Las aguas del río Rocha, principal fuente acuífera que pasa por el centro de la ciudad de Cochabamba, durante los últimos años, continúan siendo uno de los principales factores de contaminación ambiental que dañan el ecosistema y ponen en riesgo la salud de la población y los animales.
Las aguas del río Rocha, cuyo caudal comienza en el municipio de Sacaba, pasando por todo el centro de la ciudad, desemboca más allá del municipio de Vinto (valle bajo), durante los últimos años, se convirtieron en un elemento de contaminación ambiental altamente peligroso.
La presencia de partículas tóxicas, basura y desechos líquidos, principalmente de las curtiembres que funcionan en orillas del río Rocha, camino al municipio de Quillacollo, son algunos de los factores que contaminan sus aguas, las que son consumidas por animales silvestres, además de ser utilizadas para riego y lavado de autos.
Según el director de medio ambiente de la Gobernación, Germán Parrilla, los últimos estudios que se realizaron confirman que el río Rocha presenta niveles de contaminación elevados que llegan inclusive hasta el 100 por ciento, lo que debería preocupar a las autoridades para tomar acciones inmediatas y proceder a su tratamiento y recuperación.
“Son aguas contaminadas, no se recomienda su uso para el consumo humano, precisamente porque al ser una fuente abierta, se mezclan y están expuestas a todo tipo de elementos químicos, es necesario hacer todo un estudio que nos permita identificar qué composición tenemos y cómo podemos mitigar los efectos ambientales”, sostuvo.
Al respecto, el asesor general de la Gobernación, Freddy San Millán, dijo que la recuperación de las aguas del río Rocha es uno de los proyectos que será encarado por la institución una vez que se conforme la denominada Región Metropolitana que une a los municipios de Sacaba, Cercado, Tiquipaya, Colcapirhua, Sipe Sipe, Quillacollo y Vinto.
“Tenemos que trabajar en un proyecto conjunto, recuperar nuestro río Rocha para los próximos años, no se trata de hacer limpiezas o controlar que no echen deshechos a sus aguas, es un problema muy delicado que tiene que ser encarado con responsabilidad, recursos y en asesoramiento de instituciones”, manifestó.
Por ahora, quienes pasan por los puentes como el de Cala Cala, Recoleta, Cobija¨o Quillacollo tendrán que acostumbrase a los olores nauseabundos del lugar y un panorama desolador, donde una que otra ave silvestre se posa en sus aguas para bañarse y saciar su sed con graves consecuencias posteriores.
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