viernes, 24 de mayo de 2013

Agua, la obligación de cuidarla es de todos

GOTA A GOTA | SI BIEN AMÉRICA LATINA TIENE EL MAYOR RESERVORIO DE AGUA DULCE DEL PLANETA, SU USO NO SOSTENIBLE PONE EN RIESGO EL FUTURO DE LA REGIÓN Y LA HACE MÁS VULNERABLE.

América Latina es una región privilegiada. Dispone del 65% de las reservas de agua dulce del mundo, según informa el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP), pero también tiene una de las distribuciones más desiguales de lo que se comienza a apreciar como el verdadero tesoro del futuro. Al ritmo actual de inversiones, el acceso universal al agua potable no podrá anticiparse razonablemente hasta el año 2050 en África, el 2025 en Asia y el 2040 en América Latina y el Caribe. En general, para estas tres regiones, que comprenden el 82.5 por ciento de la población mundial, el acceso durante los años noventa aumentó de 72 a 78 por ciento de la población total, mientras que el saneamiento aumentó de 42 a 52 por ciento.

A esta distribución desigual se suma que si bien América Latina tiene grandes reservorios hídricos, estos se encuentran en grave peligro por el calentamiento y los cambios climáticos que sufre la Tierra, muchos de ellos causados o acelerados por el ser humano.

Los glaciares tropicales de Ecuador, Perú y Bolivia son los más afectados en la región. La prueba más fehaciente del calentamiento global es la rapidez con la que se están reduciendo las capas de hielo en los Andes.

De acuerdo a los estudios científicos, todos los glaciares de la región están siendo afectados en mayor o menor medida. El acelerado deshielo del glaciar peruano de Quelccaya, la mayor capa de hielo del mundo situada en los trópicos, situada a 6.000 metros sobre el nivel del mar, ha sido objeto de varios exámenes que han determinado que el derretimiento de este glaciar es un fenómeno inédito desde la última edad glacial.

En un reciente artículo publicado por la revista Science, la geóloga Lonnie Thompson de la Universidad de Ohio, sostiene que la capa de hielo del Quelccaya, que tardó 1.600 años en formarse, se ha derretido en los últimos 25 años, lo que augura una grave crisis medioambiental en un plazo no mayor de 20 o 30 años, con implicancias potencialmente catastróficas para la vida humana y la economía de decenas de países.

Douglas R. Hardy, investigador de la Universidad de Massachussets, inquiere: “¿Cuánto tiempo tenemos antes de que desaparezca el 50% de las fuentes de agua de ciudades como Lima o La Paz? Me temo que mucho menos de los que creemos”. En el caso boliviano, el nevado Chacaltaya, es otra prueba fehaciente de este fenómeno que afectará, como siempre, de mayor manera a la población de menores recursos. De los 2.500 de kilómetros cuadrados de glaciares andinos tropicales, el 70% están en Perú, el 20% en Bolivia y el 10% en Ecuador.

La American Geophysical Union anticipa que en una década habrán desaparecido la mayoría de los glaciales de alturas medias y bajas y los más altos en unos 20 años más, lo que tendrá un profundo impacto en el suministro de agua y energía hidroeléctrica en Ecuador, Perú y Bolivia. Según las investigaciones de Lonnie Thompson en el Quelccaya, a finales del siglo XVIII se produjeron drásticos cambios climáticos en los Andes centrales que generaron sequías que, a su vez, provocaron hambrunas que contribuyeron a exacerbar la violencia del levantamiento en 1780 de Túpac Amaru II contra las autoridades coloniales desde Quito a Tucumán. “La falta de lluvia solo significa malas noticias para cualquier gobierno”, concluye Thompson.

LOS MIEDOS CAMBIAN

Al respecto, una reciente investigación del PIEB demuestra que el departamento del Beni, en Bolivia, hoy por hoy le teme más a las sequías que a las tradicionales inundaciones que afectan este territorio. Como resultado de los eventos climáticos adversos producidos en los últimos años en el departamento de Beni, expertos, autoridades locales, agricultores y ganaderos le temen ahora, más a las sequías que a las inundaciones, afirmó el jefe de la Unidad de Emergencia y Rehabilitación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Bolivia, Einstein Tejada. “Ahora se da el caso de que en una sola región pueden presentarse de manera subsecuente dos grandes catástrofes; por ejemplo, normalmente siempre se ha hablado como una seria limitante y un serio riesgo de las inundaciones del Beni, pero si se habla con expertos, autoridades locales, ganaderos, etc., se puede advertir que la gente le teme más a la sequía que a la inundaciones”, señaló el experto. Según Tejada, la sequía en el Beni se siente más agresiva debido a que la carga animal del ganado es mayor que en el Chaco, y por tanto, hay mayor presión sobre la densidad poblacional de los organismos productivos.

A corto plazo, antes de que se produzca un drástico descenso del caudal de los ríos producto de los deshielos, ocurrirán grandes inundaciones, riadas y corrimientos de tierras. Y tras las inundaciones vendrá la sequía, que agudizará la emigración de las poblaciones rurales a las ciudades.

AGUA Y DESARROLLO

El uso intensivo de agua por la minería se ha añadido a los problemas actuales que atraviesa la región. A países con antigua tradición minera como Chile, Bolivia y el Perú se están sumando otros como Argentina, Colombia y Uruguay por el aumento de la demanda mundial de metales. La lixiviación inadecuada para la evacuación de metales pesados por la minería extractiva origina productos químicos sintéticos y residuos tóxicos a gran escala, esto preocupa en gran medida a los expertos que consideran vital hacer un uso sostenible del agua a través de las industrias.

La agricultura por irrigación es responsable del consumo de aproximadamente el 70 por ciento del agua, y hasta del 90 por ciento en las regiones tropicales áridas. Los consumos de agua para la irrigación han aumentado más de un 60 por ciento desde 1960. Se calcula que el 22 por ciento del líquido se usa para hacer desde microchips hasta para extraer petróleo, según cifras de The Economist, publicación que recientemente hizo un informe especial sobre el tema. Las actividades domésticas requieren del 8 por ciento.

La escasez de agua dulce es uno de los siete problemas ambientales fundamentales presentados en el Informe "Perspectivas del Medio Ambiente Mundial" del PNUMA. En una encuesta realizada a 200 científicos lo señalaban, junto al cambio climático, como el principal problema del nuevo siglo. De forma sencilla se puede decir que estamos alcanzando el límite de extraer agua dulce de la superficie terrestre, pero el consumo no deja de aumentar. De acuerdo con cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en 2050 habrá 3.000 millones de bocas más para alimentar, lo que implica doblar el área de producción agrícola en los próximos 40 años. Para que ello sea posible es necesario disponer de fuentes de agua permanentes y en buen estado que permitan expandir la superficie cultivable del planeta de 1.400 millones de hectáreas a 3.000 millones para así incrementar la producción agropecuaria en el 70 por ciento.

El principio básico es que el agua no es un bien económico que pertenezca a una empresa, cuenca o país, sino un patrimonio común de la humanidad, al que todo el mundo debe poder acceder para cubrir sus necesidades básicas, pero las industrias deben ser controladas en la forma en que utilizan el agua y esto debe hacerse mediante la fiscalización de las instituciones estatales orientadas a cuidar el medio ambiente. Quienes viven en La Paz, tienen al contaminado Choqueyapu como un ejemplo de lo que no se debe hacer respecto al uso del agua, así como sucede en Cochabamba con el río Rocha. Tomar medidas al respecto es urgente, si se quiere garantizar un recurso que es considerado como un derecho humano.

(Con datos de Infolatam, PIEB, SoloCiencia, Semana)

GOTA A GOTA

• América Latina y el Caribe tienen la mayor disponibilidad promedio de agua del mundo: casi 24.400 metros cúbicos por persona.

• Los ríos Amazonas, Orinoco, San Francisco, Paraná, Paraguay y Magdalena conducen más del 30% del agua superficial del planeta.

• El Acuífero Guaraní, que se extiende por 1,2 millones de kilómetros cuadrados por debajo de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, alberga más de 40.000 kilómetros cúbicos de agua.

• La región dispone del 65% de las reservas de agua dulce del mundo, según el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP)

• La precipitación pluvial promedio anual en la región es de aproximadamente 1.084 mm al año, un 34% del total mundial. Pero dos terceras partes de la región son áridas o semiáridas.

• El 30% del continente recibe menos de 300 mm de lluvia al año.

• La falta de agua potable es la causante directa de enfermedades como la diarrea y el cólera que causan la muerte de 15 millones de niños cada año.

• El consumo global de agua dulce se ha multiplicado por 6 entre 1900 y 1995 mientras que la población sólo lo ha hecho por 3.

• La Agricultura se lleva el 70% de agua dulce consumida por el uso de técnicas de riego inapropiadas.

• El consumo industrial se doblará en el 2050 y en países de rápida industrialización como China se multiplicará por 5.


AHORRE, ES VITAL

• En una casa se puede ahorrar hasta 75,000 litros de agua cada año, únicamente cerrando bien las pilas, lo cual serviría para llenar una piscina.

• Una pila abierta gasta mucha agua, cada minuto más de 10 litros se van por el drenaje.

• Si deja la pila abierta mientras se lava los dientes puede malgastar casi 20 litros de agua. Se puede remediar esto solamente gastando un litro de agua si mientras se lava los dientes, solo utiliza el agua para mojar y limpiar el cepillo y finalmente la boca.

• Al lavar los platos con la pila abierta se está malgastando unos 100 litros de agua aproximadamente, pero si se llena el fregadero al limpiar los platos, se usa menos de 20 lt. de agua.

• También se puede ver cómo se malgasta el agua cuando se lava el auto con una manguera, ya que ésta consume hasta 500 litros de agua. Si se usa una esponja y un balde se utiliza hasta menos de 50 lt.

• Dúchese, no se bañe. Trate de que sus duchas sean de menos de cinco minutos.

• Enseñe a sus hijos lo vital de ahorrar el agua.

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