La superficie ocupada por los glaciares en el macizo del Mont-Blanc, que ya se ha visto fuertemente reducida en el último siglo y medio, podría menguar entre el 50 y el 90 por ciento de aquí a finales de siglo. Ésta es una de las principales evoluciones que presenta el Atlas del Mont-Blanc difundido hoy, sobre la base de 194 estudios realizados por 65 organismos sobre el techo de Europa en el corazón de los Alpes, a caballo entre Francia, Italia y Suiza. L
os glaciares del macizo, que hace 16.000-18.000 años en una fase de fuerte enfriamiento del clima ocupaban 450 kilómetros cuadrados y llegaban hasta las proximidades de la actual ciudad de Lyon, en el valle del Ródano, ocupaban 230 kilómetros cuadrados hacia 1850, al término de lo que se conoce como la "pequeña era glacial".
Sin embargo, a principios del siglo XXI, después de que la temperatura en esa región aumentase 1,5 grados centígrados durante el siglo XX, el espacio ocupado por los hielos permanentes se limitaba a 160 kilómetros cuadrados. El llamado "mar de hielo", el glaciar más visitado del Mont-Blanc, ha retrocedido 645 metros desde 1993 y podría hacerlo entre 700 y 1.000 metros suplementarios en los próximos 20 años.
En el de Bosson, que desciende hacia el valle donde está ubicada la localidad francesa de Chamonix, el glaciar retrocedió 1,5 kilómetros entre 1818 y 2005. Los científicos que han estudiado esa zona han constatado que durante el siglo pasado el calentamiento climático fue allí tres veces más intenso que a escala global y auguran que tanto los fenómenos extremos como la variación climática van a acentuarse. De acuerdo con sus conclusiones, de aquí a 2100 la temperatura media en el Mont-Blanc podría subir 4 ó 5 grados, y se calcula que por cada grado la cobertura de nieve retrocede 150 metros.
Para encontrar temperaturas negativas en el mes de julio, el más caluroso del año, habrá que subir a finales de siglo hasta 4.083 metros de altitud, 700 más que ahora. Uno de los riesgos derivados de esos cambios sería el de los desprendimientos más frecuentes, porque muchas rocas ya no quedarán ensambladas por el hielo. También se espera una modificación de los ecosistemas, que durante el siglo XX ya han ascendido de media 300 metros en altitud.
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