío de los municipios: elaborar proyectos de agua, que serán financiados por el Gobierno con un monto de 200 mil dólares.
Lidema y Cipca: no apuestan por los pozos como la mejor opción para acceder al agua. Recomiendan ‘cosechar’ agua en atajados y represas.
Los pozos y sus consecuencias: las perforaciones deben realizarse sólo después de estudios hidrogeológicos que determinen que la tierra no erosionará. El agua subterránea es reserva hídrica para las próximas generaciones. Los pozos, tras un tiempo de operación, dejan de proveer agua y colapsan los suelos.
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